En un contexto de un shock inesperado doble de oferta y demanda a raíz de la crisis del Covid-19, pocos activos financieros registran una evolución positiva en los seis primeros meses de 2020. Algunos de ellos, como la renta variable y la deuda “high yield” perdieron atractivo ante la creciente aversión hacia al riesgo por las dudas sobre la evolución de la economía. Entre los principales activos, el que ha mostrado un mejor comportamiento en el primer semestre de este ejercicio es el oro, al actuar como valor refugio ante la incertidumbre y la falta de visibilidad en determinados tramos del año. Se ha revalorizado un 14%, hasta alcanzar niveles similares de la crisis de deuda europea de 2012. Entre enero y junio, también ha destacado la evolución de la deuda soberana americana que, ante los estímulos monetarios sin precedentes y el recorte de los tipos de interés oficiales por parte de la Reserva Federal a mínimos históricos, ha registrado un buen comportamiento.
Pese a la importante revalorización de la primera parte del año, el oro podría registrar una buena evolución en los próximos seis meses, ante los recelos sobre la evolución de la economía y el ritmo comprador de algunos bancos centrales. “No nos asusta que se encuentre cerca de máximos históricos, ya que, durante esta crisis, se han registrado momentos de debilidad en su precio, que rápidamente ha recuperado ante la creciente demanda por este activo estratégico”, afirma Victoria Torre, responsable de producto y análisis y selección de fondos de Singular Bank. En renta fija, los expertos muestran cautela y se decantan por los bonos corporativos antes que por los gubernamentales. “Como consideramos que hay algo de cierto en el dicho “no le lleves la contraria a la Reserva Federal”, preferimos claramente los bonos corporativos con grado de inversión a la deuda pública” explican Sven Schubert, head of strategy Currencies y Frank Häusler, chief strategist de Vontobel AM. Con las TIRes, muy deprimidas ante la política monetaria expansiva de los bancos centrales, se incrementa el atractivo de emisiones de peor calidad crediticia o mayor duración en la búsqueda de yield. Torre aconseja evitar al máximo el segmento BBB, con el objetivo de sortear a los fallen angels o ángeles caídos, aquellas emisiones que son rebajadas de grado de inversión a especulativo por las agencias de calificación crediticia. Tampoco considera que este sea el momento de entrar en deuda high yield, ante la elevada recuperación que ha registrado desde mínimos de marzo y los grandes riesgos de algunos emisores de los sectores más perjudicados por la crisis del coronavirus.
En el lado opuesto al del metal precioso se encuentra el petróleo. El oro negro ha sufrido importantes altibajos en lo que va de año debido a las características específicas de su mercado, en la que entran en juego un sinfín de variables, como las negociaciones de la OPEP+ o la situación de los almacenes para guardar los barriles. Después de que el West Texas Intermediate (WTI), de referencia en Estados Unidos, retrocediera hasta -40,32 dólares por barril a finales de abril y respondiera con una recuperación de más del 80% hasta 35 dólares en mayo, es difícil pronosticar si permanecerá estable en torno a dicho nivel o si mantendrá la tendencia alcista para superar el umbral de 50 dólares. “Creo que los mínimos del petróleo ya los hemos visto, pero hasta que no salgamos de esta crisis definitivamente me extrañaría que el precio del crudo vuelva a niveles de hace un año, salvo que se acuerden recortes de producción mucho más agresivos”, afirma Pablo Gil, director de la escuela de inversión Metodotrading y jefe de estrategia de XTB.
El atractivo de la renta variable
Con rentabilidades a la baja en la renta fija y nulas en los depósitos bancarios, la renta variable gana atractivo de cara al segundo semestre, siempre teniendo en cuenta que es un activo de riesgo. ¿Las bolsas cerrarán 2020 con subidas? “Si se produce una segunda ola de la pandemia en otoño, la incipiente recuperación económica se va a ver comprometida, lo que afectará muy negativamente al comportamiento de las bolsas”, considera Juan José Fernández Figares, director del departamento de análisis de Link Securities. En un escenario más optimista, en el que la segunda ola de la pandemia no se dé o sea fácil de controlar, y en el que la recuperación económica siga su curso, las bolsas lo harán mejor. Por su parte, Gil espera que entre julio y agosto las bolsas tengan fuertes correcciones a la baja, pero no para caer por debajo de los mínimos de marzo. “Esa corrección puede ser una buena oportunidad de compra de cara a una nueva subida hasta finales de año”, subraya. En su opinión, que las bolsas sean o no capaces de batir los máximos históricos que dejaron en enero dependerá de la evolución del coronavirus, el desarrollo de una vacuna y, por supuesto, de las medidas adicionales de estímulo que se implementen a nivel mundial. En términos de valoración relativa, desde Schroders destacan que el estadounidense es el mercado de valores más caro. Y lo lleva siendo durante la última década sin que sea una barrera para registrar una rentabilidad superior. “Los mercados no estadounidenses parecen más baratos, pero conllevan riesgos adicionales” advierten.
Dentro de la renta variable, unos de los ganadores del primer semestre de 2020 ha sido la tecnología, al tener menor exposición a las consecuencias directas del Covid-19. “A pesar de las exigentes valoraciones de muchos de estas compañías, si se es selectivo, creemos que todavía hay oportunidades en el sector”, añade Fernández Figares. Los analistas también destacan la salud como otro sector interesante, más aún después de quedarse ligeramente rezagado en los significativos avances que los valores más cíclicos se anotaron a finales de mayo y principio de junio tras, el anuncio del fondo de recuperación europeo de 750.000 millones de euros y la relajación de las medidas de confinamiento. En Link Securities apuestan por valores o sectores que, con una limitada exposición al ciclo por la inelasticidad de la demanda de sus productos y servicios, ofrezcan una mayor visibilidad de resultados: sanidad, telecomunicaciones, consumo básico, utilidades y algunos segmentos del sector tecnológico como el del software y la comunicación. Si, por el contrario, la recuperación económica se consolida, optarían por sectores más ligados a la evolución de la economía.