Los bancos centrales sopesan dar un impulso definitivo en 2022 a sus prototipos de divisas digitales

Si el dinero se ha movido en una reinvención constante durante siglos y la tecnología moderna ha permitido engendrar un cambio de paradigma que ha hecho más seguro el sistema de pagos, entonces, ¿por qué los bancos centrales están tan preocupados por el dinero digital? La crisis sanitaria reciente ha transformado hábitos de consumo y modelos de negocios, de modo que el ciclo post-Covid demanda un modelo de pagos más seguro, resiliente y barato que el que ha estado vigente hasta ahora, si las autoridades económicas y monetarias no desean presenciar la llegada de redes y plataformas privadas alternativas tras una década de auge -y caída- de activos encriptados. Hasta ocho aspectos concretos aparecen detrás de esta maniobra conjunta de los bancos centrales de impulsar sus divisas digitales como contrapeso a las inversiones en cripto-monedas.    

1.- ¿Qué garantías y aportaciones adicionales ofrecen las CBDC’s? Las divisas digitales oficiales no son muy distintas, al menos en la superficie visual, del concepto de dinero electrónico que se asocia a una cuenta bancaria o tarjeta de identificación personal y se vincula a un smartphone a través de apps para enviar transferencias a cualquier parte del planeta. La diferencia reside en que el dinero provisto por un banco central, como la masa monetaria en circulación o billetes y monedas en uso, carecen de riesgos como activos. Es decir, que un dólar emitido por la Reserva Federal siempre tendrá el valor de un billete verde americano. Mientras que uno que se vincule a una cuenta bancaria estará sujeto a amenazas de solvencia y liquidez del banco lo que supone que los clientes no tienen la certeza absoluta de que siempre podrán disponer de su dinero. Las CBDC’s, como los billetes o las monedas, tendrán la responsabilidad directa del banco central que actúa como emisor de la misma, con todas sus garantías aparejadas. 

2.- ¿Cómo funcionan las divisas digitales oficiales? Las pruebas piloto de los bancos centrales se están gestando sobre las ventas mayoristas y las operaciones de retail. En este último campo, los consumidores podrán abrir cuentas con CBDC’s lo que contribuiría a clientes que carecen en la actualidad de acceso a servicios bancarios. Respecto a las transacciones wholesale sólo bancos e instituciones podrán gestionar divisas digitales; no así los consumidores. 

3.- ¿En qué mejoran los sistemas de pagos? En el sistema actual, los bancos comerciales realizan transacciones con otras entidades a través de un proceso que añade cierto riesgo crediticio a lo largo del tiempo que se emplea en completar la operación. El uso de pago con CBDC’s eliminaría esta amenaza. De igual manera que las transacciones transfronterizas serían más rápidas y más baratas.  

4.- ¿Se pueden considerar criptomonedas? No. Incluso cuando el valor del Bitcoin aumenta, su uso en transacciones de pagos estaría todavía limitado. El movimiento de las criptodivisas se ha basado en protocolos privados entre ciudadanos con sus propias versiones de dinero y de alguna manera ha supuesto un acto de rebeldía frente a las autoridades financieras centralizadas. Muy al contrario, las CBDC representan esa centralidad. Aunque puedan hacer uso, como reconocen algunas autoridades monetarias, de la tecnología blockchain, muy adecuada para generar tanto el volumen como las garantías de una divisa digital. Los bancos centrales también muestran una suma preocupación por las stablecoins que establecen una especie de currency board o un valor previamente asignado hacia otra moneda o activo. El proyecto de Facebook, llamado libra en su comienzo y, con posterioridad, Diem, anunciado en 2019 y ya en estado de defunción, no era sino una stablecoin que consiguió dar algún que otro altercado cardiaco a ciertos responsables del BIS y de los bancos centrales.  

5.- ¿Cuál es su potencialidad como sistema de pagos? Dinamarca y otros países han regulado ya los modelos retails de sus CBDC’s, desde sus sistemas bancarios tradicionales que continúan, por supuesto, dotando de préstamos a las necesidades de financiación de sus economías, pero previendo ya transferencias de depósitos masivas hacia cuentas digitales. El elenco de garantías de privacidad para preservar el anonimato y las potenciales responsabilidades oficiales que se podrían derivar de alguna irregularidad están en el frontispicio de los proyectos piloto y de las iniciativas normativas. 

