El lunes fue un día negro para la familia Botín. El Boletín Oficial del Estado estampó en sus páginas a falta de una hasta tres multas contra el Banco Santander
y también contra Jaime Botín, el hermanísimo de Emilio, por no notificar a tiempo su participación en el accionariado de Bankinter, un asunto que ya coleaba desde hacía tiempo. 

En cualquier caso, la actualidad se centró este lunes en la milmillonaria sanción impuesta por la Comisión Nacional del Mercado de Valores de 17 millones de euros en total por “una infracción grave”, –de 10 millones de euros- por no disponer de “la información necesaria sobre sus clientes” a la hora de comercializar y suscribir los conocidos como ‘Valores Santander’, y otra “muy grave” –de 6,9 millones- por “incumplimiento” de “obligaciones” que se entiende entre una entidad bancaria y su clientela.

Fuentes cercanas al Banco Santander han confirmado el recurso admitido a trámite ante la Audiencia Nacional como respuesta a la multa impuesta por la entidad que preside Elvira Rodríguez. Tal y como consideran personas conocedoras del caso por parte de la entidad, la CNMV consideró que la documentación empleada era la adecuada y recuerdan que de 52 sentencias en firme a raíz de la ‘mala conversión’ de los Valores Santander, tan sólo dos de ellas habían sido desfavorables para el banco.

A falta de que el Banco Santander haya facilitado cifras exactas de los procesos de arbitraje abiertos para solucionar el asunto de estos bonos convertibles, Javier Flores, responsable del Servicio de Estudio y Análisis de ASINVER, reconoce que la negociación llevada a cabo por el banco fue mucho mejor que la que se ha producido en ocasiones más recientes, como es el caso de las participaciones preferentes de Bankia, y de ahí que el ruido mediático haya sido significativamente inferior.



Historia de Valores Santander
En el año 2007, el Banco Santander, junto con Royal Bank of Scotland y Fortis, el "Consorcio", según versa en las notas remitidas a la CNMV, se hicieron con el control del banco ABN Amro vía OPA. Para ello se contaba con una ampliación de capital inicial de 4.000 millones de euros.

El 19 de septiembre se formalizaba un 'hecho relevante' en el que comunicaba las condiciones para la suscripción de los Valores Santander, por un importe máximo de 7.000 millones de euros. 
 
Los 129.000 clientes, según cálculos de la entidad, que compraron por aquel entonces estos bonos convertibles lo hicieron bajo un valor nominal de 5.000 euros, tratándose de una emisión que carecía de ráting y asumiendo que podían acogerse a un canje voluntario los días 4 de octubre de cada año (comenzando por el 2008) hasta que se cumplieran los cinco años previstos como fecha tope para la convertibilidad de renta fija en acciones del banco. 

Tal y como se explicaba en el tríptico de la emisión, los suscriptores recibirían un tipo de interés nominal anual del 7,3% el primer año. A partir de entonces, la rentabilidad ofrecida por este producto híbrido se reducía al Euríbor más 2,75%. 

En lo que respecta a la valoración de las acciones, el folleto explicitaba que se haría a un 116% del precio al que se encontraran los títulos en el momento de la emisión de las convertibles. 

El matiz estaba en los dos pasos a dar hasta llegar -desde los bonos- a las acciones: 1) Valores "necesariamente" canjeables por obligaciones convertibles y 2) obligaciones "necesariamente" convertibles en acciones de nueva emisión. La pérdida para el inversor, que las casas de defensa de los accionistas minoritarios cifran alrededor del 32% -habiendo sumado la rentabilidad ofrecida por el producto durante los años en 'vigor'-, se produce en el momento de convertir las obligaciones en acciones y no antes. Esto es, para una inversión de 5.000 euros se entregaría el correspondiente número de obligaciones como canje de los Valores Santander. Ahora bien, las obligaciones, como así ha sido, valen al final del proceso mucho menos de lo que se estimaba inicialmente. 

 
El problema del color 'amarillo'
El Banco de España trató de impulsar hace algo más de un quinquenio una especie de semáforo que midiera el riesgo de los productos financieros, como nos explica Carlos Ladero, analista de WallWood Spain."Era un producto complejo y de elevado riesgo", afirma Javier Flores, que reconoce que el Santander era una de las entidades que empleaba esta política de tres colores. "Lo tenían calificado como amarillo" y este era el color empleado para los productos con cierto riesgo, pero que "garantizan el nominal", como mínimo.

Desde la AEMEC (Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Españolas), consideran que más que un problema de comunicación, el error fue "la valoración de la acción" jugada de la "mala suerte". "Nosotros no pedimos al banco que indemnice a los bonistas porque discriminaría a los otros accionistas del Banco Santander", asegura su secretario general. La valoración real al final del proceso "fue más baja, pero lo fue para todos. Como defensores de los accionistas hemos mirado por el conjunto de accionistas y no hemos podido discrimar al accionista de largo plazo", concluyen.

Es una evidencia que los cálculos fallaron puesto que se hablaba en aquel entonces de un precio por acción de unos 16 euros frente al real del 4 de octubre de 2012 de 5.867 euros por título. Desde ese momento, los bonistas que hayan decidido mantener sus acciones para intentar recuperar parte de la inversión habrán visto aumentar su saldo en un 7,8%, resultado de la revalorización de la acción hasta la fecha actual. 

Cotización Banco Santander 4/10/2012 - 17/02/2014 (FUENTE: Ei)
Cotización Banco Santander 4/10/2012 - 17/02/2014 (FUENTE: Ei)


Un 30% más de acciones
"No se puede comparar el precio de la acción del Santander" en el año 2008 "con el actual", apunta Ladero. Y es que en la suma final de estos productos híbridos no se consideran las ampliaciones de capital. El Banco Santander contaba con algo más de 8.900 millones de acciones en circulación, según el informe anual de la entidad correspondiente al año 2011. Hoy existen 11.561 millones de títulos del santanderino, lo que representa una dilución del accionista cercano al 30%. 

Entre manos, reconocen algunas fuentes consultadas, tienen distintas demandas contra productos estructurados en lo que parece ser "una moda" que está de vuelta en el panorama nacional, no sólo de entidades como el Santander, sino que el círculo se amplía también al resto del sistema financiero. Tal y como reconoce Ladero, las entidades ofrecen, en estos momentos, "una cesta de tres valores", pongamos por caso, con una rentabilidad interesante y a una serie de años vista. Ahora bien, una de las condiciones para recuperar el nominal es que ninguno de los títulos ceda más del 20% en bolsa. Además, "las cláusulas" impuestas a estos productos para salir antes de vencimiento son muy elevadas, "llegando incluso al 5%". 

Un ejemplo de ello es el denominado 'Estructurado Garantizado Doble cupón con memoria' emitido por BBVA, con una inversión mínima de 5.000 euros. Su 'cesta' está compuesta por acciones de Santander, Repsol y Telefónica. Ofrece un 4% de rentabilidad al primer año si los títulos respetan el 100% de su valor inicial. 

Caixabank también comercializa productos estructurados, aunque no ofrece información pública en su página web. Del mismo modo, se encuentran en la gama de posibilidades de otras entidades como Bankinter, Banco Santander o Bankia.