De la combinación de estas tres variables, podremos anticipar algo del pensamiento que invade a los inversores sobre si el problema de España es sólo uno de rentabilidad a corto plazo que el mercado exige (el doble a la subasta anterior, hoy se cruzaban operaciones con Letras a estos periodos al 3% y 3,25%), o si la cuestión tiene tintes mucho más oscuros y puede representar el inicio de la necesidad de ayuda comunitaria para sacar adelante las subastas de deuda o más préstamos al 1% que terminen por validar el carry trade contra tesoros.

Un dato negativo de todas las variables comentadas, escaso ratio de cobertura, elevado tipo medio e importe adjudicado en la banda mínima de 2.000 millones, puede hacernos prever el desastre que se avecina para las próximas colocaciones, salvo que nos de por pensar que todo se reduce a un tema cantidad en el tipo de interés que se paga.

Cada día más los emisores insisten en seguir contando verdades a medias y ya se sabe lo que pasa con estos juegos de trileros. Así que no es de extrañar que la prima de riesgo que nos exijan suba cada día más, en parte como consecuencia del miedo que despiertan las Comunidades Autónomas y la amenaza porencial de esa mezcolanza llamada Hispabonos, que causan repelús a los inversores profesionales y simpatía a los minoristas.

Un buen ejemplo lo tenemos en la Generalitat, que ahora realiza una emisión para poder pagar el “principal” de otra que se denominó “patriótica”; para ello propone pagar una rentabilidad del 4,5% con vencimiento 2019, incluso por debajo de lo emitido por la Junta de Andalucía (con un rating superior al catalán) a este plazo, 5%. En ambos casos muy por debajo de lo exigido por los profesionales a la Generalitat en el mercado secundario para ese mismo plazo, un 9%. La nueva idea publicitaria de captación es más “buenos para ti”... Al menos deben serlo para las entidades que los despachan a sus