Además una recesión en EEUU es poco probable mientras el estado de los hogares siga bueno, con poco indicio de que vaya a cambiar. Además, aunque la Reserva Federal haya llevado a cabo un pequeño aumento de tipos de interés, la política monetaria no se puede considerar ajustada. De manera que los mercados pueden estar subestimando la prolongación del crecimiento de EEUU y puede ser buen momento para aumentar exposición a ciertos activos de riesgo como acciones.


Hay que tener en cuenta que las recientes caídas en el índice de acciones S&P 500 indican 40% probabilidad de recesión en EEUU, frente a 3% hace un año.
  Además el aumento de diferenciales de rentabilidad a vencimiento en deuda de alta rentabilidad anticipa 20% de impagos, es decir 30% de probabilidad de contracción económica. De hecho hay quien se pregunta si la Reserva Federal ha cometido un error fatal al aumentar tipos de interés por primera vez en una década. Después de todo, los beneficios–especialmente en minería y energía, se están reduciendo por la caída de las materias primas-. Pero consideramos que la Reserva Federal no ha malinterpretado los datos.

Ninguno de los 29 indicadores económicos y financieros que consideramos como predictores confiables de recesión desde 1955 está en rojo. Algunos muestran que la probabilidad de contracción ha aumentado, pero aún lejos de niveles de riesgo.  De hecho en conjunto, según nuestro modelo, la probabilidad de recesión es apenas 11%. Este cálculo no incluye influencias imprevistas que no pueden ser cuantificadas, pero en cualquier caso las posibilidades de contracción económica no superan 20%.

Efectivamente, la situación de los hogares, donde las recesiones suelen originarse en EEUU, indica 3,7% de probabilidad de recesión, con poco cambio respecto al año pasado. Esta cifra incorpora ocho variables económicas, incluyendo indicadores de sentimiento, ventas al por menor, nóminas no agrícolas, viviendas e inversión residencial. En ello coincide la presidenta de la Reserva Federal Janet Yellen, dado el bajo desempleo y aumento de salarios.

Hay que tener en cuenta que EEUU ha experimentado diez contracciones desde 1950, ocho por consumo de hogares. El shock del petróleo de 1973-74, con precios de los combustibles extremadamente altos, puso fin a años de crecimiento, con fuerte efecto negativo en la renta disponible. Sin embargo actualmente los precios del petróleo son mucho más bajos, aumentando los ingresos familiares, buen augurio para el gasto de consumidores.  Por su parte la más reciente recesión de 2008, por explosión de la burbuja inmobiliaria en EEUU, con pérdida de puestos de trabajo, generó una crisis financiera profunda, dañando la salud de los hogares. Coincidió con altos precios del petróleo, afectando aún más a unos hogares fuertemente endeudados. La excepción fue 1953, en una recesión atribuible al gran recorte de gasto público tras la guerra de Corea, así como en 2000, con el estallido de la burbuja “punto-com”, que llevó al colapso de la inversión empresarial.