La revolución ASG (criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo) es un término acuñado en el World Economic Forum de Davos de 2018. Esta corriente trata de transmitir la relevancia que supone incorporar los criterios ASG en la toma de decisiones de inversión. Es un fenómeno imparable, transformador y rentable, tanto desde el punto de vista financiero como social. Se destacaba en el foro la máxima de que la revolución sostenible tiene la magnitud de la revolución industrial y la velocidad de la revolución digital, magnitud en el sentido de que en un tiempo no muy lejano será un proceso natural, normal, que abarcará cualquier decisión de inversión; y velocidad en el sentido de la urgencia de cambio y de hacer las cosas respetuosas con el medio ambiente de una forma sostenible y duradera. Víctor Matarranz, responsable de Wealth Management & Insurance de Banco Santander, señaló con motivo del foro de Davos de 2019: “Mostramos nuestro compromiso con el crecimiento inclusivo y sostenible, reflejado en la forma en que invertimos". "Incorporar los criterios ESG (en sus siglas en inglés) en las carteras significa invertir en el futuro, con la satisfacción de apoyar a las empresas con una alta probabilidad de liderar la economía en los próximos años”.

Banco Santander, y en concreto su área de banca privada, ha conseguido recientemente el premio a Mejor Banca Privada en materia de ESGe inversión de impacto, y los de mejores desarrollos tecnológicos para banca privada por la prestigiosa revista Euromoney. Por segundo año consecutivo, ha logrado el premio de mejor banca privada en España y México, categoría que domina desde hace nueve años en Portugal y ocho en Chile. El compromiso de Santander con la banca responsable ha sido refrendado por este premio. Además, el banco ha ganado el galardón a los mejores desarrollos tecnológicos para banca privada en España, Portugal, México y Chile. Estos reconocimientos, ya en su decimoséptima edición, evalúan el sector de la banca privada y son otorgados de acuerdo con los votos de más de 2.000 entidades, incluidos bancos, gestores de fondos y family offices, entre otros. Víctor Matarranz asegura que “tenemos más de 7.000 millones de euros en activos ESG bajo gestión, a través de múltiples soluciones y mandatos. Es un honor que Euromoney haya reconocido el excelente servicio que damos a nuestros clientes”. “En Santander Private Banking (SPB) hay una demanda creciente, especialmente entre los clientes más jóvenes. Vamos a implementar una metodología específica para ofrecer a los clientes productos ESG. Esto se convertirá en un estándar”.


En este sentido, Santander Private Banking da a sus clientes una atención personalizada gracias a su equipo de banqueros privados especializados en España, Brasil, Chile, México, Portugal, Reino Unido, Estados Unidos, Polonia y Argentina, entre otros. “Tenemos a disposición de nuestros clientes productos ESG (fondos, ETF, notas estructuradas, bonos verdes) para ayudarles a invertir de una manera sostenible”, señalan en la entidad. Y añaden “adicionalmente, todos nuestros banqueros van a pasar por un proceso de formación en materia de ESG para poder asesorar mejor a nuestros clientes en este tipo de inversiones explicando bien lo que implica la inversión sostenible y las diferencias entre los distintos aspectos de la inversión ESG”. 

Santander Private Banking tiene una red de cerca de 100 oficinas especializadas con más de 2.000 profesionales. A cierre de 2019, contaba con recursos de clientes (depósitos e inversiones), préstamos y cuentas de custodia en todo el mundo por valor de 236.000 millones de euros.


Los criterios ASG persiguen la construcción de un mundo y una sociedad que cuide el medioambiente, que se haga un uso eficiente y responsable de los recursos naturales, la creación de ciudades del futuro amigables para las personas, con empresas que practiquen la integración de género y racial en sus equipos, una buena gestión de riesgos y una política de recursos humanos respetuosa, eficiente y de conciliación. La principal característica de los criterios ASG es que incorporan una capa adicional de análisis a los estrictamente financieros, ligados a factores ambientales, sociales y de gobernanza, y contribuye a mitigar riesgos.

Los criterios ambientales están conformados por el reciclaje y reciclaje inverso, las energías solar y eólica, los vehículos eléctricos y baterías, los recursos naturales, la gestión del agua, la eficiencia energética y la agricultura ecológica. Los sociales por la asistencia sanitaria, el envejecimiento de la población, la economía del cuidado y la dependencia, la educación, la innovación, el big data, las ciudades sostenibles, el e-commerce, la digitalzación, la robótica y la inteligencia artificial. Y en los de buen gobierno se incluyen aspectos como la protección de datos, la transformación digital, la comunicación, la seguridad, los recursos humanos, la diversidad y la igualdad de género, las buenas prácticas tributarias, la RSC (responsabilidad social corporativa) y la logística sostenible.

Según el estudio La Inversión Sostenible y Responsable en España elaborado en 2019 por Spainsif, este tipo de inversiones a escala mundial creció entre 2016 y principios de 2018 en un 32%. Concretamente en Europa este incremento fue del 11%, hasta alcanzar los 14,1 billones de euros. Pero, todo parece prever que el aumento en la demanda de productos ISR por parte de los inversores, el apoyo de las instituciones internacionales y los Estados, en temas relacionados con la sostenibilidad, y el mayor control del riesgo que ofrece la ISR sirvan para que este mercado siga creciendo tanto en volumen como en calidad.


En España, las inversiones sostenibles y responsables han mantenido la senda de aumentos de años anteriores, con un alza del 13,5% entre 2017 y 2018. De esta cifra, 191.278 millones pertenecen a entidades nacionales y 19.366 millones a activos gestionados por entidades internacionales. “El mercado de la ISR en España aún sigue sin alcanzar la representatividad en los volúmenes y madurez de otros países punteros de nuestro entorno, sin embargo, se observa una clara activación del interés por este tipo de inversión, tanto del lado de la oferta, como del lado de la demanda”, señala el informe. De hecho, el peso de los inversores particulares frente a los institucionales en este tipo de inversiones ha pasado del 3% a finales de 2015 al 15% en 2018.