Esta decisión hará que ambos bancos queden banco la supervisión directa de la Fed estadounidense al tiempo que les permite ofrecer depósitos o solicitar préstamos de forma continuada de Banco Central. Con esta medida, se dará aire al sector bancario estadounidense, asfixiado en un callejón sin salida por los problemas financieros derivados de la crisis subprime y condenado a muerte tras la quiebra de Lehman y de Bear Stearns.