Hagamos si les parece de “poli bueno” y de “poli malo tal” y como vemos en las películas para calibrar lo que nos puede deparar, a decir de las previsiones macroeconómicas, y en especial de la actividad y el crecimiento sobre lo que tenemos por delante, un termómetro, cuanto menos eficaz, para marcar el equilibrio sobre cómo debemos encarar, sobre todo para delimitar cómo será el panorama que se nos presente, para nuestras planificar nuestras inversiones. El "bueno" corresponde a 2022 y el "malo" a 2023.
En las primeras que nos fijamos es en las oficiales. El Gobierno, a cuenta de los Presupuestos Generales del Estado para 2023 acaba de establecer las nuevas estimaciones de crecimiento para España. Este año proyecta una mejora incluso frente a lo anteriormente previsto: pasaremos a tener un PIB del 4,4% en su aumento, frente al pronosticado 4,3% anterior.
Una buena noticia, con lo que se espera que incluso el crecimiento gane vigor en lo que queda de año. Pero hasta ahí llegan las buenas noticias. Y es que, aunque el Gobierno se empeñe en decirnos que en 2023 nuestro PIB se colocará en niveles superiores a los de la media de la eurozona, eso significa que rebaja al 2,1%, una estimación a decir de los expertos muy optimista, frente al 2,7% en el que se esperaba crecer en el pasado mes de julio.
Del Gobierno pasamos a las proyecciones que establece el Banco de España. El organismo que encabeza el gobernador Pablo Fernandez de Cos coloca nuestro PIB para este año incluso por encima de lo que piensa Moncloa. Mejora de hecho desde el pasado mes de junio, cuando actualizó sus previsiones, en cuatro décimas, desde el 4,1% hasta el 4,5% actual. Sin duda una buena noticia.
Pero recorta hasta la mitad su previsión de crecimiento para España en 2023: se queda en el 1,4% desde el 2,8% que estimaba en junio. Un recorte francamente importante, con una inflación estimada del 5,6& para el año que viene. Vamos, lo que viene siendo un periodo más que peligroso de estanflación: bajo crecimiento con elevada inflación, una pesadilla económica, en la que no crecemos lo suficiente como para reactivar con fuerza la actividad, pero seguimos pagando en todo, particulares y empresas, precios y costes más caros.
Desde BBVA Research, su servicio de estudios, también revisan al alza el crecimiento para este año. Se quedaría en el 4,4% desde el 4,1% que estimaban hace tres meses. Pero incluso colocan por debajo de las del BdE el aumento de nuestro PIB para 2023. Se quedaría en el 1%, frente al 1,8% anterior.
Razones, el estancamiento económico que ya ha comenzado, en el recién acabado tercer trimestre del año. El aumento mayor de los tipos será un hecho y lastrará el consumo privado que crecerá solo un 2,2% en año que viene. Con menos inversión y, por tanto, menor estimación en la ejecución de los fondos europeos. Aderezado además de una inflación que bajará, pero se mantendrá elevada, hasta el 4,9% en 2023.
Lo mejor es que para BBVA Research el periodo de estancamiento previsto será corto y se reactivará al comienzo del ejercicio próximo y que las familias, y también las empresas se encuentran en mejor posición frente al anterior ciclo de subidas de tipos, con condiciones más favorables
Ayer por la tarde mismo, en la semana de reuniones globales del FMI en Washington el organismo multilateral publicaba sus previsiones mundiales. En el caso concreto de España, se repite la fórmula. Mejora en tres décimas para el crecimiento en 2022, hasta el 4,3%, pero, en el caso de 2023, la cosa cambia.
Según el Fondo Monetario Internacional solo creceremos un 1,2% en nuestro PIB en 2023, lo que significa un drástico recorte en sus expectativas desde los datos de julio que manejaba el organismo de ocho décimas. Y con niveles de inflación del 4,9%. Y un nivel de paro que, en este caso, no iguala ni Grecia, el más elevado de las economías avanzadas, un 12,3% de la población activa.