Si comparamos 2018 con 2017, cuando las principales regiones se encontraban en fase de aceleración, el crecimiento se ha mostrado menos sincronizado este año, aunque los indicadores de actividad a corto plazo se mantienen estables. A día de hoy, Asia y Europa parecen estar ralentizándose, mientras que Estados Unidos sigue protagonizando un sólido crecimiento. Hay tres factores principales que contribuyen a ello.
El crecimiento de China se ralentiza
La economía china podría estar ralentizándose más rápido de lo que sugieren los últimos datos sobre el PIB, tal y como apuntan indicadores. Si bien el PIB del segundo trimestre del año solo mostraba una caída de 0,1 puntos porcentuales frente al primer trimestre, los últimos datos, como aquellos mensuales relativos a las ventas, la inversión y las exportaciones, indican que el tercer trimestre podría deparar una ralentización de la actividad de mayor calado. En vista del papel que desempeña China en el crecimiento global y en el de la región asiática, esto tendrá repercusiones en el resto del mundo.
Las materias primas se debilitan
El precios de los metales industriales ha caído cerca de un 14% desde finales de junio, lo que constituye un indicio de debilitamiento en la producción industrial. Teniendo en cuenta de que los precios reflejan el nivel de la producción industrial, son un indicador razonablemente fiable de la actividad. La producción industrial es un componente clave del crecimiento económico, por lo que su reducción lastrará el crecimiento general. Los precios actuales de los metales indican que la producción del G7 se estancará en los próximos meses, algo que repercutirá en el crecimiento mundial.
El dólar se aprecia
El crecimiento del comercio depende en gran medida de la accesibilidad del dólar. Cuanto más se encarece el dólar, más perjudicados resultan los países que llevan a cabo sus operaciones comerciales en esta divisa. Como consecuencia de esto, el comercio podría sufrir una ralentización con efectos colaterales para el crecimiento mundial y, además, muchos países se endeudan en dólares.
¿Temporal o permanente?
En nuestra opinión, estos efectos son probablemente más temporales que permanentes. Se trata más de un impasse veraniego, que una tendencia más sostenida. Parte de la debilidad de los precios de los metales podría derivarse de los aranceles sobre el acero: algunos indicios apuntan a que las empresas aumentaron sus pedidos antes de que los aranceles sobre el aluminio y el acero entraran en vigor el 1 de junio y que ahora los están reduciendo. Además, los pedidos subyacentes en la economía mundial mantienen su firmeza, el mercado laboral muestra solidez y la confianza se sitúa en niveles elevados, lo que sugiere que la demanda subyacente se mantiene intacta.
Las tensiones comerciales podrían mermar el crecimiento
El riesgo de estas perspectivas reside en que las tensiones comerciales puedan provocar un descenso de la confianza empresarial y que las compañías recorten su inversión. La marcada inversión de capital ha desempeñado un destacado papel en el repunte económico global, pero si las empresas se amedrentan ante los acontecimientos políticos, bien podrían poner fin a su gasto ante una situación de incertidumbre, lo que tendría consecuencias para el crecimiento mundial. Las noticias de que Estados Unidos y la UE han alcanzado un acuerdo (aunque de momento se haya quedado en palabras) son positivas, pero las tensiones con China se mantienen en niveles elevados. En nuestra opinión, el hecho de que Donald Trump haya asignado un paquete de 12.000 millones de dólares para ayudar a los agricultores afectados por los aranceles aplicados recientemente sugiere que el presidente estadounidense se está preparando para librar una larga batalla con China. Parece que la guerra comercial entre EEUU y China sigue recrudeciéndose.