
Hace no tanto tiempo… tener Treasuries era sinónimo de seguridad, liquidez y confianza en el dólar como divisa hegemónica. Pero la tendencia en favor del oro y en contra de la deuda americana es evidente.
Ya explicamos que esta caída en la tenencia de deuda americana se debía en buena medida a lo que pasó con la congelación de activos rusos (unos 300 mil millones) como represalia en la guerra de Ucrania. Pero a esto se ha ido sumando un apetito por el oro que me hace pensar que, de forma sigilosa, estamos volviendo a tener en la cabeza este activo como patrón.
Si nos preguntan por qué alguien invertiría en un activo que no ofrece cupones ni dividendos, muchos no sabrían qué decir. Bueno, muchas veces sube de precio… Pero un banco central no busca lo que busca el inversor de la calle. Buscan estabilidad, depósito de valor, independencia monetaria, medios de pago comúnmente aceptados, oferta no controlada por estados… y ahí nadie supera al oro.

Fuente: Carlos Arenas Laorga
Los bancos centrales, especialmente los de economías como China, India, Turquía, o Rusia, han multiplicado sus compras de oro. Como decíamos, el oro no puede ser sancionado, congelado, ni manipulado por una decisión geopolítica. Porque no depende de la política fiscal de un gobierno extranjero. El oro no es el pasivo de nadie.
El dólar, en cambio, sí lo es. Un bono del Tesoro estadounidense no es más que una promesa de pago del gobierno de EE.UU. Y, aunque sea la economía más poderosa del mundo, su credibilidad se ha ido erosionando con déficits fiscales desbocados, e incluso amenazas de impago cada vez que se negocia el techo de deuda en el Congreso.
No digo que el dólar vaya a desaparecer como divisa de reserva. Pero sí que estamos viendo cómo, poco a poco, los bancos centrales empiezan a diversificar. Y no con euros, yenes o libras… sino con oro.
Si el patrón oro del siglo XIX obligaba a los países a respaldar su moneda con oro, el movimiento actual es justo el inverso: los países buscan respaldar sus reservas con oro. Lo ideal es que sea en el primer sentido, pero el efecto es parecido.
Cuando el dinero fiduciario (como el dólar o el euro) pierde parte de su credibilidad, el mercado —y también los bancos centrales— se refugia en el activo monetario por excelencia: el oro. Es decir, estamos ante una crisis del dinero de fácil impresión. Y esto es bueno, muy bueno. Pero puede tener consecuencias para los inversores.
Por ejemplo, el Tesoro americano deberá pagar más para atraer compradores. Es decir, los tipos de interés de la deuda se pueden seguir disparando. Esto debería llevar a cuadrar el déficit (en el mundo ideal). Si no, EE.UU. se vería obligado a monetizar su deuda imprimiendo dinero, lo cual tendería a degenerar en una inflación no pequeña.
El hecho de que el oro haya superado al Treasury como principal activo en reservas globales no es una anécdota. Es una señal de cambio. No nos fiamos del dinero fiduciario. Y eso es bueno. Lo malo pueden ser las consecuencias en el corto plazo.
Piensa si tú sigues creyendo más en las promesas o también estás mirando más a los lingotes.
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