Las señales de debilidad del dólar emprenden un nuevo ‘baile de divisas’ global

Los mercados de capital se han puesto en guardia. El rally bajista del dólar de los últimos meses, surgido casi al unísono de la Gran Pandemia económica que ha llevado a la recesión global más contundente en tiempos de paz, ha revalorizado su relación cambiaria frente al euro hasta rozar los 1,20 dólares por cada unidad monetaria europea. En concreto, en las primeras horas del mes de septiembre, cotizó a 1,1997 dólares. Y algunas firmas de inversión vaticinan un desplome del billete verde americana de hasta el 36%. Sin establecer, por el momento colchón de seguridad alguno a una caída que, sin ser libre, permanece en actitud de goteo constante. Hasta suscribir un retroceso del 7% respecto al euro desde el inicio de este ejercicio o del 13% desde finales de marzo, aún en pleno derrumbe de las plazas bursátiles en todo el mundo.  

El descenso del dólar se ha agudizado por las notables restricciones de oferta de billetes verdes en circulación, por las reducciones de frecuencia de operaciones de liquidez en dólares que han acordado los principales bancos centrales. Pero esta reacción es un efecto colateral. Porque, los orígenes del deterioro del valor del dólar, según los estrategas de PIMCO Gene Frieda y Sachin Gupta, responden a los cambios constantes de la Fed en su desafío de avanzar hacia una política monetaria acomodaticia: “La agresiva respuesta de la Reserva Federal ha erosionado la ventaja de rendimiento del dólar acumulada a lo largo de un ciclo plurianual de subidas de tipos”. Sin embargo, consideran probable que el shock económico del Covid-19 ponga el límite a la caída del dólar, dado que “mientras exista la incertidumbre relacionada con el virus, es de esperar que el freno al crecimiento mundial limite el alcance y la amplitud de cualquier descenso del dólar”. A su juicio, el atractivo de las divisas alternativas va a depender de las variables económicas; es decir, que diferirá según cada región. De ahí que estiman como probable que la coyuntura actual implique una apreciación del euro. “Creemos que, junto con el sólido Programa de Compras de Emergencia Pandémica (PEPP) del BCE, unido al reciente acuerdo del Consejo Europeo sobre el Fondo para la Recuperación de la UE aumenta el atractivo del euro como alternativa al dólar”. Asimismo, consideran que “el yen ofrece otra alternativa potencial, debido al status de Japón como mayor acreedor externo del mundo, su divisa tiende a debilitarse en periodos de fuerte crecimiento económico y de aumento del apetito de riesgo”, de forma que, en comparación con otras monedas, el yen también es muy sensible a los cambios en los rendimientos reales relativos de EEUU”


Pero el dólar está inmerso en un ciclo distinto a cualquier otro. Porque las condiciones globales son únicas y excepcionales. Y llegan tras una década de dominio del billete verde en los centros financieros. El dólar tendrá un comportamiento divergente frente a las divisas del G-10 que en su relación con las monedas de los mercados emergentes en los próximos años. Sobre todo, por la previsión de que EEUU no recuperará el pleno empleo hasta, al menos, mediados de 2024. Hasta entonces, la Fed se reserva la opción de mantener artificialmente bajos los tipos de interés y de utilizar sus instrumentos de compra de activos, explican los expertos de PIMCO. E, incluso ante nuevos shocks económicos y financieros, el valor refugio del dólar, en escenarios de baja rentabilidad en los mercados de bonos, el recorrido del billete verde, que en los ciclos previos de depreciación ha marcado pérdidas de entre el 15% y el 20% de su valor respecto a los valores actuales, tendrá una tendencia al descenso. Históricamente, su retroceso ha sido más rápido en recesiones profundas. De entre el 8% y el 10% anual en cinco ocasiones entre la crisis de 2003 de las punto.com y 2018. Las dudas sobre la expansión del Covid-19 en los distintos episodios de desescalada mundial y sobre tratamientos y vacunas para combatir la epidemia sanitaria han puesto al dólar en estado de cuarentena permanente. A la baja.  

En el universo de las monedas emergentes, las predicciones son siempre más complejas por las distorsiones en sus cuadros macroeconómicos y financieros. Son, en general, mercados que se ven en la obligación de emplear su arsenal de reservas de divisas y sus instrumentos monetarios para cubrir fases críticas -y variables- de pérdida de recaudación fiscal en tiempos de retrocesos de sus tipos de cambio. Aunque, en la coyuntura financiera y económica actual, han recuperado también valor frente al dólar. El yuan (renminbi) chino y el won surcoreano, al calor del despegue de actividad y del retorno de sus economías a un ciclo de exportación tecnológica robusto. Aun así, la divisa china está todavía cerca de los niveles más bajos desde que Pekín ampliara la banda de fluctuación, en 2005. La estabilidad cambiaria retornará cuando haya signos claros de que la pandemia sanitaria empiece a estar bajo control médico, explican Frieda y Gupta.

Desde Morgan Stanley explican que la rentabilidad es sólo un factor a tener en cuenta a la hora de invertir. Porque los valores bursátiles podrían fluctuar en respuesta a próximos resultados de empresas e industrias, a las condiciones del mercado o al clima económico global. La debilidad del dólar afecta al riesgo de los bonos. Cuando el precio del dinero escala, su valor desciende. Aunque también están sujetos a condiciones de reinversión y el capital puede retornar con bajos tipos de interés. En plena recuperación del euro que parece haber logrado una red de seguridad creíble para los mercados, después del acuerdo sobre el plan de reconstrucción. Hasta el punto de que los estrategas de divisas le ven con potencial para alcanzar los 1,30 dólares por euro. En gran medida por a decisión, por primera vez en la historia de la zona del euro, de emprender la mutualización de la deuda ocasionada por el coronavirus. En Mizuho creen que el euro es ahora “mucho más creíble” que en la crisis de la deuda de 2012 y no es descartable que llegue a ese nivel frente al dólar en los próximos doce meses, escribe Peter Chatwell, su estrategia en divisas. Mientras Valentin Marinov, analista de Credit Agricole precisa que este nuevo escenario en los socios monetarios europeos “está en disposición de crear una masiva y nueva atmósfera para la inversión de alta calidad, dado que los bonos denominados en euros podrían ser contratados por inversores internacionales para diversificar sus carteras en dólares del Tesoro americano”. Cem Keltek, de Commerzbank, apunta a otra señal. El spread entre el bono italiano y el bund alemán permanece desde el acuerdo por debajo de los 150 puntos básicos, evidencia, a su juicio, de que “los mercados están pasando la página del fondo de recuperación”; es decir, que lo han digerido con satisfacción. 

El viraje cambiario dólar-euro-yen ya permitió el rebote de las divisas emergentes en julio, dicen en Standard & Poor’s. Su International Emerging Market Currency Index (MSCI), que mide hasta 26 monedas de estas latitudes, repuntó un 1,4%, el tercer mes alcista consecutivo. Corrección casi generalizada consignada también desde su S&P Global Market Intelligence, con el peso chileno y el florín húngaro a la cabeza del terreno ganado al billete verde americano. Un balón de oxígeno que, en cualquier caso, está sometido a posibles vaivenes, pero que continúa con la entrada de septiembre por la prolongación de la política monetaria acomodaticia de la Fed, a la que le preocupaba sobremanera posibles tensiones inflacionistas, y la escalada manufacturera en China, que revela un restablecimiento de la demanda global. 

 

Divisa de países emergentes. Comportamiento