A finales de marzo de 2025, los mercados tocaron fondo con una caída del -21% acumulada en pocos meses. La sensación era de caos: ruido arancelario, datos macro en retroceso y una sensación generalizada de esto no ha hecho más que empezar. Y, sin embargo, desde ese momento de pánico, el índice se disparó un +32%. No solo recuperó la caída, sino que la superó ampliamente.

Invertir cuando todo cae es contraintuitivo. Nuestro cerebro está programado para huir del peligro, no para correr hacia él. Pero el mercado no premia a los más prudentes, sino a los más racionales. Como decía Warren Buffett: “Sé codicioso cuando otros son miedosos”. La gráfica lo deja claro: quien aguantó o, mejor aún, quien invirtió en el peor momento, obtuvo una rentabilidad espectacular en apenas tres meses. El precio del miedo es la rentabilidad del que se atreve.

Fuente: Carlos Arenas Laorga

Pongámoslo en perspectiva: una subida del +32% desde mínimos equivale a tres años de rentabilidad media histórica del mercado en solo un trimestre. ¿Cómo? Comprando cuando nadie quería hacerlo. O al menos, sin vender cuando el pánico era total.

En el fondo, las caídas forman parte del ciclo natural de los mercados. Como los inviernos en la naturaleza: duros, fríos, pero necesarios. En el caso de esta caída reciente, hubo motivos reales: desaceleración económica, tensiones geopolíticas, inflación aún persistente, riesgos arancelarios… pero también hubo ruido, sobre reacción y titulares que vaticinaban casi el fin del mundo.

El problema no es la caída. El problema es no tener una estrategia para cuando llega.

Y aquí es donde entra el poder de la inversión sistemática, diversificada y paciente. El inversor que tenía un plan y lo ejecutó, no solo evitó vender en el peor momento, sino que probablemente aumentó posiciones, comprando más barato activos de calidad que simplemente estaban de oferta.

No es casualidad que las grandes rentabilidades a menudo coincidan con los momentos más incómodos emocionalmente. Es justo ahí donde el mercado ofrece sus gangas. ¿Por qué? Porque nadie las quiere.

El inversor que sabe mirar más allá del titular del día y se fija en los fundamentales, en el largo plazo y en la historia de los mercados, entiende que esas caídas son puntos de entrada privilegiados.

Un -21% no es solo una caída: es una invitación. Y un +32% posterior es la recompensa por haber aceptado el reto.

Te invito a reflexionar sobre algunos puntos que considero importantes de las lecciones que nos deja este primer semestre.

El mercado se recupera. Siempre. A veces tarda más, a veces menos, pero la historia es clara. La rentabilidad se cocina en el miedo. No cuando ya es evidente, sino cuando todavía escuece. La paciencia y el control emocional son tan importantes como el análisis.Tener liquidez y una estrategia de entrada escalonada te permite aprovechar oportunidades.Invertir no es adivinar el suelo, es participar del ciclo completo.

No se trata de lanzarse sin red en cada bajada, sino de tener una mentalidad a prueba de sustos. El gráfico de hoy es un espejo: muestra lo que pasa cuando uno se mantiene firme, incluso cuando todo invita a salir corriendo.

El mercado siempre acaba premiando a quienes, pese al miedo, decidieron seguir invertidos.

La próxima vez que veas una caída de doble dígito en tu cartera, recuerda: ahí está el germen de la próxima gran subida. Si te mantienes, si compras, si confías… la recompensa puede llegar antes de lo que imaginas.

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