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Regina Borromeo, gestora senior, Jamie Stuttard, responsable de macro de renta fija global, y Rikkert Scholten, estratega del equipo de macro de renta fija global de la gestora holandesa Robeco, analizan la situación y muestran sus conclusiones.

Las medidas adicionales de estímulo son vitales, pero el momento en que llegarán resulta incierto.

Desde la gestora Robeco, mantienen una orientación hacia la calidad en sus carteras Global Macro.

Ha habido ocasiones en que la situación ha dado un vuelco tan solo 48 horas antes de acudir a las urnas, como en los comicios presidenciales de 1968 (La ‘Paz de Halloween’ para Vietnam) y 1980 (el debate final). En el último mes ya hemos sido testigos del fallecimiento de una juez del Tribunal Supremo y de la elección de su sustituta, de un airado debate, de la hospitalización del Presidente por Covid-19 y, ahora, de las especulaciones sobre la participación del hijo de Biden, Hunter, en varias transacciones comerciales en el extranjero que podrían dar lugar a conflictos de intereses.

Aunque los mercados de derivados parecen haber reflejado en sus precios un cierto aumento de la volatilidad en torno al 3 de noviembre, por ahora las acciones y los diferenciales crediticios parece que no se han posicionado de cara a ningún riesgo potencial significativo. En opinión de la gestora, las elecciones presidenciales en Estados Unidos son solo uno de los diversos acontecimientos que generan gran volatilidad.

Las apuestas y los sondeos se inclinan a favor de Biden

Desde este verano, la opinión de Robeco ha sido que la intención de voto seguiría la misma evolución que la pandemia y la recuperación económica. La gestión de la pandemia de coronavirus que ha hecho Trump se ha comparado con la deficiente manera en que George W. Bush afrontó el desastre del huracán Katrina, que coincidió con una caída en las encuestas y los índices de popularidad del entonces presidente. Actualmente, Biden goza de una cómoda ventaja, tanto en las apuestas como en los sondeos nacionales de intención de voto, y parece estar a la cabeza en estados indecisos clave como Pennsylvania, Wisconsin y Michigan, después de un primer debate caótico y de la posterior hospitalización de Trump por Covid-19.

Biden ha ampliado recientemente su ventaja en las encuestas nacionales a más del 10%, un margen mayor que el registrado en 2016, cuando Hilary Clinton se presentó contra Trump. No hay que olvidar que, debido al sistema de colegios electorales de Estados Unidos, una ventaja nacional del 3% para Biden podría no trasladarse al nivel estatal (electoral), como sucedió en 2016.

El reciente ascenso de Biden ha llevado a los mercados a posicionarse conforme a un supuesto de base en que los Demócratas se harían con el control de las dos cámaras del Congreso (el Senado y la Cámara de Representantes); un escenario que ha llegado a  llamarse la “Ola Azul”. Teniendo en cuenta que, según las previsiones, las probabilidades de que la Cámara de Representantes siga siendo Demócrata son del 90%, el voto al Senado resulta clave.

Para hacerse con el control, los Demócratas tendrían que obtener tres escaños más en el Senado, si Biden gana (o cuatro, si pierde). Los modelos PredictIT y FiveThirtyEight conceden una probabilidad del 66% a que el Senado sea Demócrata, con una tendencia direccional similar a la del resultado de los comicios presidenciales.

El empuje de la política de Biden y la potencial Ola Azul Demócrata

La plataforma electoral de Biden es más progresista y liberal de lo que los inversores históricamente hubieran esperado de un candidato moderado. Ha propuesto un plan de gasto de más de 6 billones de USD para los próximos 10 años, que incluye infraestructuras (1,3 billones de USD), cambio climático (1,7 billones de USD), atención sanitaria (750 millones de USD) y enseñanza superior (1,5 billones de USD). El plan sugiere que estas partidas se financien principalmente mediante el aumento del impuesto sobre la renta, el impuesto sobre plusvalías y el impuesto de sociedades (tipo impositivo del 28%), así como con el cierre de la brecha tributaria.

Sin embargo, legislar estos cambios podría resultar difícil en la práctica. Incluso si los demócratas obtuvieran tanto la presidencia como el Senado, las propuestas legislativas tendrían que ser aprobadas además por los Demócratas moderados del Congreso.

La reciente respuesta positiva a la probabilidad de un aumento de la Ola Azul sugiere que el mercado comparte la opinión de que un amplio plan de estímulo, junto con una menor incertidumbre en materia de política exterior, deberían compensar los efectos negativos de la subida de impuestos y del endurecimiento de la regulación financiera. En la siguiente tabla se resumen las cuatro posibilidades principales sobre los resultados electorales:

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Implicaciones para la política de la Fed y los tipos de interés

La posibilidad de que se alcance un acuerdo sobre las medidas adicionales de estímulo presupuestario antes de las elecciones es un condicionante clave para los mercados de tipos. Este acuerdo es muy necesario. Un acuerdo preelectoral daría lugar a una subida de los intereses en deuda pública y a una curva de tipos más pronunciada. Si no se alcanzara un acuerdo antes de las elecciones, cabría esperar que se aprobara uno después, pero solo si el resultado electoral es claro. En tal caso, la incertidumbre se mantendrá a corto plazo tanto en el frente presupuestario como en el electoral.

Desde la gestora, consideran que existe una probabilidad del 70% de que no se alcance un acuerdo presupuestario antes de las elecciones.

Un resultado electoral dividido constituye el principal riesgo a corto plazo para las medidas presupuestarias de estímulo. Solo hay un escenario (Trump + Congreso dividido) en el que no esperarían un acuerdo sobre medidas de estímulo significativas, tampoco a largo plazo.

El 2000 como modelo

Ante la amplia ventaja de Biden en las encuestas, los mercados han empezado a infravalorar el riesgo de resultado electoral dividido y/o demorado por las impugnaciones legales y el malestar social. Esta posibilidad sería sin duda un evento de riesgo a corto plazo que haría aumentar la volatilidad.

A pesar del liderazgo de Biden en los sondeos, el índice de popularidad de Trump se ha mantenido relativamente estable, con un sólido apoyo subyacente por encima del 35%. Con más del 40%, el actual presidente todavía tendría posibilidades de ganar. Sin embargo, para obtener la victoria, los analistas demoscópicos sugieren que, desde el punto de vista demográfico, Trump necesita obtener el apoyo de las mujeres con formación superior, de ahí su enfoque en el voto de las familias suburbanas.

Durante las próximas dos semanas, sobre todo si no hay un claro ganador el 3 o el 4 de noviembre, Robeco espera que la actitud hacia el riesgo se muestre vulnerable y que la volatilidad aumente a corto plazo. La historia dirá si el coronavirus es para Trump lo que el huracán Katrina fue para el legado de George W. Bush.