A pesar de todos los factores adversos que han marcado el primer semestre —desde los aranceles y las tensiones crecientes entre China y Estados Unidos, hasta la prolongada guerra en Ucrania, el conflicto en Gaza, el reciente enfrentamiento entre Irán e Israel y, ahora, el renovado foco sobre Taiwán—, los mercados han mostrado una sorprendente capacidad de resiliencia. A estos riesgos geopolíticos se ha sumado la posibilidad de una desaceleración brusca del crecimiento en EE.UU. y un repunte de la inflación precisamente derivado de los nuevos aranceles. Sin embargo, entramos en julio con el mercado mostrando un tono positivo, apoyado por un contexto macro y microeconómico que, pese a las perturbaciones geopolíticas de corto plazo, está siendo favorable para asumir riesgos. Así, hemos visto a sectores como banca, defensa y telecomunicaciones comportarse muy bien; además, la tecnología vuelve a brillar, con el Nasdaq y el S&P 500 marcando máximos históricos. Por otro lado, los resultados del segundo trimestre que conoceremos en breve podrían prolongar esta buena dinámica, tras un primer trimestre que ya sorprendió positivamente.

Riesgos latentes y catalizadores posibles

Los riesgos geopolíticos siguen presentes: el foco más inminente tras el último episodio entre Irán e Israel vuelve a estar en Taiwán, un punto especialmente delicado por la rivalidad directa entre EEUU y China.

Por otro lado, el capítulo de los aranceles sigue abierto hasta al menos el 9 de julio. 

En el frente monetario, un posible recorte anticipado de tipos en EEUU añade otra variable; hace apenas unas semanas se esperaba que los recortes llegasen después del verano, pero ahora algunos miembros de la Fed apuntan a posibles recortes ya en julio. 

En paralelo, la elevada deuda pública sigue siendo un riesgo estructural. Alemania y Francia incrementan emisiones, Japón mantiene un alto endeudamiento, y EEUU, con los nuevos planes fiscales de Trump, podría agravar aún más su déficit. Las últimas subastas en Japón y EEUU han mostrado menor demanda, algo que conviene vigilar.

Posicionamiento de carteras

De momento, nuestro posicionamiento apenas ha variado. Siempre decimos que “quedarse quieto también es una decisión de inversión”, y si las cosas funcionan, no hay por qué moverse. En el primer semestre, nuestras carteras se han apoyado fundamentalmente en cuatro sectores: defensa, bancos, telecomunicaciones y utilities, que han ofrecido solidez y buenos retornos. Es cierto que banca y defensa ya no están baratos, pero siguen ofreciendo más visibilidad de beneficios que otros sectores, por lo que mantenemos posiciones. Además, el amplio colchón de plusvalías nos permite ser pacientes antes de plantear recogidas de beneficios.

Hemos comenzado a incrementar algo de tecnología, tras haber reducido exposición entre diciembre y enero. También estamos observando el sector lujo, aunque con cautela por su volatilidad reciente, a pesar de que nombres como LVMH o Kering ofrecen valoraciones que podrían resultar atractivas a medio plazo.

Por el contrario, seguimos al margen de autos y turismo, donde persisten incertidumbres. El sector metalúrgico y minero ha sido el peor en el primer semestre, y el petróleo muestra una volatilidad extrema, con caídas del 12% la semana pasada. La competencia china en automoción —fabricando coches mejores y más baratos— hace que el panorama tampoco sea especialmente prometedor en el corto plazo.

Ideas adicionales y visión a medio plazo

Tenemos en el radar algunos valores de alta calidad que tradicionalmente hemos mantenido en cartera y que observamos para buscar puntos de entrada, combinando criterios de value y momentum. Es el caso de dos valores como EssilorLuxottica o, en el segmento editorial, Wolters Kluwer. Ambos ofrecen potencial por fundamentales, aunque no muestran todavía suficiente momentum técnico. 

En todo caso, mantenemos nuestra hoja de ruta: seguir con posiciones en sectores que han dado buenos resultados —defensa, banca, telecomunicaciones y utilities—, vigilando oportunidades selectivas en tecnología y lujo, pero sin prisa. Como solemos decir, si se está ganando dinero, mejor “aburrirse” un poco antes que precipitarse. Ya habrá tiempo de rotar cuando la coyuntura o los precios lo aconsejen.