Los analistas de Morgan Stanley afirman que en general las entidades estadounidenses que han hecho públicos estos test “ soportan un “guidance” de retornos sobre el capital más agresivos de cara al 2014. A pesar de que el test incluye definiciones específicas por compañía frente al test de la
Fed/Dodd-Frank, el ejercicio es más conservador en determinados parámetros (por ejemplo, beneficios antes de impuestos)”, señalan.



Unos resultados positivos para un sector que justo el domingo conmemoraban el quinto aniversario de la quiebra de Lehman Brothers. En este tiempo han conseguido recapitalizar sus balances, devolver el dinero inyectado por el estado y, según estos test, estar totalmente en forma como para afrontar un empeoramiento de la economía –en los términos en los que lo señalan los test-.

Los desmanes previos a la crisis financiera obligaron a las autoridades a monitorizar con lupa algunas prácticas de los bancos como por ejemplo, sus políticas de retribución a los accionistas. De hecho es la FED la que aprueba los dividendos o los programas de recompra de acciones que ponen en marcha estos bancos.

Mejoras en la retribución

Tras la publicación de los resultados de ayer, los analistas de Morgan Stanley consideran que “los equipos directivos de estas entidades financieras tendrán más seguridad a la hora de solicitar mejoras en el payout”, comentan en un reciente informe.

Ya en marzo de este año los bancos del país se vieron obligados a pasar un test que ponía en marcha la FED Dodd-Frank Stress Test (DFAST), aunque los criterios usados en ambas pruebas son diferentes. Eso sí, los expertos consideran que son complementarios.

Según Morgan Stanley, los test publicados ayer muestran un escenario de mejora económica, con bancos más solventes y con unos equipos directivos que han sabido controlar los gastos. Todo eso les hace pensar que además de una mejora en los dividendos, el año que viene podríamos ver mayores recompras de capital.

Una vez que los balances son especialmente sólidos y que la economía está mejorando, a los bancos estadounidenses les llega el momento de competir ferozmente por ganar cuota de mercado en negocios como las hipotecas, o la concesión de préstamos a una población en la que se reduce el paro.

Y por lo que parece no va a ser fácil. Desde que la FED anunció el pasado mes de mayo que este año iniciaría la retirada de estímulos, los tipos de interés hipotecarios se han elevado.

En concreto, el tipo medio de una hipoteca a 30 años ha subido más de 120 puntos básicos desde los mínimos de 3,35% del pasado mes de mayo.



Aunque no parece que sea inminente, todo el mundo espera que la Reserva Federal comience a elevar los tipos de interés, que ahora está muy cercano al cero y esto es lo que ha llevado a los bancos a elevar los precios de los préstamos.

Aunque la mejora del sector inmobiliario es evidente, en los últimos meses hemos asistido a una tendencia. Conforme aumentan los precios, los clientes que ya tienen hipoteca tienen menos incentivos para solicitar refinanciaciones. Si el año pasado el porcentaje de refinanciaciones superaba el 70% del total, a finales de agosto rozaba el 60%.

La solución para los bancos será, según la mayor parte de los analistas, rebajar los requisitos que se imponen a los clientes para conceder hipotecas. Hay que tener en cuenta que han subido tanto los tipos hipotecarios como los precios de la vivienda. Según el índice S&P/Case-Shiller, del año pasado a este se han encarecido alrededor de un 12%.

Sin embargo, según la CFO de JP Morgan, Marienne Lake, relajar las condiciones de concesión de un préstamo no van a ser suficientes. La mayor parte de los bancos tendrán que seguir recortando costes en forma de despidos y cierres de oficinas para que sus márgenes no sufran. Sólo JP Morgan ha anunciado la reducción de la plantilla de su unidad hipotecaria en 19.000 personas.

Por eso a partir de ahora las tesis de inversión en la banca estadounidense ya no dependerán tanto de su capacidad para recapitalizarse, sino que las entidades vuelven a un estado de normalidad. Habrá que ver qué firmas son capaces de captar más clientes hipotecarios, de cuáles mantienen sus márgenes y sus políticas de retribución al accionista.

Morgan Stanley reitera sus recomendación de comprar el sector “sobre la base de una mejora en las perspectivas de inversión crediticia, control de gastos, incrementos de “payout” y subidas de tipos”.

Las entidades favoritas para los analistas sobre las que tienen una apuesta de sobreponderar son Bank of America, Citigroup y JP Morgan.