6.- ¿Qué avances se aprecian? El FMI dice que alrededor de un centenar de países tienen encima de la mesa planes de exploración de divisas virtuales oficiales. En Nigeria, el eNaira está desde finales de 2021 en circulación. E India ha anunciado para sorpresa global que tendrá lista la rupia digital a lo largo del actual ejercicio financiero. En China, más de 140 millones de consumidores han participado en test reales con el yuan telemático. El DCash opera entre las islas orientales del Caribe y su uso se ha expandido especialmente en alguna de ellas, como la de San Vicente y las Granadinas; sobre todo, a raíz de la erupción volcánica en su territorio del pasado año. 

7.- ¿Plantean algunas dudas? A juzgar por la tibieza que surgen en ciertos informes de la Reserva Federal, aparecen ciertas incertidumbres. Por ejemplo, la Fed oficialmente no pondrá en liza una Fed-moneda, el e-dólar, sin la previa autorización del Congreso. Entretanto, trabaja para generar la capacidad técnica necesaria para que el procedimiento de digitalización del dólar sea rápido y opere con altos estándares de eficacia, explican sus documentos.   

8.- ¿Hay precedentes que inviten a pensar en una posible colisión operativa? No los suficientes, aunque hay algunos paralelismos. Durante siglos, ha sido un denominador común que los pagos se realizaran con métodos privados entre bancos. Es decir, se transferían físicamente billetes y monedas. A pesar de los posibles contratiempos financieros y fluctuaciones de valor que podrían derivarse en su tránsito, lo que ha provocado no pocos dolores de cabeza a las cúpulas bancarias. Motivo por el que a finales del Siglo XIX numerosos gobiernos perfilaron mecanismos de control sobre el monopolio financiero privado para asegurarse las garantías de las transferencias en las monedas de curso legal en sus mercados. Ahora, con las criptomonedas como divisa de cambio habitual en una fase de descenso del dinero físico, los bancos centrales pretenden instaurar una metodología similar.    

En Europa, cuna de las primeras monedas acuñadas de la historia, se acuñó, en época de César Auguro, el primero de los emperadores romanos, el lema apresúrate lento (festina lente) dentro de una figura de delfín entrelazado en un ancla. Esta lectura parece gobernar ahora el Fránfort, donde la prudencia marca los pasos del BCE que dio oficialidad ya en junio de 2021 a su apuesta por el euro digital, para el que no se descarta tecnología blockchain, bajo el prototipo mBridge del BIS, que utiliza la plataforma de código abierto Ethereum, en la que opera la cripto del mismo nombre. Y cuya cúpula institucional, la del BIS, le ha dado “respaldo pleno”, al precisar que es un sistema que “puede ayudar a reducir los costes de las transferencias transfronterizas”.

La intención declarada del BCE es la de una cohabitación pacífica del euro digital con monedas y billetes físicos. Fabio Panetta, la voz de Fráncfort sobre el e-euro, resalta que será más atractivo que cualquier otra opción de pago para amortiguar las presiones socioeconómicas que reclaman su pronta entrada en liza. Porque la calma que se ha apoderado de su comité ejecutivo, que en julio situó su lanzamiento oficial en 2026. A pesar de que de la empresa estatal Iberpay, el gestor del sistema nacional de pagos, tenga listo un proyecto de dinero digital tokenizado bajo control del Banco de España y la participación del sistema bancario español desde entonces. 

El año 2022 ha dado el pistoletazo de salida hacia las divisas digitales. En Wall Street se suceden las reivindicaciones para que la Fed acelere la puesta en escena de la “mayor fuerza disruptiva en el horizonte”, la de las CBDC, en el sistema financiero, alerta Goldman Sachs. Aunque la Fed, también en un ejercicio de suma cautela, incida en desterrar cualquier conato de relación con una criptodivisa y en la necesidad de que puedan aunar lo mejor de los modelos online y físico antes de emprender la digitalización del dólar. Este jarro de agua fría que la Reserva arroja de vez en cuando tiene como explicación la exigencia de una regulación específica, pero del mismo rigor que la que opera para el dólar físico, según precisa la propia Fed.  

