La inversión socialmente responsable se ha convertido en el vehículo ideal para ofrecer productos adaptados a los desafíos actuales de la sociedad sin renunciar a la rentabilidad. Por qué no invertir en empresas que huyen de determinados negocios controvertidos (armas, tabaco, juego…); en las más comprometidas y respetuosas con el medioambiente (eficiencia energética, emisiones cero en carbono, energías renovables, …); en aquellas inspiradas en valores éticos; las best in class (las que lo hacen mejor) o en fondos solidarios que donan parte de sus comisiones a una buena causa. El cambio de mentalidad ha llegado. No sólo los inversores buscan que su rentabilidad esté alineada a objetivos sostenibles de calidad, sino que el sector de gestión de activos y las propias compañías han tomado buena nota de este cambio.

Los fondos de inversión sostenible y responsable combinan en la gestión de sus carteras criterios de análisis financieros y no financieros, como ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG). Un tipo de producto financiero que está creciendo a medida que aumenta la sensibilización ante las amenazas climáticas y los problemas sociales. Según los últimos datos publicados, el volumen de patrimonio en este tipo de inversión creció en España un 36% en 2019, según un estudio elaborado por Spainsif. Esta tendencia es más llamativa si se tiene en cuenta que entre 2015 y 2017 el aumento fue en torno al 10%, y otro 3,1% en 2018. Además, si antes esta industria estaba concentrada en el inversor institucional, ahora los pequeños ahorradores están decididos a financiar a las empresas responsables y suponen el 19% del total invertido.

Y si ya te has decidido a dar el paso, descubre qué gama va más contigo”, señala Santander en su perfil de Twitter, que ofrece cinco sencillos consejos:

1) Tener visión a largo plazo.

2) Escoger una gestora con experiencia en la categoría.

3) Comprobar que cuenta con criterios de inversión responsable.

4) Buscar un proyecto verdaderamente sostenible por el que apostar,

5) y, en el caso de escoger un préstamo verde, asegurarse de que su finalidad es la sostenibilidad medioambiental.

Recompensar a las empresas que se comporten como “buenas ciudadanas”

“Necesitamos un nuevo contrato social”, reclamaba recientemente Ana Botín, presidenta de Banco Santander, en el marco de la última Conferencia Internacional de Banca celebrada por la entidad el pasado mes de octubre. Y añadía que “es muy importante” que se recompense a aquellas empresas que se comporten como “buenas ciudadanas”, es decir, las que cumplan mejor con los principios ASG que están siendo establecidos por las grandes instituciones supranacionales conforme a unos estándares comunes de respeto al medio ambiente, a la inclusión social y no discriminación, y a la aplicación de políticas pioneras de gobierno corporativo. De hecho, los expertos están cada vez más convencidos de que las empresas que no empiecen ya a transformar sus operaciones y sus modelos de negocio a los grandes retos actuales serán penalizadas por los inversores y por los mercados de capitales y podrían llegar a desaparecer.

El grupo financiero ha hecho importantes esfuerzos no sólo por integrar la sostenibilidad en el corazón de su estrategia corporativa, sino para que la mayor parte de los productos y servicios que ofrece Santander a sus clientes en todo el mundo respondan a una regla de oro: deben ser realmente sostenibles, contribuir al progreso de los clientes y la comunidad, y reflejar el compromiso global adquirido por Santander para ser un banco responsable. La sostenibilidad de todo lo que se ofrece a los clientes hoy se puede observar en toda la gama de oferta del banco, aplicada en cada uno de los mercados en los que opera.

En el caso de España, la gestora del grupo cántabro, Santander Asset Management (SAM), es líder en sostenibilidad. Fue la primera entidad española en lanzar un fondo de estas características en 1995. Actualmente gestiona en torno al 55% del volumen de este tipo de productos del sector, según datos de Inverco, y espera mover en 2021 más de 20.000 millones de euros en fondos de inversión y planes de pensiones sostenibles.

La entidad cuenta con el mayor fondo de estas características, el Santander Sostenible Renta Fija 1-3, con un patrimonio superior a los 1.400 millones de euros. Además, ha sido pionera al lanzar una gama de fondos Sostenibles, compuesta por un fondo de bonos verdes (Santander Sostenible Bonos), dos fondos mixtos con distinta exposición a Bolsa (Santander Sostenible 1 y 2) y un fondo de renta variable pura (Santander Sostenible Acciones). También sacó al mercado en 2018 el primer fondo que apuesta por la igualdad de género (Santander Equality Acciones). A ello se suma la iniciativa global Santander GO, la nueva gama de fondos mandatados a gestoras terceras, que incluye el fondo sostenible Santander GO Global Equities ESG, gestionado por Boston Partners (Robeco); y fondos solidarios, como el Santander Responsabilidad Solidario FI, un producto ético que veta las compañías que no cumplen determinados principios, como defensa de la paz, protección y promoción de la salud o respeto de los derechos humanos, y que dona a distintas organizaciones sociales parte de las comisiones de gestión.

