
El mes de julio ha estado marcado por unos resultados empresariales sólidos en buena parte del mercado europeo, aunque empañados a ratos por episodios de volatilidad que han tenido como protagonistas a los aranceles impuestos por Estados Unidos. Esta combinación de crecimiento corporativo y tensiones comerciales ha obligado a los gestores a afinar estrategias y reestructurar carteras con rapidez, buscando valor allí donde el mercado aún no ha ajustado precios de forma eficiente.
Uno de los ejemplos más claros de esta gestión activa ha sido el movimiento realizado por Cobas Asset Management, la firma dirigida por Francisco García Paramés, que ha logrado un rendimiento sobresaliente del 29% en su Cartera Ibérica en los seis primeros meses del año. Esta cifra supera con holgura el 24,7% del índice de referencia, pero lo más interesante es cómo lo ha conseguido: con una reordenación profunda de posiciones en bolsa española, donde compañías como Meliá Hotels International, Dominion, Repsol y Técnicas Reunidas han ganado peso. En el caso concreto de Meliá, la gestora aprovechó una caída puntual en abril para reforzar su apuesta, confiando en el valor a largo plazo de una cadena hotelera que sigue inmersa en su proceso de recuperación y expansión.
Esta búsqueda de valor es precisamente lo que vuelve a colocar en el centro del análisis a los fundamentales. Uno de los indicadores más reveladores en este sentido es el Precio Valor Contable (PVC), que permite comparar la cotización de una acción con el valor contable de sus activos. En el actual contexto del Ibex 35, algunas compañías están cotizando con descuentos muy llamativos frente a sus libros. Es el caso de ArcelorMittal, que presenta un PVC de solo 0,5x, el más bajo del selectivo, mientras el promedio del índice se mantiene en torno a 2x. Repsol, con 0,57x, y Grifols, con 0,76x, completan este trío de valores que, pese a las dudas o penalizaciones puntuales, podrían estar ofreciendo ventanas de entrada muy atractivas en el Ibex 35. El foco sobre Repsol y Grifols se justifica también por sus recientes resultados. La petrolera presentó un beneficio neto de 603 millones de euros en el semestre, lo que supone una caída respecto a 2024, pero sigue mostrando músculo operativo, especialmente en un contexto de presión sobre las materias primas. Por su parte, Grifols sorprendió al mercado con un aumento del 387,6% en su beneficio neto: esa mejora ha sido interpretada como una señal de estabilización en una compañía que ha pasado por momentos de fuerte escrutinio, y que ahora se revaloriza en bolsa en paralelo a la revisión de sus expectativas.
El buen tono de los resultados también ha alcanzado al sector financiero, donde Unicaja ha confirmado que su plan estratégico va por buen camino. Con un dividendo un 10% superior al del año anterior y una notable mejora en su actividad comercial, la entidad financiera ha sabido adaptarse a un entorno de tipos altos y demanda creciente de crédito. Según su director de Relación con Inversores, Jaime Hernández, los avances del semestre son una muestra del fortalecimiento operativo del banco, que busca seguir creciendo sin comprometer su solidez estructural.
Fuera del Ibex 35, también hay razones para mirar con atención al Mercado Continuo, donde algunos valores han protagonizado rallyes significativos que no parecen agotarse. Es el caso de Elecnor y CAF, dos compañías que acumulan subidas superiores al 60% en lo que va de año, y que además han mantenido un ritmo alcista constante durante el último mes. Este tipo de movimientos despiertan el interés no solo de los traders más activos, sino también de quienes analizan tendencias de fondo en sectores clave como las infraestructuras o el transporte ferroviario, donde la inversión pública y los planes de sostenibilidad siguen actuando como catalizadores.
Los siete primeros meses de 2025 también han puesto el foco en megatendencias que van más allá del corto plazo y que pueden transformar sectores enteros. Una de las más relevantes es la revolución energética, que está dando paso a un mercado donde las renovables serán protagonistas. Según BloombergNEF, en 2050 un 72% de la electricidad en Europa se generará mediante fuentes como la solar y la eólica. Este cambio ha colocado en el radar el negocio del almacenamiento en baterías, donde compañías como Iberdrola, Solaria y Grenergy Renovables ya están desplegando ambiciosas estrategias. Grenergy, de hecho, acaba de anunciar un plan de inversión de 2.100 millones de euros en sistemas de almacenamiento energético, lo que disparó su cotización y confirmó el apetito del mercado por esta vía.
De forma paralela, el avance imparable de la digitalización ha hecho de la ciberseguridad un segmento especialmente atractivo para invertir. La sofisticación de los ataques informáticos y la creciente dependencia digital de ciudadanos y empresas convierten este sector en una necesidad más que en una opción. Compañías como Palo Alto Networks y CrowdStrike lideran el mercado global, mientras otras como Zscaler, SentinelOne o Fortinet ofrecen soluciones especializadas en entornos cloud y protección avanzada. Con el apoyo de la inteligencia artificial, muchas de estas firmas están escalando ingresos y consolidando posiciones dominantes, convirtiéndose en apuestas de largo recorrido dentro de muchas carteras temáticas.
La inteligencia artificial, precisamente, se ha consolidado como la gran narrativa del año en los mercados. No solo está transformando sectores tradicionales, sino que también está redefiniendo la forma en que se invierte. Figuras como José María Álvarez-Pallete o el inversor Mark Cuban han subrayado recientemente que la IA tendrá un impacto sin precedentes, incluso mayor que el de la máquina de vapor en su época. Cuban llegó a declarar que el primer billonario de la historia saldrá del sótano de su casa, probablemente gracias a una idea basada en IA. Y no parece exagerado: la inteligencia artificial está ya en el núcleo de los nuevos modelos de negocio que redefinirán industrias completas, y no es descabellado pensar que los próximos billonarios saldrán de ahí.
Sin embargo, este entusiasmo no está exento de riesgos. El peso del sector tecnológico en el S&P 500 ha alcanzado máximos no vistos desde la burbuja de las puntocom, representando más de un tercio del índice. Si se aplicaran criterios anteriores a 2018, esa ponderación superaría el 43%, lo que ha encendido ciertas alarmas sobre posibles desequilibrios estructurales. Aunque los beneficios y el crecimiento justifican parte de esa valoración, el recuerdo de excesos pasados obliga a extremar la prudencia en términos de diversificación.
Y es precisamente en este contexto —de transformación, oportunidades y riesgos crecientes— donde cobra más importancia que nunca la formación financiera. Saber invertir no es cuestión de intuición o suerte, sino de método, conocimiento y disciplina. Comprender cómo interpretar los indicadores macroeconómicos, qué ratios fundamentales mirar y cuándo entrar o salir de un valor marca la diferencia entre obtener rentabilidad puntual o sostenida.
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