La percepción global de que los viajes transnacionales parecían seguro este verano se ha diluido. De forma tan repentina como real y fulgurante. La celeridad de propagación de nuevas variantes del coronavirus, con la denominada Delta al frente, ha devuelto la incertidumbre al negocio del turismo. En la práctica totalidad de sus segmentos productivos. Aunque con los desplazamientos internacionales y su multiplicidad de empresas involucradas -desde líneas aéreas, hasta hoteles, agencias de viajes y firmas de gestión de planes vacacionales, esencialmente- como principales dianas de la reanudación de los ataques de la crisis sanitaria.

De nuevo, el repunte de contagios y de fallecimientos ha ocasionado cancelaciones en un tejido productivo asolado por los efectos del Covid-19. Hasta el punto de que, según datos de este mes de la Agencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad) el crash turístico que ahora se vuelve a agudizar por la mutación procedente de la India, ya habrá ocasionado pérdidas al PIB global de más de 4 billones de dólares -cifra equivalente al tamaño de la economía alemana, la cuarta del planeta- entre los años 2020 y 2021.

El inicio de la campaña estival, con sucesión de celebraciones y los primeros desplazamientos vacacionales, y la reanudación de eventos deportivos con presencia de público ha dado paso a una fase de cautela, de restricciones de viajes por parte de los gobiernos y, por ende, de anulación de destinos ya contratados. “Todo el mundo parecía haber comprado la idea de que el capítulo de la pandemia había tocado a su fin” con los avances de las vacunaciones en las economías de rentas altas, pero “el sentimiento de que todo había pasado se ha evaporado”, explica Christopher Dembik, director de estrategia en Saxo Bank al valorar las oscilaciones, con tendencia al descenso, de los activos asociados a las firmas turísticas en las bolsas europeas.

La resistencia de la variante Delta a las inoculaciones en marcha ha vuelto a generar un consenso científico que recomienda aplicar medidas restrictivas en paralelo a las campañas de suministro de dosis a la población.

Portugal, España, Italia, Alemania o Francia han iniciado ya esta senda. Mientras en Reino Unido, con ciudades como Manchester o Edimburgo superando holgadamente los 500 casos por cada 100.000 habitantes, empiezan a sopesar revertir el sentido de su semáforo de permisividad para viajar al exterior. A pesar de haber retirado la obligación de cuarentena a sus residentes con la pauta completa desde el 19 de julio, a su llegada a territorio británico y ya valora situar en zona roja a parte de sus ex socios europeos.

También desde los países de la UE se sopesa establecer las primeras restricciones a la llegada de británicos ante el aumento -por encima de los 42.000 nuevos casos diarios a finales de la pasada semana- de infecciones y la constatación de que la variante Delta se propaga a pesar del escudo protector de las vacunas que, en Reino Unido, ha progresado de forma espectacular. Al rebasar, a mediados de mayo, el 70% de su población con dosis completas. El límite oficioso de la inmunidad de rebaño.

Una gestión, la del premier Boris Johnson, de levantar barreras en plena sacudida de la variante Delta en la zona cero de contagios en el Viejo Continente en esta quinta ola, que ha sido tildada de “arriesgada” por los expertos y analistas convocados recientemente por la BBC. Mientras en Portugal impone una cuarentena de dos semanas a los británicos que acudan a su territorio sin las pautas administradas y España les exige un test negativo o prueba de vacunación completa, lo que saca a Reino Unido de la lista de entrada sin restricciones.

Alemania ya ha extendido el confinamiento temporal a quienes se hayan desplazado a naciones como Portugal o Rusia, y Francia o Bélgica acaban de aconsejar a sus ciudadanos no vacunados eludir desplazamientos a España o Portugal donde se incrementan las infecciones por la variante Delta. Italia también ha acordado cuarentenas a quienes procedan de Reino Unido.  

Temores que se acrecientan por doquier. A raíz de consejos como el que lanza Financial Times y que aseguran que España se encamina hacia la tasa de Covid más alta de Europa occidental. Una información que ha obligado al Gobierno, a través de la ministra de Industria y Turismo, Reyes Maroto, a reaccionar e incidir en que “España es un destino turístico seguro”. Pese a que la tasa de infecciones supere la línea roja establecida por la UE para desaconsejar viajes a las naciones que se instalen bajo estas directrices. s viajes hacia y desde el país".