Para manejar todas estas inversiones, SAM tiene un equipo de expertos que, además de aplicar los criterios tradicionales de liquidez, rentabilidad y riesgo, se encarga de desarrollar e implementar la metodología de análisis ASG, lo que permite a la gestora obtener una puntuación según estos criterios para tener una mejor visión de los activos. Estos expertos valoran la labor de las compañías en base a cuatro ejes: sostenibilidad financiera, medioambiental, social y de gobierno corporativo.

Más allá de los fondos de inversión, Banco Santander dispone de una amplia gama de productos verdes, centrados en respetar estos criterios de sostenibilidad.  Por ejemplo, en el terreno hipotecario, Santander ha estrenado un nuevo módulo de bonificación flexible que beneficia especialmente a las viviendas hipotecadas que tengan calificación energética A ó A+, es decir: a las viviendas sostenibles. También cuenta con financiación ventajosa de vehículos eléctricos (en España, el Préstamo Coche Ecológico) y acaba de lanzar el primer ‘bono verde’ -un instrumento hasta ahora para inversores institucionales- que abre la puerta de acceso para que los pequeños ahorradores puedan contribuir a financiar programas de energías renovables. 

El compromiso por la inversión sostenible se extiende a todos los negocios del grupo. Recientemente, Santander Corporate & Investment Banking (Santander CIB) anunció la creación de un equipo específico dedicado a mejorar su oferta en el área de soluciones de sostenibilidad, gobernanza y medio ambiente. “Queremos ayudar a nuestros clientes en su proceso de transformación hacia objetivos ESG, ayudándoles a definir y conseguir sus metas de sostenibilidad a escala global”, ha señalado José M. Linares, director general y responsable global de esta división. En definitiva, todo un ejemplo de buena gobernanza interna para ser un banco responsable que ha sido clave para alzarse con el título de “El banco más sostenible del mundo”, de acuerdo con el Índice Dow Jones de Sostenibilidad.

El compromiso por la inversión sostenible se extiende a todos los negocios del grupo. Recientemente, Santander Corporate & Investment Banking (Santander CIB) anunció la creación de un equipo específico dedicado a mejorar su oferta en el área de soluciones de sostenibilidad, gobernanza y medio ambiente. Este nuevo equipo global, que estará dirigido por Steffen Kram, colaborará con los equipos existentes de cobertura y producto para ayudar a los clientes en su transición hacia un modelo de negocio más sostenible, ofreciéndoles tanto soluciones estratégicas como estructuras financieras y de producto, diseñadas específicamente para las diferentes geografías, industrias y segmentos del mercado. “La creación de este equipo refuerza aún más nuestra contribución a los compromisos de banca responsable del grupo, que buscan apoyar el crecimiento inclusivo y sostenible. Queremos ayudar a nuestros clientes en su proceso de transformación hacia objetivos ESG, ayudándoles a definir y conseguir sus metas de sostenibilidad a escala global”, ha señalado José M. Linares, director general y responsable global de Santander CIB.

El objetivo de Santander, declarado oficialmente en 2019, es construir ese modelo de banca responsable que permita el progreso de las personas y de las empresas, y para ello se ha fijado metas como facilitar más de 120.000 millones de euros en financiación verde hasta 2025 y llegar a los 220.000 millones de euros en 2030. Eso incluye financiación de proyectos, préstamos sindicados, préstamos verdes, financiación de circulante y exportaciones, asesoramiento… Hoy en día, en plena pandemia, Banco Santander sigue participando de forma activa en decenas de proyectos de energías renovables (plantas fotovoltaicas, parques eólicos, centrales termosolares y/o hidráulicas…). Estos proyectos se desarrollan no sólo en España, sino en Brasil, el Reino Unido, Estados Unidos, Bélgica, Chile o Uruguay. Además, está posicionado como una de las entidades líderes en la financiación de proyectos de energías renovables a nivel internacional de acuerdo a las llamadas Dealogic League Tables, las más importantes del mundo.

Y en colaboración con entidades multilaterales como el Banco de Desarrollo del Consejo de Europa (CEB), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD), ofrece a sus clientes líneas de financiación para proyectos de eficiencia energética y energías renovables en España, Brasil, Polonia y Perú.

La agricultura sostenible es otra de las prioridades. La entidad cántabra -la primera de España de largo en financiación del sector agroalimentario- apoya iniciativas agrícolas en muchas otras geografías que promueven la conservación de los recursos naturales medioambientales, especialmente en Brasil. En España, la App Agro ofrece a los agricultores noticias de última hora, relacionadas con subvenciones públicas, información sobre productos agrícolas y precios de los cultivos.