Ante esta tesitura, Iberpay, entidad gestora del sistema nacional de pagos que, junto a la gran banca española inició a finales de 2020 una prueba de concepto sectorial de distribución del dinero digital con la Iniciativa Smart Money, cuyo objeto es testear la emisión, la distribución, el intercambio y la redención de dinero digital tokenizado en el entorno de pruebas controlado de la Red-i (red blockchain interbancaria), y Unicaja Banco ofrecen su valoración sobre este debate encendido por los bancos centrales.  

Iberpay. La gran pandemia -dicen fuentes de la compañía- ha modificado de manera importante los hábitos de pago de los agentes económicos al acelerar enormemente los procesos de digitalización de la economía en general, de la banca en particular y especialmente del mundo de los pagos. El incremento de los pagos entre cuentas bancarias, el crecimiento exponencial de las transferencias inmediatas y el enorme éxito de Bizum son algunos hechos que demuestran este cambio en el modo en que consumidores y empresas realizan sus pagos. 

España está liderando la puesta en marcha de los pagos inmediatos en Europa al contar con un 99% de las cuentas corrientes accesibles para intercambiar transferencias inmediatas, siendo además interoperables con más de 2.500 bancos en Europa, aseguran las mismas fuentes. En cuanto al uso de las transferencias inmediatas, que se procesan en una media de 0,8 segundos y que funcionan 24x7, “cabe destacar que un 45% de todas las transferencias realizadas en España ya son inmediatas, frente a una cifra media del 11% en Europa”. Pese a estos cambios, “el final del dinero físico parece aún algo lejano”, auguran en Iberpay. Aunque “durante la pandemia la demanda de efectivo cayó alrededor de un 30%, la recuperación del turismo y del consumo han reactivado ligeramente su uso”. La combinación de un elevado incremento en el uso de los pagos electrónicos y la caída en el uso del efectivo han tenido como consecuencia un cambio significativo general en el uso de los medios de pago en España, cada vez más digitales.

Respecto a los efectos de la guerra de Ucrania, en Iberpay precisan que “el hecho de que las sanciones económicas occidentales se hayan canalizado a través de los sistemas de pago (Swift y Cips) confirma la visión de la Comisión Europea de que mantener una independencia en el ámbito del procesamiento de los pagos “resulta geoestratégica para un área monetaria”. Esta creciente importancia que se concede a los sistemas de pagos se ha traducido en una apuesta estratégica en Europa por el uso de los pagos instantáneos entre cuentas como el medio de pago más adecuado para una economía crecientemente digital, aprovechando además que nuestro continente está adelantado a otras áreas monetarias en el uso y despliegue de este instrumento de pago. 

En el caso de los pagos internacionales que suponen la utilización de más de una divisa, área en la que opera Swift facilitando la corresponsalía bancaria, existe un riesgo cierto de que se creen dos sistemas de pagos internacionales que no sean fácilmente interoperables entre sí, lo que podría complicar, ralentizar y encarecer el procesamiento de pagos internacionales entre agentes situados en diferente bloque. En este ámbito de los pagos internacionales multi-divisa, hay que mencionar los trabajos que se están realizando por el Banco de Pagos Internacionales (BIS), el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) y G-20 con el objetivo de mejorar antes del año 2027 la velocidad, reducir el coste e incrementar la transparencia y accesibilidad para este tipo de pagos.

Desde Iberpay, además, creen que el fenómeno de la digitalización económica y los constantes avances tecnológicos que se vienen observando en los últimos años en nuestra sociedad han impulsado un proceso de transformación sin precedentes en el sector financiero español y en las infraestructuras y servicios de pago. 

