En ellos, los expertos de la institución reclaman una estrategia global para incentivar la economía verde. Con programas de estímulo a estos proyectos que involucren a empresas y a la sociedad civil, en proyectos de energías limpias como acicates para sortear la “ralentización sincronizada” de la economía mundial. “Si no se produce una substancial mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero, la temperatura global del planeta se elevará 4 grados centígrados respecto a los niveles previos a la revolución industrial en 2100”.

Esta es la idea motriz que el Fiscal Monitor del FMI lanza en el preámbulo de su diagnóstico semestral para reclamar una acción “concertada” -expresa con carácter recurrente en su texto, uno de los que antecede al lanzamiento de su cumbre, en este caso otoñal-, y “urgente”, de forma algo menos enfática, de la comunidad internacional. De otro modo los riesgos se tornarán “catastróficos e irreversibles”. A juicio de la institución multilateral las combustiones de carburantes fósiles son “dominantes”; suponen nada menos que el 63% de la tasa de polución de CO2 y las señala como la medida “crucial” para acometer “los controles efectivos” de lucha contra la emergencia del clima. Si los gobiernos, las industrias, las empresas y las sociedades civiles no reman en la misma dirección y emprenden de inmediato esta cruzada el coste para estabilizar la temperatura en el futuro será “abruptamente más costoso”.

 

Culpables del 63% del CO2 emitido: ¿Se deben gravar los combustibles fósiles?

 

El Fondo carga contra los subsidios aparejados a las fuentes de energía contaminante. El total de carburantes sólidos recibieron ayudas estatales por valor de 5,2 billones de dólares en 2017, de los que el petróleo y el carbón contabilizan el 85% de esos recursos públicos, según datos de este ejercicio. Desde la esfera multilateral se estima que el incremento inversor para declarar con garantías la batalla al cambio climático debería elevarse, según la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo, la Unctad, hasta los 2,5 billones de dólares anuales, casi el tamaño de la economía de Italia. Cota que, en opinión de esta agencia de la ONU juzga “una utopía” con las líneas de financiación oficiales en curso.   

El FMI pide, por ejemplo, establecer normativas que reduzcan el consumo tanto de empresas como de hogares de gases contaminantes. “Ningún país puede acometer este reto de manera individual”. Un aviso para los navegantes actuales de la Casa Blanca. Pero que también tiene un remitente claro: los mercados emergentes. Además de un liderazgo más contundente por parte de las potencias industrializadas que hacen causa común contra esta catástrofe.

El FMI elogia la estrategia de neutralidad energética en la que Alemania -que acaba de asignar 50.000 millones de euros hasta 2023 a proyectos verdes para reducir un 40% de sus gases de efecto invernadero al finalizar el próximo ejercicio y en un 55% para 2030- ha involucrado a la UE para conseguir en el espacio europeo emisiones cero en 2050. O el 'New Green Deal' que se cocina entre aspirantes demócratas a la Casa Blanca para reincorporar a la mayor potencia del mundo a los Acuerdos de París.

En su recetario, el Fondo aconseja a los gobiernos que eleven los impuestos al carbón y los carburantes fósiles, “la medida individual más poderosa y la herramienta más eficiente para reducir las emisiones de CO2 de una economía”, dice el informe, y “una contribución decidida” al descenso de la polución en las grandes ciudades. También les recomienda el empleo de los utensilios fiscales y de las iniciativas legislativas para que empresas y hogares elijan sus opciones de consumo de sus fuentes de energía limpias, “a través de un rango de suministro” energético ecológico, así como fórmulas para “conservar sus acumulaciones de este tipo de energías y sus necesidades de ahorro”.

 

 

O pasos decididos para que incrementen sus cuotas en sus respectivosmix energéticos, en detrimento de la que emiten gases de efecto invernadero. Entre otros, la promoción de electrodomésticos que impulsen recortes de demanda -es decir, más eficientes-, la limitación al transporte contaminante -planes estables para eliminar el uso del diésel-, y la apuesta por vehículos de combustión alternativa como los eléctricos, lo que requiere, además, inversiones y ayudas a la digitalización de esta industria. Además de la implantación de sistemas de comercialización de emisiones, donde las empresas que operan en un determinado mercado deberán solicitar permisos oficiales por cada tonelada de emisión de CO2 que realicen y los gobiernos, fijar límites concretos. Con la actual presión fiscal -explican en el FMI-, la subida de la temperatura, en 2030, será de 3 grados centígrados.

De aplicarse un gravamen exigente, de 75 dólares la tonelada de CO2, el calentamiento se reduciría en un grado. Cualquier tasa inferior, alertan sus expertos, no posibilitará la erradicación de los carburantes fósiles y, por el contrario, premiará la pervivencia del carbón, el diésel y la gasolina en los parques automovilísticos, las industrias y los hogares de los países. En un blog oficial del Fondo, precisa que “el precio de la electricidad acumulada en países altamente dependientes del carbón subiría un 43% de manera acumulada en el próximo decenio y el coste de la gasolina, un 14% por encima de la media de sus subidas anuales”.

Suecia, ejemplo en materia fiscal

El Fondo también se ocupa de poner buenas prácticas climáticas encima de la mesa. Así, señala a Suecia como país de éxito en materia de fiscalidad. “En 1991, tenía un gravamen de 28 dólares por tonelada de emisiones de CO2 a la atmósfera; en 2019 es de 127 dólares” un alza impositiva que ha corregido con deducciones y exenciones en materia laboral, a firmas energéticas limpias y al capital que financia proyectos verdes. En un apéndice específico, alaba la política tributaria de España que, al igual que Dinamarca, Noruega, Polonia o Eslovenia, ha elevado la tributación sobre otro de los gases fluorados, altamente contaminantes, y que emiten aerosoles, extintores o algunos equipos de aire acondicionado.

Sobre el destino y el concepto de las inversiones limpias, el FMI precisa que deben enfocarse a la I+D+i que tenga que ver con la difusión tecnológica del ahorro energético y hacia firmas que persigan con ello beneficios sociales. En paralelo, deben fomentarse economías de escala que exploren y desarrollen energías limpias, con objeto de aumentar paulatinamente el tamaño de estos mercados, así como crear infraestructuras capaces de “conectar a empresas y hogares a fuentes de energía renovables”, aunque sea remota o incentivar al sector financiero -bancario o de capital riesgo- para que se espoleen los proyectos de inversión verdes.