Respecto al anuncio ayer del presidente del Gobierno, adelantado desde Seúl que el Consejo de Ministros aprobará este viernes unos presupuestos austeros, en los que el gasto de los ministerios caerá entre un 14% y un 15% de media frente al 12.5% que se había anunciado inicialmente, y el apunte de que no quiere perjudicar el consumo por lo que descarta subir el IVA, en espera de la presentación definitiva de los presupuestos esperamos un incremento de la presión fiscal mediante medidas como la eliminación de la tarifa superreducida en el IVA de algunos productos, subidas en impuestos especiales o la eliminación de exenciones en el impuesto de sociedades.

En este contexto encontramos como único elemento levemente positivo que, aunque las empresas españolas siguen encontrando grandes dificultades para obtener préstamos bancarios incluso a los tipos más altos, empieza a apreciarse una flexibilización por parte de las entidades bancarias en sus normas crediticias, si bien a un ritmo que deja el acceso al crédito empresarial lejos de la normalidad y en niveles mínimos de los últimos cinco años.

Adicionalmente, por parte de la banca, se observa una tendencia generalizada al alargamiento de los plazos y un sustancial aumento de sus márgenes en las operaciones de crédito, como resultado de unas operaciones de crédito que se llevan a efecto bajo una situación de presión.

Por lo tanto, a pesar de los esfuerzos del BCE, que desde finales de
2011 ha modificado radicalmente su estrategia de liquidez, aumentando las cantidades puestas a disposición, extendiendo los vencimientos y flexibilizando las garantías aportadas, el impacto sobre el crédito es todavía incierto.

Es de esperar que el flujo de crédito se recupere levemente durante los próximos meses, aunque no lo suficiente como para revertir la tendencia al deterioro, situación que puede acentuar la contracción de la inversión y agravar la situación económica.