Son muchas las empresas, eso sí, que están registrando el continuo goteo de bajas laborales de sus trabajadores, fruto de esta ola pandémica. Una de las vías para evitar un contagio masivo en los entornos laborales puede ser la realización de estudios de inmunidad dentro de una misma empresa.
“Tanto desde el punto de vista individual como desde la organización resulta de vital importancia conocer la inmunidad que hemos adquirido tras la vacuna para evitar exponernos a situaciones de riesgo, al menos, hasta que dispongamos de una vacuna esterilizante y/o logremos erradicar o controlar al SARS-CoV-2 y sus posibles mutaciones”, afirman en este sentido desde Quirónprevención.
Este tipo de estudios y el conocimiento que de ellos obtenemos, según subraya, pueden ayudar a las compañías y a las instituciones a optimizar las estrategias, acciones y medidas a adoptar para proteger a la población en su conjunto frente al riesgo de la COVID-19.
Es más, la compañía líder del sector de la seguridad y salud laboral defiende que el conocimiento de la situación de seroprevalencia de la población en general es un factor clave para el diseño del plan de actuación para combatir el virus, “un elemento primordial” para determinar la hoja de ruta de estrategias y actuaciones dentro y fuera de la empresa.
“Entre otras cosas, este tipo de estudios ayudará a establecer estrategias de vacunación más eficientes, lo que es muy importante dada la situación actual de dificultad global de acceso a la vacunación en un número elevado de países lo que, a su vez, es muy importante para conseguir un nivel de inmunización global que nos permita, no solo contener la pandemia, sino prevenir la aparición de nuevas variantes que pudieran llegar a poner en peligro los objetivos alcanzados hasta el momento”, resalta la compañía.
Un estudio propio de inmunidad
Precisamente, desde Quirónprevención han querido practicar con el ejemplo y han realizado entre sus trabajadores un estudio basado en la determinación serológica de anticuerpos específicos frente a la proteína S, la cual se produce a través de la vacunación y/o habiendo padecido la enfermedad, bien de manera sintomática o asintomática, con la finalidad de conocer la situación inmunitaria de las personas vacunadas frente al SARS-CoV-2 dentro de la empresa.
Según explica, se trata de un “estudio descriptivo, observacional y multicéntrico” sobre una población laboral, con personas de ambos géneros cuyos resultados ayudarán a la hora de desarrollar algún modelo predictivo que permita la estimación del comportamiento específico de la inmunidad adquirida frente a la COVID-19 a lo largo del tiempo.
La muestra se emprendió sobre una población voluntaria de 2.328 personas, profesionales de Quirónprevención. El 89% de la población estudiada se encuentra entre los 35 y los 65 años de edad, siendo un 67% los comprendidos entre los 40 y los 54 años. Del total de la muestra poblacional (conjunto de personas que han participado en el estudio), el 85% no habían pasado la enfermedad, mientras que el 15% si la habían pasado.
Solo el 2% de vacunados no desarrolló inmunidad específica
Entre sus conclusiones, Quirónprevención destaca que solo el 2% de las personas vacunadas no desarrollaron inmunidad específica detectable frente a la proteína S de la espícula, mientras que sí lo hicieron un 98%, “lo que pone de manifiesto la efectividad de la vacunación en su conjunto, si bien, existen matizaciones a este respecto según el tipo de vacuna”, como indican continuación.
“Las vacunas que han presentado mayor seroconversión (anticuerpos positivos) han sido las de Pfizer y Moderna (plataforma ARNm), con porcentajes de positividad superiores al 99%, seguidas por AstraZeneca con una seroconversión de un 94% y para el caso de Janssen con un 75%”, asegura la compañía de salud laboral.
Por otro lado, de este estudio se desprende que las tasas de anticuerpos producidas por las vacunas de plataforma NO ARNm (AstraZeneca y Janssen) han resultados más bajas que las correspondientes a las de plataforma de ARNm (Pfizer y Moderna), de tal forma que sólo un 23% de las vacunas NO ARNm han superado el nivel de 500 BAU/mL, mientras que para el caso de las vacunas de plataforma ARNm dicho valor se superó en el 53% de los casos.
“Se podría concluir que, efectivamente, quizá sea recomendable y necesaria una dosis de refuerzo, sobre todo, para las personas que han sido vacunadas con plataforma no ARNm, lo que afectaría en torno al 15% de la población estudiada, yendo en línea con los resultados obtenidos en otros estudios realizados”, afirma.
Por otro lado, el trabajo constata que en aquellas personas que han padecido la COVID-19 y además han sido vacunadas, se han observado niveles de anticuerpos “significativamente más altos” que en personas que han sido vacunadas sin haber padecido la enfermedad, lo que se observa en el caso de todas las vacunas estudiadas.
En relación con la inmunidad promedio, a falta de ahondar en los resultados obtenidos hasta ahora, el trabajo de campo realizado por Quirónprevención pone de manifiesto que, a partir de los 120 días después de la vacunación (aproximadamente 4 meses), el nivel de anticuerpos se reduce en aproximadamente un 50% de media, siendo inferiores a 1.000 BAU/ml a los 180 días (6 meses) en todos los resultados obtenidos.