Nos fijamos habitualmente en su presencia en los precios para las comparativas entre gasolineras o en las visuales ofertas terminadas en ,99. Pero prácticamente no podemos adquirir nada de valor con una de ellas. Ni siquiera las admiten las máquinas expendedoras.

La Comisión Europea ha elaborado ahora un informe en el que concluye que la producción de monedas de uno y dos céntimos de euro supone un gasto importante para la Eurozona, ya que equivaldría a una pérdida acumulada de 1,4 billones desde 2002.

Ante este escenario, la Comisión se plantea la posibilidad de retirar las monedas de uno y dos céntimos de euro. Para ello, ha abierto una consulta pública para recabar la opinión de toda la ciudadanía, además de instituciones y autoridades públicas.

Redondeo

Uno de los principales objetivos de la Unión Europea con esta medida es el de evitar que cada socio del euro siga unos criterios distintos a la hora de redondear los precios de los pagos en efectivo.

Existen distintos métodos para redondear una cantidad con decimales al número entero más próximo. Las más generalizadas son el redondeo hacia abajo, al alza, en ventaja propia en crédito o en ventaja propia en débito.

La Comisión Europea decidirá a finales del próximo año si unifica en toda la eurozona el redondeo de precio para los pagos en efectivo. Esta unificación podría conllevar la retirada de las monedas más pequeñas, debido a que su coste de producción es mayor que su valor monetario.

Ya hay algunos países de la zona euro que adoptaron en su momento normativas de redondeo que no tenían en cuenta las monedas de uno y dos céntimos. En todos ellos se aplica el denominado redondeo sueco, en el que los importes se redondean a 5 céntimos, al alza o a la baja, dependiendo de lo cerca que estén del cinco o del cero.

En Finlandia, de hecho, estas monedas ni siquiera llegaron a ponerse en circulación cuando se adoptó el euro en 2002. En 2004, Holanda y Bélgica dejaron de acuñarlas tras evaluar que el redondeo a fracciones de cinco céntimos permitía ahorrar uno 30 millones al año. Irlanda, en 2015, e Italia, en 2017, se unieron a estas normas de redondeo.

Impacto ambiental

Retirar las monedas de uno y dos céntimos o dejar de acuñarlas tendría también una consecuencia directa sobre el medioambiente. Desde enero de 2002 se han emitido 137 monedas de uno y dos céntimos por cada ciudadano europeo, lo que supone 45,8 billones de calderilla en todo el continente.

La forma en la que se fabrica el dinero supone un coste ambiental. Las monedas de uno y dos euros requieren para su fabricación del empleo de acero, cobre, agua y otros compuestos químicos.

No obstante, la supresión de las monedas de uno y dos céntimos no es la única opción que baraja la Comisión Europea, que también se plantea seguir acuñándolas a un coste más reducido, una medida que ya adoptó en España hace dos años. La otra opción es dejar de acuñarlas, pero mantenerlas como curso legal.

Blog Bankia