Perspectivas del segundo trimestre: el juego de la fragmentación
En Saxo Bank prefieren hablar de fragmentación y no de "desglobalización", un término que a juicio de los expertos del banco danés peca de ambigüedad. Como señala Steen Jakobsen, CIO de Saxo Bank, la palabra fragmentación define mejor el proceso de desglobalización que está realineando los bloques económicos mundiales para asegurar el acceso a recursos vitales de manera más equilibrada mediante nuevas alianzas alejadas del dominio occidental.
"Podríamos llamarlo desglobalización, pero el mundo sigue siendo global a nivel comercial, sólo se está fragmentando en bloques. Navegar en estos nuevos fragmentos será clave para los inversores, no solo este año, sino durante las próximas décadas", afirma Jakobsen.
"Tener una visión estratégica y táctica al mismo nunca había sido tan importante en un mundo fragmentado, parcialmente desglobalizado, que requiere nuevas capacidades de producción que conllevarán enormes inversiones para asegurar las cadenas de suministro", añade.
Un nuevo mundo de tipos de interés más altos
Después de casi una década y media ignorando los tipos de interés, el mundo despierta lentamente en una realidad de tipos de interés que influyen considerablemente el entorno macroeconómico y que implican nuevos desafíos.
Las tensiones del mercado y las presiones a las que se enfrentan hoy los bancos estadounidenses más pequeños recuerdan a la crisis de las cajas de ahorros y préstamos (S&L, por sus siglas en inglés) que tuvo lugar entre 1986/1995 en Estados Unidos y que provocó la quiebra de casi un tercio de las 3.234 asociaciones de cajas de ahorros y préstamos. En aquel entonces, las asociaciones de ahorro y préstamo competían con las empresas patrocinadas por el gobierno para equilibrar las hipotecas a tipo fijo a 30 años. En la actualidad, podemos encontrar similitudes con la cartera hipotecaria de 98.000 millones de dólares de First Republic. En esa época, como hoy, el ritmo de las subidas de tipos perjudicó la rentabilidad de los bancos y aumentó la vulnerabilidad, especialmente de los más pequeños, frente a la fuga de depósitos. Pero, hemos visto que todo esto tiene remedio.
Así y hasta ahora, los responsables políticos han actuado con rapidez para controlar la situación, recurriendo a viejos y eficaces trucos para proporcionar liquidez al mercado a través del acceso a préstamos de emergencia y líneas de swap. Esta última medida, la línea de swap, sirve de respaldo del sector financiero: cualquier gran banco del mundo que pueda depositar buenas garantías en el Banco de Inglaterra, el Banco Nacional Suizo, el Banco Central Europeo o el Banco de Japón puede obtener dólares de su banco central (que obtiene dólares de la Reserva Federal estadounidense) cualquier día de la semana. Es como una ventanilla mundial de descuento de dólares destinada a evitar la escasez del billete verde en el sistema. En la crisis anterior, estos mecanismos ayudaron a recuperar la estabilidad, y cabe esperar que vuelva a ocurrir. Pero este respaldo de liquidez-que no es en modo alguno comparable con el Quantitative Easing- no se destinará a la economía real. Eso es lo que debería preocuparnos.
Mayor riesgo de recesión en Estados Unidos
Cuando desde Saxo Bank publicaron a finales del año pasado sus previsiones para 2023, no eran partidarios de la recesión. En aquel momento, el nivel de crédito que entraba en la economía no era coherente con una recesión. Nuestra teoría se basaba en una economía que se encaminaba hacia un periodo de expansiones y contracciones de rápida oscilación, con un crecimiento más moderado y un desempleo en aumento, pero aún bajo. La mayoría de las empresas no estaban dispuestas a renunciar a los empleados que tanto les costaba contratar, aumentando así el riesgo de "zombificación" del empleo.
