Entrevista realizada por Manuel López Torrents
Sebastián Albella es conocido por su papel como presidente de la CNMV, pero también es Abogado del Estado. Se incorporó a mediados de los años ochenta a la Dirección General del Tesoro y participó en la creación de la CNMV y en la redacción de la Ley del Mercado de Valores, que sustituyó el viejo mercado de corros por un mercado electrónico que transformó la financiación empresarial y tuvo un impacto decisivo en la modernización del país. ¿Cómo fue la génesis de todo aquello y cómo lo vivió usted?
En 1987 me incorporé a la Dirección General del Tesoro como abogado del Estado, como responsable de la Asesoría Jurídica, siendo bastante joven. Fue un momento de grandes reformas en el sistema financiero español. No solo en la Bolsa, sino también en la liberalización bancaria, el nacimiento del mercado de deuda pública en anotaciones y el desarrollo de nueva normativa en disciplina y transparencia bancaria.
Fueron años apasionantes de reforma del sistema financiero. Yo llegué a ese ámbito casi por casualidad, porque mi padre era urólogo en Castellón, pero desde entonces toda mi vida profesional ha estado muy vinculada a los mercados de capitales. Una de las tareas más estimulantes fue la preparación de la Ley del Mercado de Valores de 1988, que actualizó y modernizó profundamente la legislación existente.
Fue una época apasionante también por las personas que estaban al frente. En aquellos años estaban figuras como Carlos Solchaga o César Alierta y un largo etcétera, ¿fueron decisivas esas personas?
Carlos Solchaga era el ministro y quien impulsó políticamente la reforma. Fue una reforma oportuna y, en cierto modo, adelantada a otros países. España se modernizó antes que Italia o que otros mercados europeos.
La Bolsa española funcionaba razonablemente bien para su tamaño, y los agentes de cambio y bolsa habían hecho esfuerzos de modernización. Ya existía el sistema de negociación continua, el CATS, pero ante lo que venía era necesario un cambio más profundo. Resultaba anacrónico que la operativa bursátil pasara exclusivamente por profesionales funcionarios, por muy importante que hubiera sido su papel histórico. Era la época del Big Bang en Londres y había un claro clima internacional de liberalización.
¿Facilitaron esos cambios la llegada del inversor minorista y del inversor internacional a una democracia joven?
Exactamente. España acababa de entrar en la Comunidad Económica Europea y había un proceso creciente de armonización normativa. Con la Ley del Mercado de Valores nos alineamos rápidamente con los estándares europeos.
Se reservó inicialmente la participación en las operaciones bursátiles a sociedades y agencias de valores, con presencia de agentes de cambio y bolsa para que el proceso fuera gradual. También se permitió la entrada de los bancos, porque era claramente un anacronismo que no pudieran operar directamente en el mercado de valores. Vista con perspectiva, la reforma fue un gran éxito: modernizó el funcionamiento del mercado y puso un fuerte acento en la conducta, la ética y la supervisión, con la creación de una CNMV con vocación de ser un supervisor potente y eficaz.
¿Eso permitió la internacionalización de la economía, el desarrollo del capitalismo popular y de la inversión colectiva?
Fueron años muy importantes de desarrollo del sistema financiero liberalizado y del sector de fondos de inversión. Es cierto que no alcanzamos un mercado de valores tan grande y profundo como hubiera sido deseable, pero sin duda fueron años de avance muy significativo.
¿Podemos decir que gracias a los mercados de capitales España dejó de ser un país en vías de desarrollo y entró en la liga de los grandes?
El desarrollo de los mercados de capitales fue fundamental para el salto que dio España en aquellos años. Ese proceso se vio interrumpido con la crisis financiera global, pero hasta entonces fue un elemento clave de modernización económica.
En este siglo, sin embargo, llegan nuevos impuestos, tasas financieras, retirada del minoritario y pérdida de peso de los mercados. ¿Se ha invertido la tendencia?
Es un problema que no es solo español, sino europeo. En Europa, con algunas excepciones como Suecia, los mercados de capitales tienen un peso menor que en Estados Unidos, Canadá, Australia o incluso el Reino Unido.
Esto tiene inconvenientes claros. Desde el punto de vista de la estabilidad financiera, los sistemas menos dependientes de la banca son más resilientes en las crisis. También es negativo en términos de eficiencia del ahorro y atractivo para la inversión. En Europa, el peso relativo de las bolsas es inferior al deseable.
En este contexto han surgido informes como los de Letta, Draghi, la OCDE o el Libro Blanco de BME, todos señalando la necesidad de dinamizar los mercados de capitales. ¿España necesita más capital para invertir?
Sin ninguna duda. Todo lo que favorezca un mercado de capitales dinámico y eficiente mejora el funcionamiento de la economía. Comparto plenamente el diagnóstico de esos informes y la necesidad de que Europa sea más pro-business, cuide más el ahorro y promueva que los ahorradores canalicen más recursos hacia los mercados de capitales.
¿Existe un problema de capilaridad social y de percepción de estos temas entre la ciudadanía?
Más que proselitismo, lo que hace falta es educación financiera. Orientar el ahorro hacia los mercados de capitales beneficia a los ahorradores en el medio y largo plazo y hace al sistema más atractivo para el ahorro internacional.
En España el ahorro está excesivamente concentrado en depósitos bancarios y en inmuebles, que son formas menos productivas y menos generadoras de riqueza que la inversión en mercados de capitales.
¿Nadie quiere abrir ese debate de forma clara?
Hay movimientos para favorecer el regreso del inversor minorista. En el Reino Unido, por ejemplo, se está liberalizando la participación de minoristas en ampliaciones de capital aceleradas y promoviendo tramos específicos para ellos en operaciones tradicionalmente reservadas a inversores profesionales.
¿Es preciso, por tanto, recuperar al minoritario?
Así es. A nivel europeo existe un proyecto para crear cuentas de ahorro con un tratamiento fiscal adecuado que incentiven este tipo de inversión, incluyendo acciones de compañías cotizadas.
Con su trayectoria y su visión del sistema, ¿es optimista respecto a las reformas necesarias a medio plazo?
Creo que la idea de simplificar y facilitar el funcionamiento de los mercados está calando. La CNMV ha anunciado recientemente medidas de simplificación y flexibilización en numerosos aspectos del sistema.
Cuando fui presidente de la CNMV siempre defendí que nuestra función era facilitar que el mercado funcionara: que las OPAs llegaran a los inversores, que las compañías pudieran salir a bolsa sin trabas innecesarias. A raíz de los informes recientes, esta filosofía está ganando peso y confío en que se traduzca en avances reales en los próximos años.

