Según el proveedor de ETFs (fondos cotizados) estadounidense WisdomTree el flujo de dividendos global es de 1,3 billones de euros en la actualidad, una cantidad nunca antes vista en la historia. “Muchas empresas aumentan sus dividendos a lo largo del tiempo, proporcionando un flujo de ingresos creciente que las convierte en una opción de inversión atractiva para inversores de todas las edades”, indican los analistas de la firma.

Si se mira el flujo de dividendos por región, las regiones económicas más generosas con sus accionistas son Estados Unidos y Europa. EEUU es, de hecho, el país que mayor cantidad de dividendos reparte, aunque sólo el 76,7% de las empresas listadas en el índice MSCI USA IMI repartió dividendos en los últimos 12 meses. En el caso de Europa, el 97% de las compañías listadas realizaron al menos un pago a sus accionistas durante los últimos 12 meses.

 

 

Desde WisdomTree señalan que los dividendos no son sólo una cosa de las empresas de gran capitalización, ya que también se están sumando a esta tendencia las compañías de pequeña y mediana capitalización. “Los dividendos también se están volviendo bastante prolíficos. Pequeñas, medianas y grandes empresas de todo el mundo ofrecen dividendos”, señalan en su informe.

WisdomTree indica en su informe que los inversores que invierten de forma global están muy familiarizados con una asignación que proviene de la ponderación de capitalización de mercado. “Las acciones de EEUU reciben casi el 55% de la exposición, seguidas del mundo desarrollado, excluyendo a los EE UU con el 34,4% y los mercados emergentes con casi el 11%”, explican.

 

 

La estrategia que apuntan desde la proveedora de ETF es que en lugar de permitir que el precio de la acción se multiplique por la cantidad de acciones en circulación para dictar la exposición, los inversores podrían considerar permitir que el dividendo por acción se multiplique por la cantidad de acciones en circulación para impulsar el resultado. WisdomTree llama a este término el flujo de dividendos. Esto cambiaría el peso de asignación de  EEUU en las carteras globales hacia el mundo desarrollado sin incluir a EEUU.