Con todos los datos sobre la mesa, Japón es el tercer productor de energía eléctrica
a partir de las centrales nucleares o, al menos, lo era antes de la catástrofe. Ahora se ha visto obligado a reducir su producción a la mitad, genera un 53,2% menos que cinco días atrás y se replantea ahora su mix energético. En su mayor parte, el país nipón depende del petróleo donde ocupa el tercer escalón en el panorama internacional y es el mayor importador de gas natural licuado (LNG). Al consumo de crudo le sigue la energía nuclear, la hidroeléctrica, el carbón y, en última instancia, las energías alternativas, prácticamente inexistentes dentro de sus esquemas energéticos. El terremoto del pasado viernes afectó a cuatro centrales que representan el 23% de la producción nuclear total y todavía está por determinar sus consecuencias sobre otras centrales de carbón, gas y fuel.


El Gobierno japonés se ha encontrado de bruces con la sinceridad francesa en su empeño de transmitir calma a los mercados. El Ejecutivo galo ha elevado a nivel 6 –sobre una escala de 7 en el NISA (Nuclear and Industrial Safety Agency of Japan)- el riesgo de catástrofe nuclear en el país, algo que inquieta a los inversores y a lo que se suma la decisión de Alemania y Suiza de revisar el alargamiento de la vida de sus centrales. 



General Electric toca fondo en el DW
Ser la constructora del reactor de la central nuclear de Fukushima está pasando factura a General Electric Company que abría en la jornada del miércoles con unas pérdidas en el mercado neoyorquino superiores al 5%.

Pero no es la única. En el viejo continente, el anuncio de Merkel acerca de una moratoria de 3 meses sobre las centrales nucleares más antiguas hasta que el Gobierno adopte una decisión definitiva se ha llevado por delante a dos de los grandes de la energía europea. E.On y RWE han pasado por un desplome en la bolsa germana entorno a un 5% cuando la canciller alemana decidía hacer públicas sus dudas, a pérdidas más moderadas que superan el 1,5%.

No obstante, la opinión más extendida entre los analistas es que se trata de caídas puntuales derivadas de la incertidumbre. Es el caso del director de Atlas Capital, Álvaro Blasco, que recomienda “tomar posiciones en alguna eléctrica germana puesto que lo que ha sucedido con RWE y E.On es un hecho particular y no se debe extrapolar más allá de lo necesario”.

Si finalmente se mantiene el aplazamiento de la vida útil de las centrales alemanas en 12 años, Javier Flores, de Dracon Partners EAFI, realiza una estimación de “una creación bruta de valor (incluyendo el impacto positivo en las provisiones y antes de que la tasa nuclear reduzca la creación de valor en un 50%) de 6 euros por acción para E.On y de 15 euros por acción para RWE”.

Esto en cuanto a Alemania, si hablamos de Suiza son tres las centrales nucleares afectadas. El Gobierno suizo ha paralizado su puesta en marcha en manos de Axpo y BKW FMB Energie. Mientras, en Francia, EDF se deja caer en Bolsa ignorando el respaldo de Sarkozy a la energía nuclear; bastante lógico teniendo en cuenta que es el origen del 75% de la electricidad que consume. Peor suerte está corriendo Areva, la francesa que acumula pérdidas del 9% sufriendo las consecuencias de ser la mayor constructora de plantas nucleares con proyectos en Finlandia, China y, por supuesto, Francia.

Y ¿dónde quedan las verdes?
Si las eléctricas se ven obligadas a caminar con el viento en contra, las compañías dedicadas a renovables se están viendo recompensadas en medio del caos. De momento, (y siempre relativizando su importancia) la fotovoltaica Solariacerraba ayer en el mercado continuo con un repunte superior al 26%, mientras la eólica Fersaapuntaba en verde más de un 11%.

Sin abandonar el mercado nacional, Iberdrola, Endesa y Gas Natural podrían salir beneficiadas a medio plazo, según apunta Javier Flores, mientras que en el exterior Renewable Energy, se anota una subida del 4%, y Repower Systems, en verde algo por debajo del 1%. Mención aparte merece la germana Solar World que alcanzó en la jornada del martes su máximo histórico en 52 semanas, cuando su cotización despegó un 13% en el Stoxx 60.

No es la primera vez que saltan todas las alarmas cuando fallan las energías tradicionales. Ya sucedió con el vertido de BP en la costa norteamericana hace no demasiado tiempo. En aquel entonces, fueron muchos los que se replantearon la necesidad de modificar un mix energético saturado por materias que tienen sus días contados. Este fin de semana, el mismo sentimiento ha vuelto a inundar los discursos políticos preocupados, dicen, por la seguridad de sus centrales. Afortunadamente, a la espera de la oleada revolucionaria liderada por nuestros dirigentes, siempre quedarán los más precavidos con sus previsiones bajo el brazo. J.P. Morgan Chase prevé “una cantidad inusual de volatilidad en los precios globales del petróleo las siguientes semanas”. Y, por su parte, los analistas estiman un aumento en la demanda de petróleo de Japón de 375.000 barriles adicionales al día. Pero, lo dicho, sólo será en caso de que la revolución no triunfe, ya sea por cansancio en la lucha o por falta de ganas, que no sólo se mide la volatilidad en los precios del crudo.