Todo esto hizo que los inversores se cuestionasen de repente la fortaleza de la recuperación norteamericana en un entorno en el que Europa continúa en una tendencia a la baja, en el que Japón aún se enfrenta a diversas dificultades y en el que las economías emergentes sufren una desaceleración generalizada. Pero dado que se trató de un movimiento exagerado, de hecho, los flujos de noticias posteriores fueron tranquilizadores, algunos activos como las acciones norteamericanas, japonesas y de mercados emergentes rápidamente han recuperado el terreno perdido durante el mes. Sin embargo, la renta variable europea y los tipos de interés principales a largo plazo en Estados Unidos y en Alemania han permanecido en niveles inferiores a los vistos hace un mes.

En general, las señales de alerta que nos enviaron los mercados en octubre no han minado nuestra confianza. Las preocupaciones de los inversores siguen centrándose en Europa debido a la brutal e inesperada ralentización de la economía alemana, el único país, o al menos eso parecía, que estaba en posición de impulsar el crecimiento europeo. Alemania se ha vista impactada por las caídas registradas en varias economías emergentes, pero
también por el efecto negativo que han tenido las tensiones entre Rusia y Ucrania en la confianza de los inversores.

Estas preocupaciones se reflejan ahora en las valoraciones especialmente deprimidas de los valores cíclicos. Con todo, pensamos que este pesimismo es exagerado. En primer lugar hay que recordar que los últimos datos europeos no reflejan una caída sino más bien una estabilización. El ritmo de contracción de los préstamos bancarios al sector privado – una de las alarmas del riesgo de deflación- se ha reducido fuertemente de un mes para otro. Asimismo, no podemos olvidar que la recuperación en Estados Unidos está ganando fuerza y que pronto sus efectos positivos se dejarán ver en Europa (para el comienzo de 2015 si se cumple el esquema de los ciclos anteriores de que Europa va tres trimestres por detrás de Estados Unidos).

Existen tres factores que respaldan esta situación: los menores precios del petróleo, un euro más débil y menores tipos de interés. Por últimos, esperamos que el BCE gane en credibilidad en su lucha contra la deflación, un riesgo que Mario Draghi recalcó a finales de agosto. Por tanto, esperamos que se anuncien nuevas medidas que darán al BCE una mayor influencia a corto plazo.