Pero las cosas están a punto de cambiar. Los bancos estadounidenses, faltos de liquidez, han tomado prestadas grandes cantidades de dinero de la Reserva Federal. Desgraciadamente, no creemos que se utilicen estas reservas bancarias para ofrecer créditos. Esto es el principal riesgo macroeconómico, que los bancos ralenticen el impulso del crédito. ¿Por qué? En una economía muy apalancada como la actual, se necesita un flujo constante de crédito para generar crecimiento económico. En Estados Unidos -donde los mercados de capitales desempeñan un papel clave en la generación de crédito- los bancos siguen representando alrededor del 40% del crédito privado. Y para las PYMEs, que representan una importante huella macroeconómica, el endurecimiento de la banca es un gran problema. Seguimos pensando que es demasiado pronto para pronosticar una recesión en Estados Unidos, ya que carecemos de datos macroeconómicos que la respalden. Pero la nueva dinámica amenaza con acelerar bruscamente una posible recesión.
¿A qué hay que prestar atención ahora?
Harán falta semanas o incluso meses para evaluar mejor la situación macroeconómica. El nivel de incertidumbre actual es inusualmente alto. Mientras tanto, debemos vigilar los valores respaldados por hipotecas y los diferenciales crediticios, especialmente en Estados Unidos. Las condiciones de los préstamos interbancarios no servirán de mucho, al menos a corto plazo y tras la aplicación de los backstops. Las presiones serán muy difíciles de vigilar en tiempo real. Suponemos, además, que los banqueros centrales intensificarán su comunicación con el sector bancario para asegurarse de que no surgen nuevas tensiones en el mercado. En su opinión, no hay riesgo material de que se produzcan retiradas masivas de fondos. Pero los participantes del mercado deben poner el foco en el impacto de las tensiones sobre las condiciones generales de los préstamos y las debilidades estructurales más profundas de los bancos más pequeños. Este es el posible elefante en la habitación de Estados Unidos. Los bancos más pequeños representan un enorme 67% de los préstamos inmobiliarios. Según el Fondo Monetario Internacional, los bancos estadounidenses más pequeños conceden préstamos al sector inmobiliario por valor de 2 billones de dólares.
Europa también tiene problemas, aunque por ahora parecen menos graves. Las subidas de los tipos de interés y la menor asequibilidad del sector inmobiliario también están desestabilizando el panorama financiero y macroeconómico europeo. Estamos empezando a ver las consecuencias del fin de la política de tipos negativos, sobre todo en los países donde los préstamos hipotecarios se fijan a tipos variables (básicamente en la mayor parte de Europa). En Grecia, las ejecuciones hipotecarias siguen aumentando (especialmente desde que el Tribunal Supremo ha permitido a los fondos de inversión privados extranjeros comprar propiedades y revenderlas, alimentando así la especulación inmobiliaria). En Suecia, el mercado inmobiliario residencial está sufriendo una de las peores caídas del mundo, con un 16% del valor de la vivienda aniquilado en el último año, después de que los tipos más altos alimentaran las hipotecas variables. Y esto aún no ha terminado. El banco central sueco, el Riksbank, prevé que la caída alcance el 20% desde su nivel máximo de hace un año. En el Reino Unido, las concesiones de hipotecas se hunden debido a la subida de los tipos. Según la Oficina de Estadísticas Nacionales, el coste mensual de una nueva hipoteca aumentó un 61% en el año hasta diciembre de 2022 para una vivienda de tipo adosado. Y los datos siguen aumentando. Sin embargo, aún es demasiado pronto para evaluar las implicaciones macroeconómicas exactas de todo esto. No se verá en cuestión de semanas, sino de meses. Lo que es seguro es que no augura nada bueno y que las perspectivas macroeconómicas son cada vez más preocupantes.
Renta variable: un mundo de incógnitas
Entre la crisis bancaria, la elevada inflación, la subida de los tipos de interés, el complicado panorama de los bancos centrales y la prolífera fragmentación de la economía global, se abre un mundo nuevo lleno de incógnitas para las bolsas.
