Hasta finales de 2020, persistían las dudas sobre la solidez de la recuperación económica en Estados Unidos. El riesgo de una recaída a corto plazo permanecía, pero esto ya no es así.

En el primer trimestre, el PIB real registrará su tercer aumento trimestral consecutivo. En el 2.º trimestre, se superará el nivel de actividad anterior a la pandemia. En resumen, la recesión, iniciada en febrero de 2020, ha terminado (es habitual que el NBER espere varios trimestres para hacerlo oficial). En comparación con la crisis de 2008, resulta especialmente sorprendente la rapidez con la que se ha recuperado la actividad empresarial. Por otro lado, el margen de recuperación es a partir de ahora limitado.

Con los datos de actividad y demanda del mes de marzo, ya tenemos una imagen completa de la economía estadounidense en el primer trimestre. Enero fue sólido gracias a los cheques del plan final de Trump. Febrero fue flojo debido a las malas condiciones meteorológicas. El mes de marzo se benefició de la recuperación del choque meteorológico, de la reapertura más amplia de la economía y de los cheques del plan de estímulo de Biden.

La Fed de Atlanta, que calcula un índice del PIB en tiempo real, cree que el crecimiento sería del 8,3% trimestral anualizado en el primer trimestre. De confirmarse, el PIB real se situaría apenas un 0,4% por debajo de su nivel anterior a la crisis y superaría este umbral simbólico en el segundo trimestre. En resumen, un choque mucho más fuerte pero también más reversible de lo habitual. En cinco trimestres se borra la caída del PIB. Se necesitaron ocho trimestres tras el colapso de Lehman Brothers en 2008, aunque en su punto más alto, el efecto sobre el PIB fue tres veces más débil en 2009 que en 2020.

Una de las razones de esta discrepancia es la respuesta de las empresas. En 2020, la economía recibió un golpe inesperado, pero los ingresos de los agentes económicos estaban protegidos y no se produjo un proceso de desapalancamiento (como habría ocurrido si se hubiera tratado de una recesión provocada por el estallido de una burbuja de crédito). Por lo tanto, la actividad de las empresas repuntó rápidamente, a diferencia de lo que ocurrió tras la crisis financiera de 2008.

Esta diferencia también refleja marcadas discrepancias entre sectores. En 2008-2009, el descenso de la actividad se concentró en gran medida en la industria, la construcción y los servicios privados, con dramáticas consecuencias bursátiles. A finales de 2009, cuando la recesión llevaba ya seis meses, el índice SP500 estaba todavía en un 30% por debajo de su máximo.

En 2020, la crisis afectará a muchos servicios que dependen más o menos directamente de los sectores públicos o semipúblicos(educación, sanidad), reduciendo la exposición del sector productivo privado. Por lo tanto, no es de extrañar que el clima empresarial se encuentre ya en niveles históricos, aunque la economía no se haya recuperado aún del todo. Lo mismo ocurre con el estado de los mercados, ya que se ha superado el máximo anterior en más de un 25%. Dicho esto, la recuperación de la actividad empresarial está ya tan avanzada que cabe esperar una desaceleración de las tasas de actividad a partir del tercer trimestre de 2021.

- Los datos de marzo fueron muy sólidos, reflejando, en primer lugar, la corrección de la crisis climática del mes anterior, pero también el afianzamiento de los fundamentos macroeconómicos (reapertura gradual de la economía, apoyo fiscal a la renta de los hogares). Sin embargo, hay que señalar que los progresos realizados desde el punto más bajo del pasado mes de abril son muy diferentes según las variables que se consideren. El empleo sigue estando más de un 5% por debajo de su nivel prepandémico (tras un fuerte descenso del 15% en su punto álgido); esta diferencia representa 8,4 millones de puestos de trabajo. Las ventas al por menor se vieron respaldadas por dos planes de alivio fiscal en enero y marzo. Sobre todo, representan el gasto en bienes, que sólo representa alrededor de un tercio del consumo total. El gasto en servicios sigue estando por debajo de los niveles prepandémicos, al igual que la producción industrial.

El Libro Beige (que contiene información hasta el 5 de abril) confirmó un aumento de la actividad económica en todos los distritos, especialmente con un incremento de la demanda de ocio, viajes y servicios no financieros. En el sector manufacturero, la actividad se fortaleció a pesar de las perturbaciones en la cadena de producción. Esto ha provocado una fuerte tensión en los precios de los insumos. El informe señala un aumento de los precios de venta,  pero a un ritmo que no guarda relación con el aumento de los costes. El empleo ha aumentado en general, pero con más fuerza en la industria, la construcción, la restauración y el ocio. La contratación sigue siendo difícil en algunos sectores debido a la falta de mano de obra cualificada y/o disponible. El crecimiento de los salarios se está consolidando ligeramente. Observamos que el absentismo laboral debido al COVID está disminuyendo. En resumen, todo lo anterior muestra una economía que ha salido claramente de la recesión.

- En marzo, los precios de consumo subieron un 0,6% intermensual, con más de la mitad del aumento atribuible a la subida de los precios de la energía. Debido a un efecto base favorable (el IPC bajó un 0,3% intermensual en marzo de 2020), la tasa de inflación saltó del 1,7% al 2,6% interanual. El efecto de base será aún más fuerte el próximo mes, lo que debería impulsar la tasa de inflación anual en al menos un punto más.

- El presidente de la Fed, Jerome Powell, volvió a destacar dos puntos: 1) la economía estadounidense ha entrado en una fase de aceleración; 2) la Fed apuesta por la paciencia. En primer lugar, un debate sobre el tapering, que requiere un alto nivel de vacunación (75-80% según James Bullard, que se producirá en verano). A continuación, la aplicación del tapering (a principios de 2022, en nuestra opinión). Por último, pero bastante después, la salida de la política de tipos cero.

- En los primeros seis meses del año fiscal 2020-2021 (octubre-marzo), el déficit acumulado del presupuesto federal se situó en 1.1706.000 millones de dólares, es decir, el 7,5% del PIB. El año pasado, el déficit del presupuesto federal superó los 3.100.000 millones de dólares (ejercicio fiscal 2019-2020). El ratio de deuda se disparó en más de 20 puntos del PIB en un año. No obstante, debido a los bajos tipos de interés y al reducido vencimiento medio de la deuda (-5 meses en 2020), el gasto anual en intereses se mantiene relativamente estable en torno al 2,5% del PIB. La proporción de deuda con vencimiento inferior a un año pasó del 27% del total en diciembre de 2019 al 35% al año siguiente.