Un escenario que propicia se retroalimente el círculo de deterioro en el que se mueve Europa; y es que con el estrés que viven los mercados, parece complicado sino imposible que los países con mayores dificultades cumplan con los objetivos de déficit comprometidos para los próximos años. Algo que les obligará a seguir anunciando nuevos planes de austeridad (reducción de gasto público y más subidas de impuestos) y que a la vez seguirá asfixiando el ya de por sí debilitado crecimiento económico.

Mientras tanto, la lectura de los mercados es clara; en ausencia de noticias relacionadas con esas medidas que esperamos, presión sobre los mercados financieros.

• En los mercados de deuda soberana, esta nueva fase de la crisis de deuda en Europa está afectando de forma importante a países protagonistas (Italia y España), pero también a aquellos que no lo son (Bélgica y Francia). En estos momentos, la rentabilidad del 10 años belga cotiza en 4,70% y la del francés en 3,69% cuando la del alemán está en el 2,07%.

• En la renta variable, se pierden las esperanzas de que las autoridades políticas hagan los deberes; los índices pierden soportes decisivos para el corto y parecen dirigirse hacia la zona de mínimos de septiembre (mínimos anuales).

Todo, con unos datos macro que no apuntan precisamente al optimismo… Y es que lamentablemente, aquella crisis financiera que estalló en EEUU hace casi cuatro años, ha dado paso a una crisis de deuda que afecta a muchos países (no sólo europeos) y que además, convive con unas economías demasiado débiles para crecer por sí mismas.

Así, la bola de nieve se ha hecho tan grande que lo que antes era un problema de unas pocas entidades bancarias, ahora es problema de países enteros. De hecho, todo parece en manos de organismos multinacionales y todo depende de la valentía y ambición de las medidas que se implementen. En Europa, donde está concentrándose toda la atención, deben avanzar y concretar en:.

• Participación de FMI y/o inversores extranjeros para el reforzamiento del EFSF.
• Modo en el que se flexibilizará el EFSF.
• Aceptación de la quita del 50% en la deuda griega por parte del sector privado.
• Desbloqueo del sexto tramo de ayudas a Grecia
• Plan de actuación sólido y ambicioso por parte del nuevo gobierno italiano que permita creer que existe la predisposición, y sobretodo la capacidad, para alcanzar las exigencias de Europa y BCE.

En cualquier caso, en la medida que esas medidas sigan sin llegar, la situación amenaza con seguir deteriorándose porque sencillamente, la confianza y la esperanza se han vuelto a perder. Resumiendo, sólo con medidas ambiciosas y valientes, sólo si se hacen los deberes antes de que sea demasiado tarde, podríamos ver una mejora de la situación.