2023 ha sido una auténtica montaña rusa para los inversores. La renta variable despegó como un cohete, ganando casi un 7% en enero, debido a la apuesta de los inversores por el escenario de "no aterrizaje", es decir, por una economía mundial que evitaría el soft landing, ganando impulso gracias a la reapertura de China. Este comportamiento del mercado se reflejó claramente en las acciones de Tesla y en el Bitcoin.
Las condiciones financieras, que aún no son lo suficientemente restrictivas para frenar la inflación, y el templado clima europeo que evitó una crisis energética han sido los dos factores que han influenciado las perspectivas de los inversores y que a su vez impulsaron la renta variable. En febrero, el contundente mensaje de la Reserva Federal sobre su intención de hacer lo que sea necesario para enfriar la inflación, implicando tipos de interés más altos durante mucho más tiempo de lo que se pensaba, empujó al alza los rendimientos de los bonos estadounidenses. Sin embargo, el colapso de Silicon Valley Bank, la segunda mayor quiebra bancaria de Estados Unidos de los tiempos modernos, cambió la tendencia.
La fortaleza del mercado de renta variable durante los dos primeros meses del año -a pesar de unos resultados desiguales en el cuarto trimestre y de unas perspectivas poco halagüeñas debido a la presión de los costes- ha impulsado considerablemente el índice MSCI World por encima de su media histórica, rebajando la futura rentabilidad real prevista. Teniendo en cuenta la valoración actual, existe una probabilidad del 30% de que la renta variable no ofrezca una rentabilidad superior a la inflación, lo que, en un contexto histórico, es un mal punto de partida. Pero si observamos los bonos, los rendimientos no parecen mejores, especialmente si la inflación es rígida.
La globalización, medida por el volumen del comercio mundial, estaba en pleno auge en los años 2001-2008, cuando la inclusión de China en la OMC cambió las reglas del juego, desatando una carrera hacia la deslocalización de la fabricación para desbloquear mayores márgenes operativos y ganancias para los accionistas. Sin embargo, la crisis financiera acabó con el auge del crédito y la economía china dejó de ser la misma y siguió perdiendo fuelle con el aumento de la regulación, la centralización estatal, el apalancamiento de la deuda y, recientemente, la crisis inmobiliaria. Y la guerra comercial de Trump tampoco ayudó.
El "Juego de la Fragmentación" es esencialmente una dinámica geopolítica estratégica que consiste en garantizar un acceso más sólido a la energía, a la tecnología y a la defensa entre grandes Estados competidores. La electrificación y la transición verde son una clara apuesta hacia la independencia en el suministro de energía, que, tras la guerra de Ucrania, es una variable clave para cualquier país. La transición verde será, además, positiva para los metales como el litio y el cobre, y también para el crecimiento de empresas eléctricas y de todos los sectores relacionados con la energía solar y los sistemas de almacenamiento de energía. Las oportunidades en estos sectores serán importantes para los inversores. Además, se espera que la Unión Europea ponga en marcha su versión propia de la Ley de Reducción de la Inflación estadounidense.
Por otra lado, los semiconductores desempeñan un papel clave en nuestra economía moderna. Sin una cadena de suministro estable de semiconductores es imposible contar con equipos militares, automóviles, maquinaria avanzada, ordenadores y centros de datos. La Ley CHIPS de Estados Unidos ha cambiado la industria de los semiconductores y ahora se están realizando grandes inversiones en Estados Unidos y en Europa.
El "Juego de la Fragmentación" también significa deslocalización, con países como India, Vietnam e Indonesia ganando en comparación con otros países emergentes. Las empresas de logística seguirán prosperando debido a la complejidad del nuevo mundo fragmentado. Pero, el nuevo ecosistema implicará políticas fiscales más fuertes para guiar la transición y las consecuencias se reflejarán en costes más altos para las empresas, y por tanto, en márgenes más bajos. La fragmentación de la economía mundial situará probablemente la inflación en un nivel estructural más alto, y el coste del capital posiblemente subirá, lo que presionará a las empresas de baja calidad y a las más apalancadas.
