Una serie de productos como el cobre, el platino, el maíz e incluso el azúcar, este año verán su producción disminuida. Esto ayudará a mermar el inventario que han ido acumulando a lo largo de este período.

Sin embargo el crudo continuará con una oferta superavitaria por lo menos hasta mediados del próximo año; mientras tanto, en la industria del crudo se reanuda la inversión de capital tras haber sido recortada severamente durante la caída de los precios del crudo durante el último año.

Identificamos varios elementos que podrían impactar en el precio de las materias primas. Más allá de los riesgos macroeconómicos de una postergación de los aumentos en las tasas de interés (lo que repercutiría positivamente en el precio del oro), los riesgos climáticos podrían afectar a algunas materias primas.

Actualmente nos encontramos que los efectos de la corriente de El Niño son los más duros que se registran desde el año 1997. Si tomamos la historia como guía a tener en cuenta en el futuro, podríamos ver que los precios del maíz, del cacao y del azúcar se incrementan, mientras que los precios del café, la soja y del gas natural estadounidense, tienden a disminuir.

Los bajos precios del crudo mantienen una inflación moderada a nivel mundial y esto animará a muchos bancos centrales a continuar con su postura de flexibilización agresiva hacia fin de año y en el 2016. De hecho, la Reserva Federal de Estados Unidos es la única que podría subir las tasas este año.

Es por ello que bajo un contexto inflacionario moderado, las medidas banco-centralistas seguirán afectando la dirección de las divisas dentro de un futuro predecible. Las políticas de tasas bajas o negativas continuarán respaldando a las economías y esto seguramente ejercerá una presión a la baja en los tipos de cambio.

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Es por ello que las guerras de divisas continuarán siendo una consecuencia de esa política estimuladora de los bancos centrales, sea o no sea un objetivo declarado como tal.

El futuro de las tasas de interés y los estímulos de los bancos centrales (junto con las incertidumbres respecto al crecimiento económico de China) continuarán siendo el factor dominante de los mercados de divisas del G10.

La volatilidad ha sido elevada dada la incertidumbre política que irrita los mercados y sigue siendo una preocupación clave para los inversores. Dado que la volatilidad cambiaria ha disminuido últimamente, contemplamos oscilaciones menos pronunciadas durante el último trimestre.