Está compuesta por 33 vértebras que se dividen en cinco regiones, según su ubicación: región cervical, en la zona del cuello; región dorsal, en la zona de la espalda, la más larga, con 12 vértebras; la región lumbar, en la zona inferior de la espalda; la sacra, en la zona de la pelvis; y la región coxígea, donde se encuentra el hueso del coxis. Entre cada vértebra hay un disco intervertebral que amortigua el movimiento entre las vértebras gracias a que contiene una sustancia gelatinosa llamada núcleo pulposo, que está rodeado de un anillo fibroso. Los discos permiten la flexibilidad de la espina dorsal y actúan como almohadillas cuando se realiza algún tipo de ejercicio como flexionarse, caminar, saltar, agacharse, estirarse o correr.
El disco puede acabar rompiendo su anillo fibroso permitiendo que ese núcleo pulposo salga del interior del disco, produciéndose entonces lo que llamamos una hernia discal. Cuando esto sucede, suele haber una presión sobre los nervios espinales y causar un dolor intenso en la zona donde se ha producido la hernia. Suele ser más común en la zona lumbar, produciendo entonces generalmente un dolor ciático que llega hasta el pie, pudiendo asociarse también debilidad muscular, hormigueo y pérdida de fuerza y sensibilidad en la extremidad inferior; cuando la hernia discal es cervical, la sintomatología sería generalmente en la extremidad superior. El dolor se agudiza al toser o estornudar, al sentarse o al estar de pie, o al hacer esfuerzos. Las hernias discales son más frecuentes en hombres y mujeres de mediana edad y también en la edad avanzada, y es el principal motivo de baja laboral, solo por detrás del trastorno depresivo. Suele producirse como consecuencia de una actividad física especialmente intensa, como levantar reiteradamente objetos pesados, o también por tener sobrepeso, fumar o llevar una vida sedentaria.
El tratamiento de la hernia de disco en un primer momento es reposo relativo, analgésicos y antiinflamatorios y fisioterapia, y en algunos casos las terapias infiltrativas son la solución. En casos rebeldes a ese tratamiento conservador o bien cuando existe pérdida de fuerza o incontinencia de esfínteres, la cirugía es el tratamiento de elección.
Hasta ahora, la operación de hernia discal requería una intervención más agresiva y un largo periodo de recuperación. Sin embargo, “la cirugía endoscópica de columna supone una revolución que acaba con el estigma de que la cirugía de columna es agresiva, de larga convalecencia o muy dolorosa e inabordable en pacientes de edad avanzada. Así se convierte en una cirugía mínimamente dolorosa y agresiva, accesible a pacientes de cualquier edad y patología”, asegura el doctor Daniel Iglesias, traumatólogo especialista en columna de Quirónsalud Zaragoza y jefe de la Unidad de columna del Instituto Aragonés de Traumatología.
La cirugía endoscópica, una innovadora técnica llevada a cabo por el doctor Iglesias desde hace cinco años, tan solo precisa una incisión de 8 milímetros, como el diámetro de un bolígrafo, y por tanto un solo punto de sutura, lo que supone una intervención ambulatoria, con anestesia local y una recuperación casi inmediata; “un avance revolucionario en el abordaje de la patología más limitante desde el punto de vista físico, como es la hernia discal”, añade el especialista. Este método mínimamente invasivo ofrece una serie de ventajas frente a la cirugía tradicional, como la reducción del dolor después de la operación, un ingreso hospitalario de 24 horas, menor sangrado y menor riesgo de infección y de posibles complicaciones, y la recuperación y la vuelta a las actividades normales es más rápida.
Para poder introducir más rápidamente esta técnica en el sistema sanitario español, el doctor Iglesias recibe visitas en el hospital Quirónsalud Zaragoza de cirujanos de columna de todo el país y realiza cursos como el llevado a cabo en este mismo hospital en el que se formaron ocho cirujanos de hospitales de Barcelona, Madrid, Vizcaya, Segovia, Las Palmas, Huelva y Lugo. “Los cirujanos van a realizar unas prácticas sobre simuladores humanos como si fuera una operación real y van a salir del curso con los conceptos necesarios para poder desarrollar la cirugía en sus hospitales sin ningún tipo de problema”, explica el doctor Daniel Iglesias. “Estos modelos anatómicos son reproducciones completamente fieles al cuerpo humano y reaccionan ante la cirugía igual que estos. No existe nada más parecido a una intervención real sobre paciente y contar con simuladores humanos en España nos sitúa a la vanguardia de la especialización médica en Europa”, añade el traumatólogo especialista.