Por supuesto, la realidad a menudo no es así. En cambio, resulta que los políticos discuten y gritan mucho, pero consiguen poco. Esta situación se conoce como estancamiento político y, comprensiblemente, no parece ser muy popular. No obstante, creemos que los inversores se podrían beneficiar de entender los posibles aspectos positivos del estancamiento. A pesar de la mala reputación que tiene el estancamiento, desde nuestro punto de vista puede traer consigo algunos efectos positivos en las acciones. Los acontecimientos políticos de este año en Alemania, Italia y Estados Unidos probablemente propagarán el estancamiento por el mundo desarrollado, lo que creemos supone un factor que sustentará el mercado alcista actual.
En nuestra opinión, un sistema político bipartidista como el de EE.UU., donde un partido ostenta la presidencia y otro controla una cámara legislativa (o ambas) tiende a ser un caldo de cultivo para el estancamiento, aunque la historia reciente nos muestra incluso que las situaciones en las que el control está en manos de un solo partido no garantiza necesariamente una aprobación rápida de reformas importantes. En EE.UU. el Partido Republicano detenta la presidencia y la mayoría de los votos en ambas cámaras en la presente legislatura, pero las luchas internas del partido han estancado la mayoría de los proyectos de ley. La principal iniciativa aprobada, la reforma fiscal, ha quedado muy atenuada en comparación con los borradores iniciales.
En los sistemas parlamentarios multipartidistas, habituales en Europa y en otros lugares, muchas veces las coaliciones traen consigo el estancamiento. Para llegar a un acuerdo, las partes a menudo tienen que renunciar a las promesas principales de sus campañas o bien moderarlas. Por ejemplo, después de estar casi siete meses sin gobierno tras las elecciones del pasado marzo, en los Países Bajos el primer ministro Mark Rutte consiguió crear una coalición de cuatro partidos que cuenta con una mayoría parlamentaria por un voto, pero los medios de comunicación lo describen como un matrimonio de conveniencia, unido por un acuerdo de coalición lleno de concesiones y objetivos políticos modestos. Los artículos publicados por la prensa sugieren que Rutte tuvo que renunciar a sus esperanzas de revisar el código tributario, conformándose con unos pequeños recortes.
En nuestra opinión, el estancamiento tiene buenas consecuencias para las acciones, ya que legislar sobre los asuntos más importantes puede acarrear un alto riesgo de que los mercados se asusten. La naturaleza humana impulsa a muchas personas a considerar las leyes desde un punto de vista partidista, pero los mercados suelen ignorar los valores del partido y la ideología, buscando en su lugar los posibles efectos. Independientemente de la ideología y la intención del Gobierno, las nuevas leyes de gran alcance pueden alterar los derechos de propiedad y las normativas, generar ganadores y perdedores y favorecer la incertidumbre. Como se muestra en un estudio de referencia sobre finanzas del comportamiento del Premio Nobel Daniel Kahneman y Amos Tversky, los perdedores tienden a sentir el doble de dolor por una pérdida que la alegría que sienten los ganadores con la correspondiente ganancia. Este fenómeno, llamado aversión miope a las pérdidas, puede pesar sobre el sentimiento agregado del inversor, un motor clave del precio de las acciones. Además, incluso los ganadores podrían preguntarse si serán ellos los siguientes en pasarlo mal cuando lleguen más cambios. Creemos que esto puede llevar a los inversores a ser más reacios al riesgo cuanto más activo y capaz de aprobar leyes de amplio alcance sea un gobierno.
Independientemente de que el entorno fiscal y regulatorio de un determinado país sea «óptimo» (lo que creemos que es una cuestión de opinión), al reducir las probabilidades de un cambio radical, el estancamiento puede permitir que las empresas y los inversores asuman riesgos. Por ejemplo, si decide ampliar su empresa, la recompensa probablemente no sea inmediata, puede que transcurran meses o años entre la inversión inicial y el posible aumento de los beneficios. Si percibe que hay muchas posibilidades de que los impuestos sobre esos beneficios hayan cambiado para entonces, pero no sabe en qué sentido, probablemente sea más difícil determinar si la inversión es una buena idea. Por lo tanto, es posible que tenga que aplazar la decisión mientras espera a ver qué sucede o bien reducir los planes de expansión para minimizar el riesgo. El telón de fondo de una legislatura inactiva puede reducir estas incertidumbres, fomentando la inversión.
Esto probablemente no signifique que los empresarios o los inversores de países estancados políticamente se despierten cada día dando gracias por su buena suerte. Podrían estar tan molestos como cualquiera con la inacción y las luchas internas. Se supone que, en esencia, la política sirve para resolver problemas. Es lo que los legisladores afirman que se les paga por hacer. Aparentemente, los políticos se pasan el día peleando y cobran por no hacer nada mientras los problemas se agudizan, lo que supuestamente es lo opuesto a un Gobierno que funcione bien. Comprensiblemente frustradas por esto, las personas no parecen ver el estancamiento como algo positivo. Para los mercados, se trata más bien de una toma de conciencia instintiva. Creemos que esto ayuda a explicar por qué el estancamiento sigue siendo un factor positivo menospreciado (y por el amplio rechazo con el que cuenta, puede que las acciones no incorporen en su precio las ventajas que ofrece).
Hoy en día creemos que esta lección es particularmente relevante para los casos de Estados Unidos, Italia y Alemania. En este último país, gobierna una «gran coalición» entre la Unión Demócrata Cristiana y el Partido Socialdemócrata; ambos son más o menos centristas, pero divergen en muchos temas. No nos sorprendería que la actual legislatura fuera tan tranquila como la anterior (2013-2017). Italia se enfrenta a algo parecido tras las elecciones de principios de marzo; aunque los partidos antisistema obtuvieron un buen resultado, ningún partido obtuvo la mayoría. Dadas las importantes diferencias ideológicas entre los dos grupos populistas, así como entre el amplio espectro de partidos, creemos que es muy poco probable que una coalición resultante esté unificada y sea lo suficientemente poderosa como para realizar cambios de peso, y mucho menos salir de la eurozona como hemos visto muchas veces publicado. Los estadounidenses votarán en las elecciones al Congreso en noviembre, y creemos que probablemente esto dará paso al estancamiento, independientemente del partido que gane; a menos que los republicanos cosechen una gran victoria, las divisiones internas probablemente continúen. Si los demócratas consiguiesen cualquiera de las cámaras legislativas, es bastante probable que manifiesten su desacuerdo con el presidente republicano Donald Trump. Todo esto en conjunto significa que en el futuro habrá más estancamiento e inactividad en los países desarrollados. En nuestra opinión, esto es positivo para las acciones y uno de los factores que favorecen el mercado alcista mundial.
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