Tras el estallido de la burbuja financiera e inmobiliaria de Japón en 1991, la economía nipona se enfrentó a décadas de estancamiento y últimamente, muchos analistas han comparado Europa con Japón, señalando la falta de crecimiento de la región, su coqueteo con la deflación y los tipos de interés negativos como prueba de que la “japonización” de Europa es inevitable. Sin embargo, ¿es justa esta comparación? Para averiguarlo, analizamos la situación de Japón tras la burbuja de precios del 91 frente a los cuatro mayores estados miembros de la eurozona: Alemania, Francia, España e Italia.

Sobre esta base, algunas de las diferencias y similitudes que vemos entre Japón y Europa son:

Estímulos del crecimiento
Existen grandes diferencias en la configuración del crecimiento en el Japón tras el estallido de la burbuja de 1991 y en Europa tras las crisis financiera mundial y de deuda soberana de la UE. Japón sufrió una caída mucho mayor de la inversión empresarial, lo que a su vez tuvo un impacto negativo a largo plazo en la productividad. En Europa, la inversión de capital sólo se redujo a la mitad y desde entonces se ha recuperado.

Mercado laboral
La demografía tanto de Japón como de Europa es pobre. Las horas de trabajo en Europa han ido disminuyendo. Sin embargo, en Europa existe margen de mejora si se aumenta el empleo en personas de franjas de edad mayores y aumenta la tasa de participación femenina, donde han quedado por debajo de los estándares mundiales. Las tasas de desempleo también son más altas en Europa que en Japón, lo que sugiere que existe una fuente de demanda adicional si se pueden crear más puestos de trabajo. Un área que contrasta enormemente es la migración, o en el caso de Japón, la falta de ella. Europa ha podido reponer parte su población en edad de trabajar gracias a la migración, lo que ha contribuido a aliviar la carga del envejecimiento de la población. Esto ofrece una mayor esperanza para las próximas décadas.

Inflación
Ambas regiones tienen una baja inflación. Sin embargo, a pesar de la profunda recesión de Japón en los 90, el desempleo apenas aumentó. En consecuencia, los salarios no disminuyeron y la productividad se mantuvo baja durante muchos años. En Europa, la relación inversa entre el desempleo y el crecimiento de los salarios se ha debilitado a nivel de país, pero sigue siendo válida a nivel de la UE.

Exportaciones
Si bien ambos tienen industrias de exportación prominentes, Japón depende mucho más de las exportaciones netas para su crecimiento que Europa, que puede generar crecimiento a través de la demanda interna.

Política Fiscal
Ambas regiones han experimentado un incremento en su deuda, pero a diferencia de Japón, que ha venido gastando libremente en las últimas décadas, Europa ha demostrado austeridad para reducir los déficits públicos.

Política monetaria
En esta área existen grandes similitudes, podría decirse que el BCE es más agresivo que el Banco de Japón, pero la necesidad de una política más agresiva puede atribuirse a las limitaciones de la unión monetaria. En general, las similitudes en la política monetaria son grandes y es claramente un área en la que los políticos comparten y copian ideas.

Moneda
Otra diferencia clave fue el éxito del BCE en la depreciación del euro, en comparación con la fuerte apreciación del yen japonés tras el estallido de su burbuja de precios de los activos. Este fue un factor clave en la experiencia de la “japonización” de la que la eurozona ha escapado.

Orden Social
Por último, si bien es común ver protestas en toda Europa en respuesta a diversas cuestiones que van desde la austeridad hasta la migración, ese comportamiento en Japón es casi inaudito. La solidaridad y el orden social están en el centro de la cultura japonesa, lo que contribuye a explicar la evolución del mercado laboral tras el estallido de su burbuja de precios de los activos. El resultado fueron décadas de subempleo, escasa productividad, bajo crecimiento de los salarios y deflación. En Europa, la historia reciente muestra que el público apoyará a los partidos populistas para forzar el cambio cuando sea necesario. Esto hace que los resultados macroeconómicos deficientes tengan menos probabilidades de ser sostenibles, ya que la población votaría a favor del cambio.

Diferencias significativas
En general, existen muchas similitudes entre la Europa de hoy y el Japón tras la crisis asiática. Europa se enfrenta sin duda a grandes desafíos en el futuro, en particular para hacer frente a su demografía y al envejecimiento de su población. Sin embargo, existen importantes diferencias macroeconómicas y políticas que sugieren que es improbable que Europa sufra las mismas consecuencias que la economía japonesa.