Para los próximos meses prevemos un ascenso gradual de la inflación, debido, principalmente, a un efecto comparación con la fuerte caída anotada por los precios de los carburantes el año pasado; en consecuencia, cerrará 2021 con una media anual en el entorno del 1,2%.

Como cada mes de enero, el INE ha actualizado la estructura de ponderaciones de los componentes de la cesta de la compra. A diferencia de otros años, los cambios en los hábitos de consumo en 2020 han sido muy relevantes, debido a la excepcional situación derivada de la pandemia: confinamiento domiciliario durante el primer estado de alarma, cierre de establecimientos de venta de productos no esenciales, cierres perimetrales de municipios o limitaciones horarias para salir de las viviendas (toque de queda). Las subclases más afectadas por el efecto Covid han sido las siguientes:

Como se observa, la crisis ha provocado un mayor gasto en el grupo de alimentación y bebidas no alcohólicas, que crece cuatro puntos hasta cerca del 24% de la cesta de la compra, sobre todo condimentos, especias, chocolate, arroz y patatas; también crecen alcohol (principalmente cerveza y vino), productos de limpieza o artículos para el hogar. En cambio, se registra una fuerte caída en carburantes, algunos bienes de consumo duradero -automóviles- y servicios, especialmente transporte, espectáculos y los relacionados con viajes y turismo. Dentro de este último grupo, se libran de los retrocesos los servicios de comida rápida y para llevar y, por desgracia, los funerarios.

Al intenso repunte de la inflación en enero contribuyen todos los componentes, pero con especial intensidad los productos energéticos, cuya tasa crece 4,4 puntos hasta el -1,8%, la más alta desde ene-20. Ello es consecuencia de los aumentos de precios de la electricidad y de carburantes y combustibles, mayores este mes que en 2020, y, en menor medida, del gas, en contraste con la bajada del año anterior. Esto, a su vez, repercutió en los precios asociados a la vivienda (3,2% vs -0,1% en dic-20) y en los del transporte (-3,2% vs -4,4%): ambos grupos explican seis décimas del repunte del índice general.

La inflación de la alimentación se sitúa en el 1,6%, seis décimas por encima del mes anterior, impulsada por sus dos componentes, especialmente los frescos (2,5% vs 1,4% anterior), sobre todo legumbres, hortalizas y frutas, afectados por la tormenta Filomena. Por su parte, la tasa de inflación de los alimentos elaborados crece algo menos, dos décimas hasta el 1,1%, apoyada, sobre todo, en agua mineral, refrescos y zumos.

En cuanto a los servicios, quiebran la senda desinflacionista del último año y se encarecen un 0,5% respecto a ene-20 (-0,1% en dic-20), la tasa más alta en siete meses. Junto con el transporte, antes comentado, también influyen en este comportamiento turismo y hostelería, en especial los paquetes turísticos, cuyos precios bajan menos que hace un año; también contribuyen, aunque en menor medida, comunicaciones y esparcimiento.

La tasa de inflación de los bienes industriales no energéticos se mantiene muy moderada, pero repunta dos décimas hasta el 0,3%, fruto del encarecimiento de textiles, objetos recreativos, muebles y, con menor intensidad, artículos para el hogar y electrodomésticos.

En la medida en que todos sus componentes han aumentado sus tasas de inflación, la subyacente repunta, por primera vez en el último año, y lo hace con fuerza, medio punto hasta el 0,6%, la más alta desde el verano pasado.

Por último, la inflación armonizada (IPCA) también crece un punto y vuelve a terreno positivo, 0,4%. Dado que el repunte ha sido mayor en nuestros socios de la UEM, el diferencial, no sólo sigue siendo negativo, sino que se amplía dos décimas hasta -0,5 puntos.

Bankia Estudios