EEUU busca diversificar su economía mientras su relación comercial con China sigue cayendo

El gobierno de Biden ha continuado con la senda iniciada por su antecesor republicano, de tal modo que una victoria de Donald Trump en las urnas el próximo mes de noviembre podría derivar en una Guerra Fría sin precedentes entre las dos potencias mundiales. La reunión entre el presidente de EEUU y su homólogo chino, Xi Jiping, celebrada en noviembre de 2023, parece que fue un simple espejismo y que nada cambiará ante un horizonte inesperado.

Katherine Tai, abogada estadounidense, ha declarado a la BBC que una desvinculación entre ambos países podría ser visto como algo positivo, pues se fomentaría la diversificación por ambas partes. Pese a las profundas divisiones que existen en materia de economía global, parecía que se estaba trabajando por un acercamiento, aunque nuevos casos solo han hecho que la cuerda se acabe tensando y que se rompan casi por completo los vínculos.

Recientemente, EEUU inició una investigación que bautizó como ‘riesgo para la seguridad nacional de los automóviles fabricados en China’. Y es que aseguraba que los automóviles conectados a la tecnología podrían recopilar datos personales o ser controlados de manera remota. De hecho, las empresas automotrices chinas se enfrentan a aranceles de importación del 25%.

Una sucesión de acontecimientos que acaba por romper la conexión

Solo en 2023, EEUU compró a China un 20% menos de bienes, es decir, 427.000 millones de dólares de pérdidas. Por su parte, China importó un 4% menos, lo que se traduce en una reducción de 148.000 millones de dólares. Todo ello es consecuencia de que las empresas estadounidenses se ven obligadas a trasladar su producción fuera de China, especialmente por el gran impacto de los aranceles.

En este sentido, William Reinshch, experto en comercio del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, asegura que la caída del comercio entre ambos países es una señal de que se están separando para crecer de manera independiente. De hecho, EEUU ha incrementado sus importaciones procedentes del sudeste asiático, aunque son empresas chinas que han trasladado su producción o sus productos a terceros países para eludir los aranceles y otras restricciones.

El desarrollo económico de China está generando muchas presiones competitivas en todo el mundo. Trump inhabilitó el organismo de resolución de disputas al bloquear el nombramiento de nuevos jueces, argumentando que el sistema y sus fallos favorecían a China a expensas de EEUU. 

De continuar la separación entre ambos países, según un estudio de la OMC, la economía mundial podría verse afectada en el 5% de su PIB. Todo ello en un contexto de tasas de interés y de inflación más elevadas.
México, nuevo actor en juego

EEUU está por la labor de reemplazar el ‘Made in China’ por el ‘Made in México’. Su estratégica situación geográfica, la mano de obra barata y la ausencia de aranceles regionales, han otorgado una posición preferente al país, que ve con buenos ojos la guerra comercial entre EEUU y China.

Según cifras aportadas por la Oficina del Censo de México, en 2023 EEUU importó más bienes y servicios de México que de ningún otro país del mundo por primera vez en 21 años. En total, fueron 475.606 millones de dólares, un 4,6% más que en 2022. Por su parte, la importación de productos chinos apenas representó los 427.229 millones de dólares, como se ha comentado con anterioridad.

Entre los productos mexicanos más importados por EEUU destacan las piezas de fabricación de automóviles (autopartes), que representan un 27% del total de las exportaciones. Le siguen los productos electrónicos (con un 18%) y la maquinaria (con un 17%).

De igual modo, el informe señala que en México se trabajan alrededor de 46 horas a la semana, un 12% más que en China. Esto se convierte en un aliciente para que EEUU diversifique su economía y se vea fuerte para separarse del gigante asiático. Además, en caso de despidos, la liquidación en México es de un 44% menos que en China.

Solo en 2023, el valor de las exportaciones de componentes chinos fabricados en México a  EEUU fue de 1.000 millones de dólares, un 15% más que en 2022. De este modo, se logra abastecer al mercado nacional, pues siete de cada diez coches eléctricos que se venden en México son de procedencia china.

Solo hay que ver cómo se viene trabajando en un terreno de 850 hectáreas, ubicado a 40 kilómetros del norte de Monterrey, para convertirlo en uno de los principales parques industriales del país. Allí, las empresas asiáticas producen con la etiqueta ‘Made in México’ y logran sortear las limitaciones y sanciones tanto de EEUU como del T-MEC. 

Y es que, hasta la fecha, 28 empresas chinas han invertido en este proyecto, estimándose que se incrementarán las cifras hasta las 35 empresas de cara a 2026 y generando un total de 15.000 puestos de trabajo. Empresas Hisense, JAC Motors o Sunor Furniture ya están presentes en este nuevo espacio.