Explican que de media los jóvenes de nuestro país gastan 150 euros cada mes. Ellos han calculado que “si invirtiesen esa cantidad durante 45 años en un fondo con una rentabilidad media del 9% conseguirían más de un 1 millón de euros”.

Todo esto se explica por el llamado interés compuesto que permite multiplicar la el retorno  de los ahorros: una inversión al 9% ofrece 6,5 veces más de rentabilidad a largo plazo en comparación con una inversión al 5%.

“El tipo de interés compuesto a largo plazo es realmente mágico porque permite multiplicar el dinero del inversor”, asegura María Vázquez, consejera delegada de QuadrigaFunds.es. “Esta herramienta supone que los intereses conseguidos cada año se vuelvan a reinvertir y se obtenga una curva exponencial de rentabilidad. En España hace falta una cultura financiera más extensa, y el inversor debe ser consciente de la potencialidad de sus ahorros exigiendo el máximo crecimiento a su dinero”, explica.

En su nota plantean imaginar un joven que “desde los 20 a los 65 años un total de 1.800€ al año (150€ al mes) en una cartera de fondos diversificada. En un primer supuesto, con una rentabilidad del 5% conseguiría tener un ahorro de 306.000 euros, si el tipo de interés compuesto es del 7% el ahorro ascendería hasta los 556.000 euros y, en caso de que el tipo de interés compuesto sea del 9% alcanzaría la cifra de 1.039.000 euros”.

En concreto ellos han calculado que un inversor que invierte al 10%, el doble que otro que lo hace al 5%, consigue después de 50 años tener 10 veces más de capital. Es decir, multiplicando por 2 el tipo de interés, se consigue multiplicar por 10 el capital.

¿Y eso es posible? 
La realidad es que el papel aguanta cualquier cosa, y más si es un cálculo matemático. Desde luego que los resultados son indiscutibles pero, ¿se corresponden expectativas de rentabilidades del 9-10% con la realidad de nuestro mercado de fondos? La respuesta es un rotundo no, desde luego si se trata de un inversor español.

Los datos de Inverco son claros, no hay ninguna categoría de fondos de inversión o planes de pensiones que de rentabilidades de ese tipo ni a corto, ni a largo plazo. El año pasado, el retorno medio de los fondos de inversión fue de un 1,14%. La situación mejora, aunque no radicalmente, hasta el 3,53% en un plazo de 25 años. La categoría más brillante en este plazo de dos décadas y medio es de renta variable euro, que se acerca al 6,86%.

Rentabilidades medias

Fuente: Inverco


Una de las razones, quizá, es el conservadurismo del inversor de nuestro país, que sigue apostando inexcusablemente por la renta fija. Tanto es así que un 58% del patrimonio invertido en fondos de inversión el año pasado está en bonos, en renta fija, cuyas rentabilidades son mucho menores.

estructura de las carteras de fondos


Eso sí, siempre hay espacio para la esperanza. La cuestión es elegir, y hacerlo bien. Es cierto que hay algunas gestoras que suelen batir recurrentemente al mercado; el ejemplo clásico en nuestro país es Bestinver, del grupo Acciona, en la que hasta hace poco militaba el conocido como Warren Buffett español, Francisco Paramés. El gestor estrella de nuestro país por antonomasia salió de la firma en un movimiento que hizo que Beltrán de la Lastra tomara las riendas de la entidad. Paramés ahora ha puesto en marcha su propia gestora, Cobas.

Con todo, según VDOS, el año pasado la gestora más rentable (midiendo el retorno de todos su fondos) fue AzValor (el equipo que acompañó a Paramés en su salida), que consiguieron  que su fondo internacional se revalorizara más de un 19%. En la lista de fondos más rentables el año pasado destaca Merchbanc o Magallanes. En Quadriga reconocen que “por supuesto nadie lleva en España 40 años gestionando, pero en otros plazos el 10% consigue estas rentabilidades: Global Allocation en 11 años, un 9.87%; el fondo de Warren Buffet a 30 años un 16,43% y Yale endowment Fd más de un 13% en 30 años.”
 
Como todo, la solución para los que quieran que su dinero se multiplique es elegir muy bien qué tipo de producto elegimos. Tiene que adaptarse a nuestras necesidades, incluso a nuestro carácter y, sobre todo, a quién nos lo gestiona. En caso contrario, olvídese de ser millonario a los 60.