El FMI y los países de la zona Euro decidieron bloquear el quinto tramo de la ayuda de 110.000 millones de euros que se aprobaron en el primer rescate del país heleno. Unos 12.000 millones que tienen que ser liberados el 3 de julio.


Las
razones esgrimidas para este retraso han sido dos:
1. Que Grecia apruebe en el Parlamento las medidas de recorte del gasto exigidas.
2. Tener pactado un segundo plan de rescate, de aproximadamente unos 120.000 millones de euros adicionales.
El cumplimiento de la primera condición se desvelará la semana que viene, cuando se vote en el Parlamento el nuevo plan de austeridad. Medidas muy impopulares que a día de hoy no tienen el apoyo de la oposición.

En cuanto al segundo rescate, en el que Gran Bretaña no quiere participar, hay que vencer las reticencias de algunos países, como Alemania, cuyos ciudadanos son contrarios a inyectar más dinero a las economías sureñas, argumentando que los contribuyentes de los países ricos no tienen que seguir pagando la falta de cabeza de los demás.

Si no prosperara la ayuda a Grecia para hacer frente a la deuda soberana, este país se vería abocado a salir del euro, con los problemas que ello contagiaría al resto de países de la zona euro.

Si una moneda es, en esencia, confianza, no es muy aventurado predecir que apartar un país de la UE por problemas económicos traería graves consecuencias para la credibilidad de la divisa europea. Y si los inversores no confían en la pervivencia de una zona euro fuerte, atacarán a los países más débiles primero y a los fuertes a continuación.

Y un ataque especulativo no es otra cosa que no dejar dinero para endeudarse a un país o dejárselo a intereses muy altos. Y en esta situación la quiebra en cadena es una posibilidad muy plausible.

Hagamos un ejercicio de economía ficción, pero dejemos muy claro que no rescatar a Grecia es una posibilidad que no entra en nuestras quinielas. Sin confianza no hay prosperidad, y esta es la señal que debe transmitir Europa a los mercados, por el bien de todos.

En una situación tan delicada como la que vive Grecia y el resto de países de la zona euro, del que no se salva España, la pregunta es qué ocurriría a los ahorradores griegos con el dinero depositado en sus bancos.

En el caso de que un banco griego quiebre, existe un Fondo de Garantía que asegura 100.000 euros por cliente y entidad (al igual que el FGD español). Este tipo de garantías se establecen para evitar la salida masiva de dinero de una entidad bancaria determinada cuando hay rumores de problemas solvencia. Sacar dinero de una entidad es la forma perfecta de hacerla quebrar, y estos fondos se han creado para tratar de evitar estos estallidos de pánico.

En el caso de que en lugar de tener el dinero en un banco griego se tuviera en una entidad bancaria extranjera que opere en Grecia, los depósitos estarían garantizados por el Fondo de Garantía de su país de origen. Sería posible que los griegos decidieran sacar sus ahorros de bancos nacionales y los depositaran en cuentas corrientes en bancos extranjeros que operan en el país. Pero en realidad no sería una medida muy efectiva para proteger su dinero, ya que con toda probabilidad no se librarían de la conversión forzosa de euros a "nuevos" dracmas que se daría.

Pero no estamos hablando de la quiebra de un banco griego, estamos tratando el eventual caso de que fuera el país el que no pudiera hacer frente a sus deudas. En este caso, al salir del euro, la garantía sería más bien teórica. Tendríamos que ver el tipo de cambio nuevo que se establece con una nueva moneda nacional.

Para protegerse de un "corralito" griego la única alternativa de los pequeños ahorradores es abrir una cuenta en otra divisa que no sea el euro o trasladar su dinero fuera del país, con las dificultades que ello conlleva.

Para tomar el pulso a la confianza de los griegos en su sistema bancario tenemos que acudir a las estadísticas de movimientos de ahorros en este país. Desde diciembre de 2009 los depósitos de las familias griegas en sus bancos han descendido en 33.000 millones de euros (un 16% del total aproximadamente). Y esto sin tener en cuenta desinversiones en otros tipos de productos financieros, como podrían ser las acciones o fondos de inversión.

Para hacernos una idea de lo que representa una fuga del 16% de depósitos, pensar que antes del corralito en Argentina los depósitos en sus bancos habían descendido en un 25%. La senda de desconfianza es peligrosa, como podemos apreciar.

Si Grecia fuera arrojada fuera del amparo de la UE, la devaluación que se produciría al pasar de euros a "nuevos" dracmas sería catastrófica para los ahorros de la población. Y los efectos de esta salida a la fuga se harían sentir en toda la UE, cuyos cimientos se tambalearían.

Esperamos y deseamos que este artículo sólo sea un mero ejercicio de economía ficción. Por el bien de todos.