La lucha contra la inflación presiona a los bancos
¿Podría la Reserva Federal subir el tipo de interés oficial a 450 puntos básicos sin romper nada? Esa era la gran pregunta que todo el mundo se hacía y las condiciones financieras sugerían que así era, pero las dificultades de SVB Financial han demostrado lo contrario y aunque el gobierno estadounidense intervino asegurando los activos, el daño ya estaba hecho. En pocos días, se inició una frenética carrera para convertir los depósitos en bonos a corto plazo, lo que provocó que el rendimiento de los bonos estadounidenses a 2 años cayera 109 puntos básicos en sólo tres días. Ese movimiento repercutió en todos los mercados, trastornando los fondos de cobertura que seguían las tendencias y provocando dos sesiones bursátiles consecutivas con una pérdida de riesgo de cola (tail risk, en inglés) del 0,1% para los fondos CTA, la mayor pérdida en un solo día para este tipo de fondos de cobertura.
El sistema bancario se vio entonces sometido a una fuerte presión y varios bancos pequeños de Estados Unidos se lanzaron a la búsqueda de depósitos, lo que elevó el saldo de ventana de descuento de la Reserva Federal a 156.000 millones de dólares en una sola semana, su nivel más alto desde la Gran Crisis Financiera. Y el baile de depósitos empezó. Poco después, el rescate de Credit Suisse empeoró las cosas con la eliminación por completo de los AT1.
Se desconocen por ahora las consecuencias a largo plazo de la garantía total de los depósitos no asegurados por parte del gobierno estadounidense y de la medida suiza de eliminar el capital AT1. Podrían atormentar la economía y los mercados durante años. Una posible consecuencia es que los bancos más débiles pierdan el acceso a depósitos, su principal fuente de financiación, lo que podría dar lugar a un menor número de bancos y a una mayor concentración en el sector bancario.
Los valores bancarios, especialmente los bancos europeos, han sido el centro de atención de los grandes inversores debido a la fuerte expansión del margen de interés neto en 2022. El rendimiento a 3 meses en Estados Unidos se sitúa en torno al 4,51% (a 20 de marzo), frente al tipo medio de depósitos a plazo fijo a 3 meses del 0,61% en febrero, según la FDIC. El cierre de esta brecha de rendimiento significará el fin de la macro-apuesta en los bancos. Además, si el agregado de depósitos sigue cayendo, lo que no ocurría desde 1948, la venta forzosa de activos, con voluminosas pérdidas debido al aumento de los tipos de interés, podría ser el próximo riesgo que amenazará los mercados.
Materias primas: el potencial alcista a largo plazo de las materias primas no ha muerto
Siendo uno de los temas más candentes de 2022, las materias primas siguen ofreciendo interesantes oportunidades de inversión en un mundo fragmentado.
Las principales materias primas, desde el crudo hasta el cobre y el mineral de hierro, comenzaron 2023 con fuertes ganancias impulsadas por las perspectivas generalizadas de la recuperación de China. El mercado pensaba que el mayor consumidor mundial de materias primas compensaría con creces los oscuros nubarrones económicos que amenazaban en Europa, que siguen asomando por la crisis energética del año pasado, y en Estados Unidos, donde la Reserva Federal en su intento de combatir la inflación siguió subiendo los tipos a un ritmo nunca visto antes en décadas.
Sin embargo, la insuficiente fuerza de la reapertura china no ha permitido compensar el impacto negativo de la subida de tipos, especialmente tras el mensaje de "cueste lo que cueste" del presidente de la Fed para enfriar la inflación, sin importar el impacto económico, subiendo tipos durante mucho más tiempo de lo previsto anteriormente.
