Con todo, no será hasta dentro de unas semanas cuando se conocerá el verdadero riesgo que representa la nueva variante. Hasta entonces, esperamos que la volatilidad en las bolsas sea muy elevada y que asistamos a momentos puntuales de mucha tensión.  Y es que el riesgo  que  plantea  globalmente  la  nueva  variante  Ómicron del  coronavirus  es  “muy  alto”,  advirtió  ayer  la  Organización Mundial de la Salud en un informe sobre esta nueva mutación del coronavirus. Las autoridades de Sudáfrica avanzaron  ayer  que  la  mayoría  de  nuevos  ingresos  hospitalarios  de  la  variante  Ómicron  son  de  personas sin vacunar. 

Parece que los gobiernos occidentales no están por la labor de aplicar nuevamente duros confinamientos, probablemente porque saben del coste social, económico y, sobre todo político, que suele ser lo que más les preocupa, que conllevan este tipo de medidas. De hecho, ayer el presidente de EEUU, Biden, en una intervención pública quiso tranquilizar a los ciudadanos estadounidenses, y anticipó que la estrategia de su Administración pasa por revitalizar el proceso de vacunación y por la aplicación de dosis de refuerzo y no por las restricciones globales ni por los confinamientos.

Esto hizo que ayer, los índices de Wall Street, finalizaran la sesión con subidas. Tras su discurso, el DOW JONES Ind Average cerró con una subida del 0,68% en los 35.135 puntos, el S&P 500 sumó un 1,32% hasta las 4.655 unidades y el NASDAQ 100 terminó la sesión en los 16.399 puntos, con avances del 2,33%.  No obstante, por ahora, y hasta que en unas semanas se determine si Omicron es o no una verdadera amenaza, los mercados financieros mundiales van a seguir tensionados.  

Las cifras del coronavirus a nivel mundial alcanzan ya los 262.203.422 casos positivos y 5.207.764 fallecidos. El riesgo que plantea globalmente la nueva variante Ómicron del coronavirus es “muy alto”, advirtió ayer la Organización Mundial de la Salud en un informe sobre esta nueva mutación del coronavirus. Las autoridades de Sudáfrica avanzaron ayer que la mayoría de nuevos ingresos hospitalarios de la variante Ómicron son de personas sin vacunar.

En Europa, Luis  de  Guindos,  vicepresidente  del  Banco  Central  Europeo  (BCE) reconoce que el elemento más preocupante del desarrollo económico en la eurozona en este momento “es la inflación. Las variables que causan la inflación son temporales y espero que la inflación comience a caer el próximo año. Cualquier posible retirada de las medidas de apoyo a las empresas de la eurozona debe abordarse con cautela”. Por otra parte, el gobernador del Banco de Francia y miembro del Consejo de Gobierno del BCE, François Villeroy, señaló: “Europa se dirige claramente hacia la recuperación. Las consecuencias económicas de las diferentes olas del COVID-19 se han vuelto cada vez menos dañinas, por lo que Omicron no debería tener un impacto significativo en la economía”. 

Ayer se conoció que los consumidores de la eurozona mantienen el pesimismo por los cuellos de botella y el recrudecimiento de la pandemia. La confianza del consumidor de noviembre quedó en el  -6,8 vs -6,8 anterior y vs -6,8 esperado. Sentimiento económico: 117,5 vs 118,2 anterior y vs 117,5 esperado. La confianza en la evolución de la economía de España ha registrado en noviembre el mayor deterioro entre las grandes economías de la UE, situándose en 109,3 puntos frente a los 111,9 de octubre, cuando el dato había alcanzado su mejor lectura desde marzo de 2001.

La  morosidad  de  la  banca  en  España se  encuentra  en  mínimos  desde  2009.   La  tasa  de  dudosos  bajó  en  septiembre hasta el 4,35%, el nivel más bajo en 12 años y medio. Tras el leve repunte experimentado en agosto, en el noveno mes del año la tendencia a la baja vuelve a imponerse, y sitúa el volumen total de préstamos dudosos en 52.815 millones de euros (frente a los 1,213 billones de créditos en circulación). Los niveles actuales marcan grandes distancias con los máximos de diciembre de 2013.

El  gobernador  del  Banco  de  España, Pablo  Hernández  de  Cos,  comentó  que  “No  hay  indicios  de  una  acumulación  de  desequilibrios  financieros  sistémicos.  El  reciente  aumento  de  la  inflación  es  sólo  temporal.  La  desviación de la inflación es transitoria, no hay motivo para endurecer la política monetaria. Una vez que termine el PEPP, la flexibilidad de las compras de bonos será garantizada. Es bastante improbable que vayamos a subir los tipos el año próximo o en un tiempo cercano”.