En Estados Unidos, enero fue un año complicado cuando hablamos de renta fija. Los rendimientos subieron de forma generalizada, con los bonos del Tesoro de EEUU a la cabeza. “Una coyuntura económica favorable, reforma fiscal en EEUU y la subida de las expectativas de inflación tiraron al alza de los rendimientos, además, la debilidad el dólar y la recuperación de los precios de las materias primas, elevaron las presiones alcistas sobre las expectativas de inflación”.

Y además, el mercado espera que la FED suba entre dos y tres veces los tipos de interés en 2018. Aunque no se puede desestimar nuevas subidas en los rendimientos “la dinámica de los activos de riesgo depende en cierta medida de unos rendimientos bajos. Esto limita lo que pueden subir los rendimientos antes de que veamos un  contagio indeseado a los mercados de deuda corporativa y renta variable”. En este sentido, el experto de Fidelity cree que hay que mantener una posición neutral en bonos del Tesoro de EUU. Además, han adoptado una posición neutral en bonos ligados a inflación en la región aunque volverían a plantearse la posición si “se recuperan niveles inferiores al 2%”.

En Europa, el mensaje cada vez más expansivo del BCE se ve “amenazado” por una economía registrando un crecimiento sólido con condiciones fiancieras lazas, aunque con pocas presiones inflacionitas. “Con el extremo corto asentado en -40 puntos básicos durane al menos otros doce meses, las reinversiones continuas del programa cuantitativo y el panorama de oferta favorable, seguimos siendo optimistas en duración europea”. Concretamente en deuda de los países core y semi core, que ofrece un carry y roll down atractivos “gracias a que la curvas son comparativamente más elevadas y deberían seguir siendo atractivas para los inversores europeos y extranjeros”.

La probabilidad de una subida de tipos en el primer semestre en Reino Unido ha aumentado pues la inflación ha aumentado por encima del objetivo del Banco de Inglaterra al tiempo que los datos del mercado laboral han sido buenos. Además, el organismo que preside Carney podría subirlos tipos de forma preventiva para tener munición de reserva en caso de que se produzca una crisis económica cuando el Brexit se haga efectivo. Es por ello que este experto cree que “aunque la deuda pública británica cuenta con un sólido apoyo estructural está cara frente a otros mercados de deuda” lo que conlleva a mantener la cautela.

En el caso de los emergentes, la inflación se prepara para subir en 2018 tras caer durante dos años. Esto crea oportunidades en el mercado de  bonos ligados a la inflación de los países emergentes, “donde los rendimientos reales son atractivos comparados con sus homólogos desarrollados”.  Unas perspectivas positivas que se basan en la subida de los precios de los alimentos, el encarecimiento de la energía y los metales básicos. Además, el descenso de las brechas de producción y el sólido crecimiento de los mercados emergentes deberían tirar al alza de los salarios.  Y un punto más, podríamos ver cómo las monedas de los países emergentes pierden terreno frente al dólar a medida que la FED endurezca su política monetaria, lo que elevaría el precio de las importaciones.  “Nuestra forma favorita de expresar nuestra visión negativa sobre la beta de las divisas emergentes es infraponderar las monedas más expuesta a una desaceleración de China”.