El hecho de que el desplome coincidiera con la decisión de la Autoridad de Servicios Financieros (FSA, por sus siglas en inglés) de autorizar las ventas a corto coincidiera con una jornada negra para la cotización de la banca ha intensificado el enfrentamiento entre el organismo regulador y el Gobierno, que se mostraba favorable a mantener la prohibición.
Sin embargo, la FSA ha insistido en que las ventas a corto no son responsables de la caída de las entidades financieras y ha pedido además que los inversores declaren todas las posiciones cortas que posean en cualquier valor, una llamada a la que sólo ha acudido por el momento el fondo de alto riesgo Lansdowne Partners.

