Desde los mínimos de febrero, el índice dólar, uno de los indicadores más populares de la divisa estadounidense que mide su fortaleza frente a seis divisas principales, subió un 6,28%, desde 88 a 93,50 puntos. Durante ese periodo de tiempo los principales selectivos estadounidenses como el DOW JONES o el S&P 500 han cotizado en tendencia lateral lejos de los records históricos de enero.

El deslucido desempeño de Wall Street, a pesar de la buena temporada de resultados corporativos del primer trimestre, sugiere que las mejoras de los beneficios empresariales están ya descontados y reflejados en las cotizaciones actuales, y la fortaleza del dólar podría socavar o estancar el ritmo de crecimiento de los beneficios corporativos en el segundo trimestre.

Uno de los catalizadores que ha disparado al billete verde ha sido la incesante subida de los bonos del gobierno de Estados Unidos. En la última semana, el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años superó el umbral del 3%, alcanzó máximos de siete años, impulsó al índice dólar a su nivel más alto del año y provocó la ruptura de una racha de ocho sesiones consecutivas de subidas en el Dow Jones. Mayores rendimientos en los bonos representan tasas de interés más elevadas y suponen mayores costes de endeudamiento para las empresas.

El próximo miércoles se publicarán las actas de la reunión de la Reserva Federal celebrada el pasado 1 y 2 de mayo, en la que no hubo la habitual rueda de prensa, por lo que hay gran expectación en conocer el desenlace. Si los miembros del FOMC muestran un tono más agresivo el dólar y los rendimientos de los bonos podrían continuar avanzando y marcando nuevos máximos.

Las presiones inflacionistas también están elevando las expectativas de mayores subidas de tipos de interés que, junto a un ritmo de crecimiento global menos armonizado, son dos factores que también podrían apoyar al dólar en el corto plazo. Recientemente estamos viendo claras divergencias entre indicadores económicos de EEUU y la Eurozona, mientras que en Reino Unido ha caído inesperadamente la inflación disminuyendo las expectativas de subidas de interés por parte del Banco de Inglaterra.

Ambos factores han apuntalado los fuertes retrocesos del euro y de la libra, en el último mes la moneda única se ha depreciado un 5% frente al dólar, mientras que la libra esterlina se ha dejado algo más del 6%. Estas dos monedas ponderan un 69,5% en el selectivo del dólar y han sido determinantes en los máximos anuales que hemos visto en el índice recientemente.

Si echamos un vistazo a su gráfico diario, cortesía de ActivTrades, podremos comprobar cómo estuvo cotizando desde principios de año en mínimos de 30 meses en rango lateral, entre 90 y 88 puntos. En el momento que superó la parte alta del lateral su tendencia pasó a ser claramente alcista, superando la media de 200 días, el nivel de retroceso 23,60% de Fibonacci y todas las resistencias a las que se ha ido enfrentando.

El pasado viernes el índice dólar cerró con un avance del 0,18% en 93,56 dólares, estableciendo un nuevo máximo anual y alcanzando su nivel más elevado desde noviembre de 2017. Durante la semana marcó otro máximo creciente que confirma la tendencia al alza, ahora se está acercando a los máximos de noviembre. En el gráfico adjunto les mostramos dónde están situados los principales niveles de soporte y resistencia.

David Pina, Analista dolaborador de ActivTrades.