Seguro que es usted uno de los que no se esperaba esta grata sorpresa con la que las bolsas europeas en general y el IBEX en particular, han empezado el año. En realidad, porque nadie lo esperaba. Las líneas básicas que se esperaban del comportamiento bursátil antes de que arrancara la bolsa en 2022 eran claras: continuidad en la incertidumbre con inflación todavía elevada, aunque con camino descendente, tipos que continuarían al alza por parte de los bancos centrales y el peso de la desaceleración que se focalizaría en las empresas en un devenir bursátil nada favorable.
Y ya saben cuál era la percepción de las gestoras, fondos y analistas: efectivo en la medida de lo posible, buscar oportunidades determinadas y ser cuidadoso a la hora de invertir con los bonos presidiendo el umbral de las compras en la primera parte del año. Y esperar al segundo semestre para las acciones.
Pero nos hemos encontrado con que, en Europa, donde la recesión se nos dice que irá por países, refleja en sus indicadores bursátiles un comportamiento mucho mejor que el que vemos en Estados Unidos: con avances del FT100 del 5,26% en máximos interanuales, del Dax Xetra por encima de los 15.000 puntos y ganando en el año un 8,35% y el CAC 40 que remonta un 8,5% mientras supera los 7.000 puntos.
Y el Ibex es un claro ejemplo de ello con la cercanía de los 8.900 puntos a punto de alcanzar sus niveles de mayo de 2022 y máximos de año y medio, con ganancias anuales del 7,93%, semanales del 2,08%, del 9,48% en el mes y del 21,3% en el último trimestre para el indicador selectivo español.
Los 9.000 a la vuelta de la esquina, con los valores turísticos IAG (Iberia) y Melia Hotels presidiendo los avances, sucediendo estos días en la intensidad de la subida a los del sector bancario, que prolongan su buen ejercicio anterior y en el que reviven los que menos impulso han tenido como el Banco Santander que ya se mueve cómodamente por encima de la cota de los 3 euros, que era hasta ahora, un hueso duro de roer para la entidad cántabra.
Todo eso está muy bien, pero ¿tendrá continuidad? Lo cierto es que nadie lo sabe, porque el panorama global sigue siendo negativo. Bien es cierto que la inflación está empezando a rebajarse, pero solo en el ámbito general, porque la subyacente sigue disparada y, en especial, la alimentación. Y los costes seguirán impactando en las empresas.
Otro de los vientos en contra podría provenir en estas semanas de los resultados empresariales, que sin duda determinarán el devenir de las bolsas europeas, así como los datos que se vayan conociendo. En el primero caso, las cuentas de cierre de 2022 darán una imagen más clara de lo que esperan y descuentan las empresas para este 2023, de las guías que proyectan en ingresos y beneficios, así como los márgenes en el caso de los bancos. En el segundo, los indicadores adelantados, caso por ejemplo de los PMIs, nos señalarán el camino que van tomando las economías, incluida la española.
Este es el panorama técnico que, a corto plazo, presenta el Ibex. El analista de mercados financieros de Estrategias de Inversión José Antonio González, destaca que “consolida por encima del área de resistencia, ahora convertida en potencial soporte, identificada en torno a los 8.540 / 8.470 puntos, tras desarrollar un nuevo impulso muy vertical a lo largo de las últimas semanas, lo que permite actualizar próximos objetivos al alza en los 9.000 puntos, aproximadamente, cota a partir de la cual, probablemente, busque normalizar los excesos alcistas acumulados en el oscilador MACD diario”.
Ibex 35 en gráfico semanal (Izq.) y diario (Dcha.) con Rango de amplitud medio en porcentaje, oscilador MACD y volumen de contratación
Además hay que tener en cuenta la realidad económica: la crisis energética que se mantiene y que impacta directamente, el consumo y su ralentización que ya estamos viendo en unas rebajas menos drásticas frente a las del pasado año y la mirada exterior que se concentra en dos polos: por un lado la latencia y efecto de una larga guerra de Rusia sobre Ucrania y por el otro China y su apertura, que vuelve a traer, las incógnitas de una vuelta del Covid y sus consecuencias insospechadas y a la vez, lo que su apertura puede significar en el crecimiento, para lo mejor o lo peor.
Todo ello se reflejará de una forma u otra en el discurrir del Ibex, en un año que acaba de empezar y en el que tenemos presente la máxima de: esperar lo mejor, pero preparados para lo peor. Con el dinero no se juega.