A pesar de las prometedoras señales de recuperación en China, las materias primas dependientes del crecimiento cotizaron a la baja durante el resto del trimestre, antes de desplomarse aún más, tras la aparición de la crisis bancaria. Con todo ello y con el desplome del petróleo tras meses de oscilación, el daño infligido a China y a los metales industriales asociados a la transición verde ha sido limitado, y los metales preciosos repuntaron con las caídas de los rendimientos de los bonos y el tono más suave de la Reserva Federal.
De cara al segundo trimestre, la mayoría de los sectores de materias primas registran descensos interanuales, impulsados por las preocupaciones ante la fragilidad del crecimiento económico y, en parte, por el fuerte repunte registrado el año pasado por estas fechas tras la invasión de Ucrania por Rusia. Los sectores dependientes del crecimiento y la demanda son los más afectados, como el sector de la energía y los metales industriales, que registran actualmente una caída anual de alrededor el 25%; el sector agrícola que ha bajado un 6%, debido sobre todo a las fuertes caídas del trigo y del algodón, mientras que los metales preciosos, tras las turbulencias de marzo, encontraron apoyo para cotizar planos en el año.
Las tensiones del mercado que contribuyeron a impulsar la fuerte rentabilidad se han relajado pero no en la medida que cabría esperar, dadas las actuales preocupaciones por el crecimiento económico.
La conclusión que podemos sacar es que el potencial alcista a largo plazo de las materias primas no ha muerto de manera súbita y seguirá beneficiándose del endurecimiento de las condiciones de oferta de varias materias primas clave causado por la falta de inversiones (que no mejorará con la crisis bancaria), la recuperación de China, la transición energética, el repunte de las infraestructuras, así como los riesgos meteorológicos.
Sin una solución clara a la guerra de Ucrania a la vista, el "Juego de la Fragmentación", también influye el mercado de materias primas. Y, particularmente en el sector energético, sacudido por las sanciones contra Rusia que han creado un mercado de dos o incluso tres niveles, provocando un cambio importante en las rutas mundiales de suministro.
El oro y la plata siguen al alza y vemos cada vez más indicios de que el metal amarillo podría alcanzar un nuevo récord por encima de los 2100 $. De lograrlo, podríamos ver a la plata, un metal semi-industrial, volver a los 26 $ por onza, por debajo de nuestra anterior previsión de 30$, dadas las actuales preocupaciones ante la fragilidad del crecimiento económico.
La combinación de la continua y fuerte demanda de los bancos centrales, que ayudó a sostener los precios en 2022, y la renovada demanda de inversión a través de los ETF tras meses de ventas netas, probablemente sea el principal motor que sostenga unos precios al alza duraderos. Los fondos de cobertura, con su posicionamiento direccional, seguirán añadiendo una capa adicional de fortaleza durante los repuntes, pero también de debilidad durante los periodos de corrección.
El cobre sigue soportado por la transición verde
En general, prevén que el cobre cotice entre 3,75 y 4,50 dólares durante los próximos meses, antes de romper al alza y alcanzar un nuevo récord en algún momento del segundo semestre.
Se trata de una opinión que comparten algunas de las principales empresas mineras, impulsada por la limitación de los suministros y las perspectivas de aumento de la demanda de electrificación como parte de la transición verde. Durante el mes de marzo, cuando el crudo llegó a caer más de un 12%, la pérdida del cobre ha sido inferior al 4% y, en nuestra opinión, pone de relieve que el metal, debido a la creciente demanda de vehículos eléctricos, a la generación de energía renovable, al almacenamiento y transmisión de energía, ya está compensando la desaceleración inmobiliaria en China y la ralentización económica en Occidente.
Si, como se cree, este repunte de la demanda verde no ha hecho más que empezar, el mercado del cobre será el motor que finalmente empuje los precios hasta nuevos máximos históricos.
En línea con nuestras previsiones, el crudo Brent pasó la mayor parte del primer trimestre cotizando en los 80, antes de que la crisis bancaria y los temores de recesión hicieran caer el precio hasta los 70 $. Como señaló la AIE en su último Informe, el mercado del petróleo se encuentra actualmente atrapado entre corrientes cruzadas, con la oferta superando a una demanda todavía escasa, lo que ha llevado a los inventarios a un máximo de 18 meses.
