Los bonos contingentes convertibles (o ‘coco’, como se los conoce en la jerga económica), es el instrumento del que se están valiendo algunas entidades europeas para capitalizarse. En pocas palabras, con este producto, a cambio de un cupón atractivo, asumes que vas a ser bonista cuando la bolsa suba; en el caso de que las acciones de la firma en la que tienes el coco caigan, pasarás a ser accionista.

Desde hace unos meses el alud de instrumentos lanzado por los bancos europeos para capitalizarse ha sido incesante. Tanto es así que la Autoridad Europea de Valores de Mercado (ESMA, en sus siglas en inglés) se ha puesto en guardia para someter a un profundo estudio y análisis a cada uno de ellos. Y ha saltado la alerta. El motivo han sido los conocidos en el mundillo financiero como ‘bonos coco’ (bonos contingentes convertibles), muy en boga en el último año. Desde abril del 2013 BBVA, Banco Santander y Popular han colocado 5.600 millones de euros en este producto. En apariencia, estos bonos son todo ventajas: ofrecen una rentabilidad fija y muy alta, vienen de la mano de una compañía muy famosa y perder dinero se asocia sólo a situaciones extraordinarias. Otra característica es que al comprarlos son líquidos, pero cuando necesitemos venderlos, no.

Ausbanc se mantiene alerta, pero sin alarmas innecesarias
Esta advertencia de la ESMA está dirigida a los inversores institucionales. A pesar de ello, Ausbanc se mantiene vigilante desde hace ya varios meses, previendo el hipotético caso de que esos inversores institucionales pudieran crear nuevos instrumentos complejos vinculados a los ‘coco’ para transmitir esos riesgos a los ahorradores particulares. Esto no parece posible en estos momentos, ya que se trata de emisiones absolutamente reservadas al mercado institucional, y en algunos casos vetadas a inversores residentes en España, pero dado que la ESMA señala “riesgos potenciales”, lo sensato es tenerlo en cuenta. No obstante Ausbanc no pretende crear una alarma innecesaria entre los ahorradores, algo que sí causa Adicae. Esta asociación llega incluso a tergiversar un texto oficial, afirmando que la nota de la ESMA tiene un carácter "general", cuando textualmente está dirigida única y exclusivamente a inversores institucionales.

Tropezar dos veces en la misma piedra
Los ‘coco’ evocan demasiado al calamitoso episodio vivido con las preferentes. Las entidades españoles emitieron en 2009 cerca de 12.000 millones de euros vendidos a particulares. Cinco años después, y con un reguero de 400.000 afectados, en mayor o menor medida, seguimos sin aprender la lección. A pesar de que las nuevas normas internacionales de regulación bancaria (Basilea III) han certificado la inutilidad de estos productos para reforzar los balances de la banca (quedarán anuladas totalmente en 2022), algunas entidades pusieron en marcha en 2013 una alternativa: los bonos contingentes convertibles, que transitan, peligrosamente, por la misma senda.

Muchos expertos ya presentan estos bonos como “la nueva generación de preferentes”. Un producto que contabiliza como recursos de máxima categoría o, al menos, casi de máxima categoría. En Europa, según señala la ESMA, la circulación se sitúa a día de hoy en 60.000 millones de euros. En nuestro país llegaron de la mano del BBVA. En abril de 2013 la entidad vasca colocó 1.100 millones de euros con un cupón del 9%. Banco Santander y Popular fueron los siguientes en subirse al carro, hasta sumar los 5.600 millones colocados en estos bonos hasta ahora, y que han servido para reforzar sus balances.

Mientras la ESMA insiste en que “no está claro si los inversores son plenamente conscientes de los peligros de los cocos”, y duda de que sean capaces de “evaluar estos riesgos de manera adecuada”, el hambre de los gestores por productos de elevada rentabilidad, ya ha disparado su precio, situando la rentabilidad muy por debajo de la inicial. De hecho, los ‘coco’ emitidos por el BBVA en 2013, ofrecen hoy a sus compradores menos de un 6%.

La independencia de los organismos de Consumo permite a Ausbanc defender los derechos de los inversores, incluso cuando se trata de inversores institucionales.