En búsqueda de rendimientos atractivos en 2023

Esta opinión se vio cuestionada a medida que avanzaba el año, con la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el compromiso de China con su política de cero COVID-19. Así, en el contexto en el que nos encontramos, ¿qué activos pueden revalorizarse tras un pico de inflación que permita a los bancos centrales ralentizar y posteriormente detener los incrementos de tipos? 

A la espera de un punto de inflexión 

El endurecimiento sincronizado de las políticas monetarias se traduce en un entorno desfavorable para los activos de riesgo y ayuda a explicar los limitados repuntes tranquilizadores que hemos observado hasta el momento. Así, el primer tramo de 2023 debería suponer la última fase del ciclo de incremento de tipos y reducción del crecimiento. Es altamente probable una estabilización y, finalmente, una recuperación hacia un nuevo período de alza del mercado. 

Por ahora, los principales mercados de renta variable han registrado caídas de dos dígitos, la confianza es frágil y las valoraciones han mejorado hasta alcanzar niveles más convincentes. La disminución de los múltiplos refleja principalmente el fuerte aumento del coste del capital, si bien creemos que esta influencia negativa debería remitir. Asimismo, aunque el crecimiento de los beneficios ha seguido siendo robusto en 2022, incluso en medio de un contexto macroeconómico desfavorable, se ha visto sometido a una fuerte presión en los últimos meses.

Es importante mencionar, también, que en las recesiones económicas las estimaciones de beneficios por acción (BPA) suelen caer entre un 15% y un 20%. La mayoría de los analistas del segmento de la renta variable sigue previendo un crecimiento de los beneficios del 4% para el S&P 500 en 2023, aunque es más probable una caída del 6%. Es importante ser cautelosos con respecto a la renta variable, favoreciendo las acciones que ofrecen valor y calidad y los sectores de la salud y la energía. 

Se prevé que las perspectivas de inflación, tipos y crecimiento mejoren a medida que avancemos en 2023. Conforme se disipe la inflación y la amenaza de tipos más altos, dejarán de repercutir en las valoraciones de las acciones. A mediados de 2023, las expectativas de beneficios y ventas habrán disminuido y los mercados empezarán a centrarse en las perspectivas de recuperación. Esto presentará oportunidades para aumentar la exposición a títulos cíclicos y de crecimiento.

Aumenta el atractivo de los bonos

La dinámica de la renta fija es complicada, ya que la inflación ha provocado un aumento de los tipos de referencia y una disminución de los activos de riesgo, lo que supone un cambio con respecto a las tendencias de los ciclos anteriores. Como resultado de ello, mientras que a estas alturas esperaríamos ser testigos de una caída de los rendimientos a 10 años, hemos asistido a aumentos de tipos de más de 100 puntos básicos en los últimos seis meses. 

Los bancos centrales de los mercados emergentes empezaron a elevar los tipos de forma agresiva mucho antes que sus homólogos de los mercados desarrollados. Sin embargo, los bonos de los mercados emergentes han sufrido tanto o más que los de los países desarrollados. Por el momento mantenemos a grandes rasgos una postura neutral, junto con una visión selectivamente positiva sobre los bonos chinos con cobertura de divisas. Después de 2023 los activos de los mercados emergentes deberían repuntar y aumentará el atractivo de la deuda en divisas emergentes.

Las materias primas han exhibido en 2022 un rendimiento destacado y han representado un área de actividad importante en las carteras, aunque el oro ha registrado movimientos mixtos por el aumento de la inflación y la incertidumbre del mercado, por un lado, y el incremento de los tipos de interés reales y la fortaleza del dólar, por otro. Sin embargo, a medida que los tipos vayan descendiendo, China reabra su economía en 2023 y el dólar estadounidense se debilite, es probable que los precios del oro aumenten.

Las materias primas, en el punto de mira

El año pasado fue altamente volátil para las materias primas, como suele ocurrir al final de un ciclo económico. El gas natural pasó a ocupar un lugar central tras la invasión de Ucrania, convirtiéndose en una materia prima cada vez más crucial en la transición energética. Su peso en el índice Bloomberg de materias primas se ha duplicado del 8% al 15% desde febrero de 2022 y en la actualidad es el mismo que el del petróleo crudo. Al ser dos veces más volátil que el petróleo, es probable que la volatilidad de las materias primas siga siendo estructuralmente mayor en el futuro. 

La reciente caída de los precios del gas natural se ha visto mitigada por un repunte simultáneo de los precios del petróleo, después de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo más los principales países no miembros (OPEP+) redujera la producción de manera significativa. Es posible que los precios del Brent se estabilicen entre 90 y 100 dólares/barril en el primer semestre de 2023, ya que la demanda china compensa parcialmente la desaceleración del consumo europeo y estadounidense. Si China prosigue con su reapertura, como esperamos que suceda a lo largo de los próximos meses, los precios del cobre también podrían subir con bastante rapidez.