Dado que Rusia está desviando su crudo y productos petrolíferos de Europa y sus aliados del G7 hacia compradores asiáticos, especialmente India y China, pero también Turquía, África y Oriente Medio, el impacto global de apoyo a los precios en los equilibrios mundiales aún no se ha manifestado.
Observamos que la tendencia a la baja del Brent, favorable para los precios, se mantuvo durante las ventas de marzo, mientras que los márgenes de las refinerías se han ampliado, lo que pone de relieve unas condiciones de mercado que, de mantenerse, seguirán proporcionando un apoyo subyacente. Sin embargo, en general, no cabe duda de que el segundo trimestre será difícil, ya que la atención prestada a la estabilidad de los mercados financieros contrarrestará la fortaleza subyacente de la demanda de China y, potencialmente, la debilidad del dólar respaldará las perspectivas de crecimiento de las economías de mercado emergentes.
China en el "Juego de la Fragmentación" mundial
China busca activamente establecer acuerdos bilaterales y ecosistemas regionales para aumentar su esfera de influencia y blindar su posición.
Desde 2020, China avanza hacia una nueva estrategia de desarrollo económico que hace especial hincapié en la "circulación interna" frente a la "circulación externa". No es que China ya no considere que las exportaciones son un motor importante del desarrollo económico, sino que pretende evitar una dependencia excesiva de las exportaciones.
El modelo chino orientado a la exportación, considerable en mano de obra y energía, se ha beneficiado durante décadas de la globalización. Desde las reformas económicas y la apertura de la década de 1980, China se ha ido integrando en la economía mundial. Sus exportaciones como porcentaje del PIB han pasado del 5% en 1980 al 36% en su punto álgido de 2006.
Pero, el comercio mundial se desplomó hasta el 26,5% del PIB tras la Gran Crisis Financiera y luego osciló entre el 27% y el 30%, salvo un breve deslizamiento durante la COVID-19. Sin embargo, el comercio exterior de China como porcentaje del PIB disminuyó constantemente hasta situarse en torno al 20%, muy por debajo del nivel mundial.
El "Juego de la Fragmentación" global
China pretende desempeñar un papel más importante en las instituciones económicas multilaterales del orden económico internacional establecido por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. En este sentido, el gigante asiático ha motivado a sus funcionarios a ocupar altos cargos en estas instituciones, como el de Director General Adjunto en la OMC, para garantizar que su voz sea escuchada y sus intereses atendidos.
China reconoce el orden económico y financiero internacional creado y definido por Estados Unidos y ha actuado dentro de su marco en su afán de desarrollo económico desde la década de los 80, pero intenta ahora desplazar ese orden estadounidense, no del todo, sino de forma selectiva y regional.
Se trata de una estrategia similar a la del juego de mesa asiático "Go", en el que no se gana eliminando las piezas del adversario, sino colocando las suyas en las intersecciones adecuadas para asegurarse más esferas de influencia. Así, China ha estado invirtiendo en relaciones con países de regiones geopolíticas clave con el objetivo de controlar recursos vitales, atenuar las influencias estadounidenses y construir sus propias influencias chinas. Sin dejar de abrazar la globalización y los beneficios que conlleva, China intenta reorientar el orden globalizado a su favor, con una capa adicional de construcción de bloques y formación de alianzas.
Para proteger su posición y buscar posiciones estratégicamente ventajosas, China busca activamente establecer acuerdos bilaterales y ecosistemas regionales para garantizar el acceso a los mercados de sus productos y, lo que es más importante, el suministro de recursos vitales para la economía china, así como aumentar su esfera de influencia de seguridad nacional. China lanzó en 2013 la Iniciativa de la Franja y la Ruta, junto con el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras y el Nuevo Banco de Desarrollo. Ha acelerado, además, la firma de numerosos acuerdos de libre comercio bilaterales y regionales desde 2015. China también ha tratado activamente de firmar acuerdos de canje de divisas para impulsar el uso del renminbi (RMB) en su comercio exterior, reduciendo su dependencia con el dólar estadounidense, así como el uso del dólar por parte de sus socios comerciales.
