
“El hombro del tenista está siempre en el límite debido a los movimientos tan explosivos que realiza. Es esencial encontrar el equilibrio entre los músculos que utiliza”, apunta el doctor Miguel Ángel Martín Montalvo, traumatólogo de los hospitales Quirónsalud Sagrado Corazón e Infanta Luisa, hospitales de referencia durante la 60ª edición de la Copa Sevilla ATP Challenger que se disputa estos días en la capital hispalense, con Quirónsalud como Servicio Médico Oficial.
Orígenes del saque en el tenis
El tenis moderno tiene sus raíces en juegos de raqueta que se practicaban en Europa en los siglos XII y XIII. Estos juegos fueron evolucionando gradualmente a lo largo de los años y se jugaban con distintos tipos de raquetas, en canchas de diferentes dimensiones y reglas diversas.
A medida que el tenis se fue organizando y ganando popularidad en el siglo XIX, se establecieron reglas más formales y específicas para este juego. Antes de la introducción del servicio por encima de la cabeza, los jugadores solían hacer el saque bajo, es decir, manteniendo la raqueta por debajo de la cintura. Era una técnica que limitaba la potencia y la precisión del saque y simplemente servía para poner la pelota en juego.
Con el tiempo, los jugadores comenzaron a darse cuenta de que levantar la pelota por encima de la cabeza y lanzarla en el aire antes de golpearla permitía un mayor control y potencia en el saque. Esta técnica se popularizó a finales del siglo XIX y se convirtió en la forma estándar de hacer el saque en el tenis.
Además, con la evolución de los materiales y el diseño de las raquetas, así como de las pelotas, los jugadores pudieron aumentar la velocidad y efecto en sus saques, lo que llevó a la creación de distintas estrategias de servicio en el juego.
El hombro se lleva la peor parte
En el tenis actual, el saque ha adquirido suma importancia en el desarrollo del juego, de modo que los tenistas entrenan y repiten este golpe una y otra vez. Hay que entender que, durante un partido pueden llegar a realizarlo más de doscientas veces y que su eficacia es determinante para el resultado.
Si el deportista no está bien entrenado en el saque, puede perder el partido, pero, lo que es peor, este movimiento puede provocarle lesiones en el hombro.
Durante el saque, el tenista coloca el brazo muy elevado y hacia atrás. Esta posición extrema permite una gran amplitud en el movimiento y mayor fuerza de impacto. Esto es posible gracias a la musculatura de la parte delantera del hombro, que en los tenistas suele estar muy desarrollada. Así, los profesionales logran velocidades de saque que pueden superar los 200 kilómetros hora.
Pero la repetición de este movimiento tan explosivo puede provocar lesiones tanto dentro de la articulación como en los tendones adyacentes. Y no es solo debido a la aceleración: también la deceleración producida por el impacto de la bola al sacar puede ser lesiva, ya que, en el momento en que la raqueta impacta con la bola, se produce un frenado brusco en los músculos de la parte de detrás del hombro (manguito rotador y escápula).
El doctor Martín Montalvo asegura que, “para entender bien cómo se produce la lesión, hay que recordar que en el momento del saque estamos transmitiendo energía desde las extremidades inferiores y el tronco al brazo, pasando por la escápula”.
Esta transmisión de energía actúa como los eslabones de una cadena: si todos funcionan correctamente hasta llegar al hombro, la energía se transmite sin problema; sin embargo, si alguno falla (lesiones en la cadera, musculatura abdominal o problemas en la espalda), todo el resto del sistema sufre y acaba provocando sobrecargas en el hombro del tenista.
Por tanto, para mantener esta cadena transmisora de fuerza bien engrasada, es fundamental equilibrar todas las estructuras musculares, sobre todo las que el tenista no desarrolla de forma natural en sus entrenamientos. Por ejemplo, desarrolla mucho la musculatura anterior del hombro, pero necesita hacerlo también con la musculatura de la parte posterior para equilibrar la articulación. Para ello, necesita realizar un trabajo específico, el balance de ambas zonas musculares ayuda a que no haya lesión. Un equilibrio entre sus músculos agonistas y antagonistas es clave para evitar lesiones.
Y a partir de ahí, el partido puede continuar.

