Papandreu se reunirá tanto con los miembros de su partido, el PASOK, como con Antonis Samaras, líder del partido de la oposición Nueva Democracia y muy posiblemente próximo primer ministro griego. También hoy tiene lugar una subasta de deuda, de esas que nos tienen ya acostumbrados a rentabilidad imposibles. Imposibles de cobrar, claro.

Todo ello en la jornada previa a una huelga de 48 horas que no es para tomarse a broma y a la que se han apuntado todos, desde los inspectores de la hacienda griega, pescadores y taxistas, hasta los propios empleados del ministerio de finanzas. La huelga se extenderá desde mañana hasta el jueves, día en el que está programada en el parlamento griego una nueva votación para aprobar nuevos recortes, pero dado que el viernes es festivo en Grecia, estamos hablando de que en la práctica la huelga va a paralizar el país ni más ni menos que cinco días, es decir, hasta la reunión del Consejo Europeo del domingo 23. Ahí queda dicho.


Porque cinco días son muchos dada la situación actual y pueden pasar muchas cosas, todas las posibilidades están abiertas y la realidad es que no se sabe lo que puede pasar, tanto es así que Merkel tuvo la precaución de retrasar dicha reunión a la espera de ver si la huelga y la votación del jueves (cuya aprobación es condición necesaria para la continuidad del rescate por parte de la UE y el FMI, en el orden del día de la reunión del domingo 23) se llevan por delante, o no, al actual gobierno griego, actualmente en la posición más frágil desde el inicio de la crisis.

Entre los nuevos recortes que deben ser aprobados por el parlamento griego el jueves se incluye un recorte promedio del 20% del salario (se suma al recorte del 20% aprobado hace un año a los 700.000 funcionarios del país); un programa de jubilación anticipada de 30.000 funcionarios con el 60% del sueldo; cambios en el sistema de negociación salarial; nueva reducción de las pensiones, que afecta especialmente a menores de 55 años de edad y ex empleados de banca y empresas públicas; reducción del mínimo anual exento de tributación, de 8000 a 5000 euros; y un nuevo impuesto de solidaridad de entre el 1% y el 5% de los ingresos, que se aplicará con carácter retroactivo desde 2011.

Recortes que, personalmente, pienso que tensan la cuerda demasiado, hasta el punto de poner en juego la continuidad del actual gobierno griego. Como no podemos descartar un escenario en el que el default pueda ser algo inminente que coincida con una caída del gobierno de Papandreu y la convocatoria de nuevas elecciones, al menos hasta el lunes es momento de esperar y ver como se desarrollan los acontecimientos.