El ministro de Finanzas, Didier Reynders, subrayó que es necesario diseñar este nuevo plan con suficiente antelación "para evitar esta vez tener que salvar de nuevo un banco durante una noche", tal y como ocurrió con los casos de Fortis y Dexia.
"Quiero evitar una intervención caso por caso. Debemos actuar con previsión sobre todo teniendo en cuenta que tenemos la experiencia de la primera vuelta", insistió Reynders.
Una de las hipótesis que se baraja, según los medios de comunicación belgas, es crear un 'banco malo' al que se enviarían todas las deudas tóxicas de las entidades, que representan entre 40.000 y 50.000 millones de euros. Este vehículo financiero podría contar con la garantía del Estado belga. Otra posibilidad es realizar nuevas recapitalizaciones.
El segundo plan de rescate fue debatido este miércoles por el Gobierno, que decidió encargar un informe a un grupo de expertos antes de tomar ninguna decisión.

