Explica el experto que “mientras el mundo está obsesionado con la aparente escalada del terrorismo y las tensiones con Corea del Norte, China está a punto de embarcarse en la apertura de su economía, con vistas, a largo plazo, de reemplazar a EE.UU. como superpotencia a escala mundial”.

En su opinión, con la apertura de los mercados financieros chinos, los inversores a nivel mundial “podrán ser partícipes del siglo que presenta mayores transformaciones, a medida que China recupera la gloria de antaño y se benefician de la riqueza mundial”. Y por eso señala que “nuestra recomendación para los inversores del mundo desarrollado es que aumenten la exposición al sector tecnológico porque es el que está sometido a una menor regulación y tiene un carácter sorprendentemente privado. Adquirir posiciones en índices mediante ETFs es una estrategia buena para la mayoría, sin embargo, la exposición excesiva a empresas estatales minará la rentabilidad durante la transición hacia una economía orientada a los consumidores y eminentemente tecnológica”, señala Jakobsen.

Desde un punto de vista económico, el experto danés afirma que “el año pasado China experimentó un crecimiento superior a lo esperado después de que los coletazos de la expansión crediticia de 2016 y el viento de cola de la economía mundial tuvieran un efecto positivo sobre el antiguo modelo de manufacturas y exportaciones, acompañado del impulso de la nueva economía china sustentada en servicios y consumo interno. Al final del proceso China se erguirá como una economía mundial abierta y estable, con fuertes lazos comerciales con Oriente y Occidente”. Eso es lo que ha estado persiguiendo el gobierno chino en los últimos años, algo que ha causado cierta inestabilidad mundial al preverse que este cambio desembocaría en un fuerte descenso de la tasa de crecimiento económico de este gigante asiático.