En este proceso, “la puesta en marcha de las transferencias inmediatas entre cuentas bancarias ha sido una de las principales iniciativas para facilitar la puesta en marcha de servicios de pago innovadores y adaptados a la economía digital, ya que tienen como principal ventaja que funcionan en régimen de 24x7 y permiten el abono de los fondos en la cuenta del beneficiario de forma instantánea en tiempo real”. Porque el sistema de pagos nacional español gestionado por Iberpay proporciona la infraestructura y los raíles interbancarios necesarios para procesar y canalizar servicios de pago basados en las transferencias inmediatas entre cuentas bancarias, como es el caso de Bizum, que es referencia en Europa en este tipo de servicios.

La rápida adopción de las transferencias inmediatas entre cuentas por parte de ciudadanos y empresas, con el consiguiente crecimiento de las operaciones, ha situado a España en 2021 como el primer país del área euro en número de transferencias inmediatas procesadas, con 570 millones, por delante de Países Bajos y Bélgica. “Esta posición de privilegio revela la apuesta decidida del sector bancario español por el despliegue de los pagos inmediatos entre cuentas, la digitalización de los servicios financieros y la innovación”, explican los expertos de Iberpay.

Por otro lado, el impacto de las nuevas tecnologías va más allá de las nuevas experiencias de pago disponibles para los clientes, de la instantaneidad, del procesamiento en tiempo real o de la ubicuidad y disponibilidad 24x7 para realizar pagos desde cualquier dispositivo. 

Recientemente se está desarrollando un nuevo y profundo cambio tecnológico, si cabe con mayor capacidad disruptiva mediante la aplicación de las tecnologías de redes DLT (Distributed Ledger Technology) y blockchain, de aplicación en diferentes ámbitos, como el Internet de las Cosas (IoT en sus siglas en inglés), la Industria 4.0, las smart cities o el metaverso, y que, en el caso de los pagos permite automatizar y programar la ejecución de pagos al cumplimiento de las condiciones fijadas en contratos inteligentes.

En este sentido, el sector bancario español llevó a cabo en 2019 una prueba de concepto muy novedosa a nivel mundial, impulsada desde Iberpay y denominada Smart Payments, orientada a probar y confirmar la viabilidad de ejecutar transferencias inmediatas entre cuentas desde estas redes descentralizadas DLT y blockchain, mediante la ejecución de contratos inteligentes y su conexión con el sistema de pagos nacional español (SNCE) gestionado por Iberpay.

Por otro lado, ante la eventual y próxima emisión de un euro digital por parte del Banco Central Europeo (BCE), y en respuesta a la demanda de experimentación y de pruebas formulada por este organismo, Iberpay y el sector bancario español iniciaron en noviembre de 2020 un amplio programa de experimentación, conocido como Smart Money, sobre los aspectos técnicos prácticos y las posibles opciones de diseño del euro digital y de su distribución mayorista a las entidades financieras, el onboarding de usuarios finales y su utilización práctica, entre otros muchos aspectos. Adicionalmente, Iberpay y los bancos españoles llevan analizando desde el año 2020 las posibilidades de emisión de un dinero nativo digital, tokenizado y programable desde el sector bancario (stablecoin bancaria) y sus implicaciones en el marco de la iniciativa Smart Money.

En resumen -enfatizan las fuentes de la compañía Iberpay- la banca española y el sistema de pagos español están adoptando una estrategia proactiva para favorecer la innovación, la digitalización de la economía y la aplicación de los múltiples avances tecnológicos. En su opinión, “la convivencia del efectivo, los pagos instantáneos a cuenta, o las monedas digitales serán clave para proporcionar a los agentes económicos la posibilidad de utilizar de distintas soluciones y medios de pago con aplicación a cada diferente caso de uso”. 

UNICAJA Banco. “Efectivamente, los pagos digitales son un hecho desde hace ya tiempo y están cogiendo fuerza empujados también por la situación generada por la pandemia”, explican desde la entidad bancaria. No obstante, “el fin del dinero físico siempre será complejo debido a la confidencialidad que aporta y al riesgo de exclusión social que puede generar su retirada, ya que no todo el mundo tiene acceso a las redes sociales y a los dispositivos móviles”. Este es el gran impedimento para la expansión “definitiva” del dinero digital, aclaran. 

