La liebre ha saltado desde las páginas de The New York Times  en las que Greg Smith, uno de los directores ejecutivos de Goldman Sachs ha renunciado al puesto pero no sin antes desenmascarar a la entidad para la que trabajó hasta ayer.  Smith lamenta la pérdida de los valores que una vez hicieron grande a la entidad y señala que
los intereses de los clientes han pasado a un segundo plano, ya que solo importa hacer dinero a costa de ellos incluso vendiéndoles malos productos a sabiendas.

Así, las tres maneras más rápidas de convertirse en un líder de Goldman son vender activos que el banco ya no quiere porque no rentan nada, colocar productos sofisticados o no pero que dejen un gran margen de beneficio y pertenecer al grupo de los que comercian con productos ilíquidos, opacos o con acrónimos de tres letras.

"En los últimos 12 meses he visto a cinco directores de gestión diferentes que se refieren a sus propios clientes como Muppets (títeres o marionetas) incluso en correos electrónicos internos. El liderazgo solía ser una cuestión de ideas, de dar ejemplo y hacer lo correcto. Hoy en día, si usted hace el dinero suficiente para la empresa (y no es un asesino en serie) será ascendido hasta una posición de influencia", explica.  "Creo que he trabajado aquí el tiempo suficiente (...). Y puedo decir honestamente que el entorno actual es más tóxico y destructivo que nunca", escribe.

El actual director ejecutivo de la entidad, Lloyd C. Blankfein, y el presidente de la misma, Gary D. Cohn, no salen nada bien parados en un documento que podría convertirse en su epitafio definitivo como líderes de la organización. De hecho, Smith les acusa de haber permitido la degradación de los valores de Goldman Sachs y apunta que la falta de moral representa la amenaza más grave para la supervivencia a largo plazo.

"En el transcurso de mi carrera he tenido el privilegio de asesorar a dos de los mayores fondos de cobertura del planeta, a cinco de los mayores gestores de activos en los Estados Unidos y a tres de los fondos soberanos más importantes de Medio Oriente y Asia. Mis clientes tienen una base total de activos de más de un billón de dólares. Siempre he sentido un gran orgullo al asesorar a mis clientes de la manera que creía más correcto para ellos, incluso si eso significaba menos dinero para la empresa. Esta visión se está convirtiendo cada vez en más impopular en Goldman Sachs. Otra señal de que ya era hora de irse", escribe Smith.

Con todo esto, Smith afirma que quiere hacer una llamada de llamada de atención a la junta de directores porque el cliente debe convertirse de nuevo en el punto central del negocio porque sin clientes no se gana dinero. "Hay que eliminar a la gente que está en bancarrota moral sin importar cuánto dinero ganen para la empresa. Las personas que sólo se preocupan por ganar dinero no pueden mantener esta empresa - o la confianza de sus clientes - por mucho más tiempo", sentencia.