Desde Bank of America se ha emitido una nota explicativa de los riesgos que reaparecen sobre la economía española en sus perspectivas para las economías europeas. Los expertos del banco destacan que la variante Delta genera riesgos añadidos, y a la baja, sobre el PIB del segundo semestre. Según explican, “la incidencia ha aumentado en Portugal (donde la variante Delta ya es dominante) y comenzado a subir en España, particularmente en Cataluña.

Los dos socios peninsulares -dicen- serán la guía de vigilancia expresa para el resto de Europa. “Esperamos que el progreso de la vacunación sea suficiente para contener la presión sobre el sector de la salud”, precisan. Antes de augurar que, “desde una perspectiva de crecimiento, conlleva múltiples riesgos”. A corto plazo, la temporada turística estival “podría ser más débil de lo esperado en el escenario base de la zona del euro, que fija un dinamismo inter-trimestral del 2,0% para sus expertos; del 2,3% para el consenso de mercado y del 2,8% que determinan las previsiones del BCE. Bajo un clima político también de incertidumbre. Con Alemania -en septiembre- y Francia -en abril de 2022- con citas electorales, generales y presidenciales, respectivamente.

El sector turístico tratar de sacar cabeza ante tantas inclemencias. Zurab Pololikashvili, director gerente de la Organización Mundial del Turismo -adscrita a Naciones Unidas- acaba de recordar que “millones de negocios y puestos de trabajo en todo el mundo, con independencia de su tasa de rentas, dependen directamente del vigor del sector”. Y que las vacunaciones y el aumento de soluciones digitales para fomentar viajes seguros “deberían elevar la movilidad en las próximas semanas y meses”.

Porque -insiste a partir del último diagnóstico de la institución, del 1 de junio, hasta esta fecha, cuando la variante Delta aún no había arraigado en Europa, “el 29% de todos los destinos mundiales permanecían completamente cerrados al turismo internacional”. De los que más de la mitad lo están desde mayo de 2020. En su mayoría, pequeñas islas del Pacífico y Asia. En comparación con tres países -Albania, Costa Rica y República Dominicana- totalmente abiertos a la entrada de turistas. Pololikashvili apela a los gobiernos a hacer un uso instrumental coordinado de aplicaciones telemáticas que garantizan la seguridad de los desplazamientos. En una industria masivamente digitalizada. E incide en que uno de cada tres destinos (el 34%) están todavía “parcialmente cerrados” y el 36% requiere una prueba negativa de Covid-19, en algunos casos con cuarentenas adicionales.

Las situaciones de emergencia, como la que se consolida este verano con la variante Delta, “han añadido restricciones específicas a los visitantes en un 42% de los países”. Sin contabilizar los daños sobrevenidos este verano, las pérdidas del sector iban a superar los 1,8 billones de dólares -el tamaño del PIB de Canadá, noveno del mundo- en 2021, en comparación a sus ingresos de 2019. Con perspectiva de que, incluso, llegaran hasta los 2,4 billones, casi el valor productivo de la economía italiana, en el escenario más perjudicial de los tres que contemplan los expertos de la OMT. Con una amplia diversificación de los retrocesos, tanto geográficamente como por áreas de rentas altas, medias o bajas.  

En términos de empleo, la industria turística elevará en un 5,5% la tasa de desempleo de media en todo el mundo, aunque en naciones dependientes del sector, podría incrementarse en un 15%. Los costes laborales totalizan alrededor del 30% de los gastos del sector, tanto en potencias industrializadas como en mercados emergentes y economías en desarrollo. En 2020, el descenso de las llegadas de turistas en todo el mundo superó con creces los 1.000 millones, una caída del 73%, que se acrecentó hasta el 84% al término del primer trimestre de este año, cuando arreció el número de contagio de la cuarta ola y las campañas de vacunación iniciaban su andadura, tal y como constata la última revisión de la institución. 

La esperanza de que el turismo catapultara el PIB europeo ha menguado en el primero de los meses estivales por excelencia, julio. En especial, en países como Portugal, que ya ha puesto en marcha confinamientos en sus principales capitales (Lisboa y Oporto) y en destinos turísticos del Algarve como Albufeira. Después de registrar la peor de las dobles recesiones de la Unión, con la que contabilizó en el primer trimestre de este año, tras nuevas restricciones sociales. Y tras la desescalada y reapertura económica entre abril y junio. Con repuntes del transporte -del 72%-, de los vuelos -del 28%- o de las reservas turísticas -del 110%- entre los países del club monetario en relación a sus niveles previos a la epidemia en los segundos tres meses de 2021. E invitaban a dar credibilidad a previsiones como la de Oxford Economics que auguraba hace unas semanas un aumento del PIB para los 19 socios del euro del 4,2% este año.