En realidad, las transacciones digitales llevan realizándose desde hace bastante tiempo, por lo que la revolución se gestó décadas atrás con la entrada de las transferencias entre países y los sistemas de intercambio. Lo realmente revolucionario, hoy por hoy, es la instantaneidad, que se aporta con las transferencias inmediatas y que han colaborado al lanzamiento de un proyecto tan exitoso como es Bizum. Por tanto, los avances para aportar mayor valor a los clientes en las transacciones económicas de su día a día son un hecho desde hace tiempo, aportando, además, la reducción paulatina del dinero físico, pero aún sin conseguir su completa eliminación por las razones planteadas anteriormente. 

Por otra parte -especifican las mismas fuentes-, “no hay que olvidar el impacto medioambiental que pueda originar este cambio de paradigma, por lo que el lanzamiento de las monedas digitales oficiales debería ir bien ligado al cuidado del medioambiente”. El consumidor actual está muy sensibilizado con este asunto; de hecho, es la mayor preocupación para los jóvenes, por lo que los activos digitales deberán cumplir con la sostenibilidad para llegar a ser exitosos. 

En suma, la pandemia del Covid-19 ha evolucionado las formas de pago y los clientes han encontrado en las soluciones digitales y en los pagos electrónicos un aliado. De hecho, según expertos, el share of wallet del pago con tarjetas frente al efectivo ha adelantado las previsiones hasta cinco años, ganando hasta 10 puntos el porcentaje de compras que se hacen con tarjeta respecto al periodo anterior a la pandemia. Entre estas tendencias, también el e-commerce ha experimentado un importante crecimiento estructural, y en 2021 ya suponía el 20% del total de compras, según el informe anual de Sistema de Tarjetas y Medios de Pago. El pago con móvil es otro de los métodos que se ha visto fuertemente impulsado, mostrando también un crecimiento respecto a 2020 superior al 75% según este mismo informe. No obstante, a nuestro juicio, aún queda recorrido para el fin del dinero físico. 

Evidentemente -afirman en Unicaja Banco- “estamos en un momento realmente interesante desde el punto de vista social y tecnológico, ya que vivimos una verdadera revolución industrial (digital) que afecta a todos los aspectos de la sociedad y que pocas generaciones han tenido la oportunidad de vivir en primera persona”. Como no podía ser menos, el sector financiero en general, y los pagos en particular, también “están sufriendo y protagonizando esta revolución, la cual se ha visto muy potenciada con la pandemia”. La sociedad viaja a gran velocidad hacia un modelo de relación inmediato, global, 24x7, seguro y digital. Según un estudio de Funcas de mayo de 2021, antes de la pandemia, dos de cada tres pagos eran digitales, durante la parte más agresiva de la pandemia este porcentaje se incrementó a 9 de cada 10. Hoy en día, en torno al 80% de los pagos son digitales, lo que significa que el proceso de abandono de efectivo que sufría nuestra sociedad se ha acelerado enormemente y parece no tener marcha atrás. 
Los pagos Peer2Peer, los pagos inmediatos, los Request to Pay, los pagos tokenizados y demás propuestas nacidas al amparo de PSD2 no han hecho más que fomentar todo un ecosistema de nuevos modelos de negocios y productos/servicios que facilitan la penetración los pagos digitales a casi todos los estratos sociales. 

Ejemplos como Klarna y su modelo BNPL (BuyNowPayLater) han explotado con la pandemia, extendiéndose por todo el mundo, con multitud de soluciones que lo imitan o mejoran, y haciendo que millones de personas pierdan el ‘miedo’ a realizar todo tipo de compras por Internet. Aunque, probablemente, el ejemplo más paradigmático de solución que impulsa los pagos digitales está en España, y no es otro que el ya mencionado Bizum (una fintech creada por la mayoría del sector bancario español). 

