Aunque el mercado descuenta que los recibirá, de no ser así, sería una noticia bastante negativa, especialmente desde que Christine Lagardere está al frente del FMI, con un perfil más duro frente a la problemática de deuda griega.

En los últimos días, y como consecuencia del miedo a una quiebra desordenada de Grecia, el riesgo de default medido por los CDS a 5 años experimentó un nuevo aumento a nivel global, en especial en los países periféricos europeos (en los últimos treinta días el CDS a 5 años de Italia, Portugal y España han sufrido un incremento de 37%, 35% y 20% respectivamente). En particular, en Grecia la cobertura contra un evento de crédito se sitúa actualmente por encima de los 3.100 puntos básicos (31%) lo que representa un incremento superior al 60% respecto a la misma cifra de hace un mes.



La hasta ahora escasa efectividad de unos planes de recorte fiscal trampeados y de lejos compatibles con los requisitos de la Unión Europea, sumado a las dudas respecto al grado de participación de los tenedores privados de deuda que tendría el canje, han vuelto a colocar a Grecia en el ojo del huracán y, por lo tanto, a su principal acreedor, los bancos europeos, arrastrando la cotización del euro a su peor nivel desde febrero de 2011 (algo por otra parte positivo ya que mejora las perspectivas para la exportación de la locomotora alemana, dato importante dada la situación de ralentización del crecimiento económico y además enmarcado en un escenario de guerra de divisas que va a más).


Una situación que ya se alarga demasiado y tiene al mercado extenuado, instalado en el pánico e irracionalmente roto, con bandazos tanto al alza como a la baja a golpe de rumores y declaraciones de lo más peregrinas, y los inversores dudando entre el apocalipsis y una brusca recuperación que no termina de llegar ante la falta de liderazgo y débiles datos macroeconómicos, a pesar de que las empresas acaban de publicar resultados más que satisfactorios…