Mientras tanto, en su afán de competencia estratégica con China, Estados Unidos ha fragmentado el orden globalizado que creó para negar a China el acceso a algunas tecnologías avanzadas, inversiones, capital y mercados, así como para hacer frente a aranceles más elevados y otras barreras comerciales.
China avanza hacia Occidente para asegurarse el suministro energético
Tras más de dos años sin viajar al extranjero debido a la pandemia, el presidente chino Kazajstán y Uzbekistán en septiembre de 2022, Arabia Saudí en diciembre de 2022, Rusia en marzo de 2023 y recibió la visita del presidente iraní en febrero de 2023. Durante la visita de Xi, China y Arabia Saudí firmaron un gran número de acuerdos comerciales, de inversión, tecnológicos y de infraestructuras. Xi también ha pedido a Arabia Saudí que acepte el renminbi en la liquidación de las transacciones de crudo. De este modo, China está estrechando lazos con Oriente Próximopara asegurar su suministro de crudo y, de paso, reducir marginalmente el poder estadounidense en la tradicional esfera de influencia de este último.
La situación de Asia Central es clave para la iniciativa china de la Franja y la Ruta. La región, sin salida al mar, solía estar dentro de la esfera de influencia de Rusia y la mayoría de sus oleoductos siguen yendo a Rusia. Como Rusia está ocupada con la guerra y necesita a China estratégicamente, China ha conseguido ampliar su poder económico en Asia Central.
Fragmentación financiera
A pesar de haber abrazado la globalización en las últimas décadas, China mantiene un firme control sobre su moneda, su capital y su sistema bancario. El gigante asiático controla rigurosamente todos los movimientos transfronterizos de capital y tiene una moneda vinculada a una cesta de divisas de sus principales socios. Su sector bancario está dominado por bancos de propiedad mayoritariamente estatal.
De este modo, China protege su sistema financiero de las perturbaciones financieras externas y utiliza sus bancos para canalizar fondos del sector empresarial y de los gobiernos locales con el fin de financiar el crecimiento económico y las iniciativas políticas. Mientras que los problemas de los bancos regionales de Estados Unidos y la saga de los bancos suizos han afectado a las cotizaciones de los bancos estadounidenses y europeos, los bancos chinos que cotizan en bolsa se han visto menos afectados, ya que están relativamente aislados de esas sacudidas. No obstante, los bancos chinos se enfrentan a su único problema, tener que seguir las directrices del Banco Popular de China para conceder préstamos de acuerdo con las iniciativas políticas de Pekín. Los bancos chinos se encuentran a menudo en una fase del ciclo crediticio muy diferente a la del resto del mundo y su entorno operativo está fuera del sistema financiero mundial.
Tecnología y fragmentación de datos
En su búsqueda de autosuficiencia tecnológica en medio de las restricciones impuestas por Estados Unidos en el acceso a tecnología avanzada, China está creando una comisión central de ciencia y tecnología dependiente del Partido Comunista Chino para movilizar recursos y esfuerzos a escala nacional en múltiples entidades gubernamentales con el fin de impulsar la innovación tecnológica y los descubrimientos científicos.
A menudo aclamados como el nuevo petróleo de la economía de la información, los datos son un activo estratégico clave que China intenta aislar del resto del mundo. En este sentido, China también prohíbe a su población el acceso a numerosos sitios web extranjeros.
Invertir en fragmentación
A medida que China avanza en la construcción de infraestructuras para Arabia Saudí y, potencialmente, con otros países del Golfo ricos en recursos y países de Asia Central, parece interesante seguir de cerca algunas empresas del sector de infraestructuras, como China State Construction, Nari Technology y China Energy Engineering.