Sin embargo, esta disrupción tecnológica en los pagos ha ido más allá de PSD2 con la aparición de las criptomonedas. Si bien la mayoría de estas monedas (salvo las CBDCs) no se pueden considerar como dinero, o al menos como el dinero FIAT que todos conocemos, debido a problemas tales como la falta de regulación, la volatilidad de su valor o la falta de controles (KYC/AML), no es menos cierto que la tecnología que las ha originado (redes blockchains, smarcontracts, DAPPs, etc.) ha abierto un mundo de posibilidades, que ya se están empezando a estudiar. Hoy contamos con la capacidad tecnológica de poder crear ‘dinero programable’ de manera más segura, eficiente y escalable, algo que permite echar a volar la imaginación para reinventar los servicios financieros sin parecer ilusos. En suma, nuevos productos o servicios que podrían venir de la mano del uso de las criptomonedas por parte de instituciones y empresas que den servicios financieros perfectamente regulados, seguros, solventes y fiables.

De hecho, ya hay algunos ejemplos: el wallet del yuan digital, “una criptomoneda programable creada y respaldada por el Banco Central Chino, ya ha tenido más de 200 millones de descargas”. En Europa, el BCE anuncia un prototipo de euro digital antes de tres años, y, aunque no se conoce aún su alcance real, ya ha alentado el análisis y desarrollo de todo un conjunto de nuevas monedas basadas en la tecnología cripto. El banco belga KBC anuncia este mes la salida de su propia moneda programable (Kate Coin), respaldada uno a uno con el euro y con la que espera poder aprovechar la tecnología cripto para anticiparse en la reinvención de los servicios financieros tal y como los conocemos. De igual modo, la asociación de Banca Alemana ha iniciado un proyecto para la creación de una moneda bancaria sectorial y programable (criptomoneda), cuyo objetivo sería habilitar la creación de nuevos servicios financieros para empresas y ciudadanos. 

Pero todo esto no ha hecho más que empezar, la falta de una regulación clara, y el hecho de que se asocie la tecnología cripto con las soluciones de criptomonedas más conocidas actualmente (Bitcoin, Polkadot, Ether, LUNA, etc.), hacen que muchas entidades financieras reguladas estén siendo cautas a la hora de explorar este tipo de soluciones. 

Sin embargo, para 2023-2024 se espera la entrada en vigor de la directiva europea MiCA (Market in CryptoAssets), que ofrecerá unas reglas de juego claras para el uso de esta tecnología en la creación/uso/comercialización de soluciones financieras basadas en criptomonedas, algo que hará que multitud de empresas financieras inicien un esprint hacia las innovaciones que mayor valor le ofrezcan a los ciudadanos. Innovaciones digitales que, indudablemente, harán que el uso del dinero en efectivo quede más relegado. Y esta situación podría coincidir en el tiempo con la entrada de un euro digital, que, aunque no conocemos su alcance concreto, sí sabemos que tendrá, entre sus objetivos, ser un posible sustituto fiable del euro físico.

“En este contexto de gran innovación y cambio, Unicaja Banco está muy pendiente de dichos cambios”, aclaran en la entidad bancaria. A través del trabajo de sus equipos multidisciplinares (Innovación, Pagos, Empresas y Tecnología, entre otros) mantiene constantemente un proceso de identificación, validación e implantación de todas aquellas innovaciones que aporten valor a sus clientes, destacando iniciativas bien conocidas como Bizum o wallets de tarjetas (GooglePay, ApplePay, SamsungPay, etc.) y otras más recientes como las tarjetas plazox, que permiten pagar a plazos en cualquier comercio físico y digital. 
Además, la entidad -destacan las mismas fuentes- “participa en proyectos sectoriales para el estudio de una criptomoneda bancaria o para la creación del futuro euro digital, aparte de mantener iniciativas internas que permitan conocer el potencial de otras innovaciones que están por venir”, como las soluciones de DeFi (Finanzas Descentralizadas), los modelos de negocio basados en RequestToPay o el uso de modelo de suscripción en pequeño comercio.

En resumen, “vivimos un momento excitante de revolución tecnológica venida de la mano de una enorme multitud de innovaciones, y los pagos digitales protagonizan buena parte de ellas”. Por ello, desde Unicaja Banco “estamos preparados para protagonizar dicha revolución en favor de los clientes y de la sociedad en la que operamos